jueves, 22 de agosto de 2013

EL OTOÑO ÁRABE

Egipto se desangra. En Siria ya ni siquiera les queda una gota. La primavera árabe se prometía feliz. La enorme fuerza de la globalización, la digitalización y las redes sociales iban a conseguir cambiar la parte más conflictiva del mundo en apenas unas semanas. Un tuit, otro tuit, una protesta, una mani y los dictadores caen en cascada, después se convocan elecciones para que las urnas se llenen de votos de esperanza y la democracia florezca por todas partes, la gente sea feliz y salga a la calle a comprar en H&M y a tomar helados Hagen Dasz. Qué bonito era todo y que bien sonaba: "La Primavera Árabe".
Como campaña de márketing no tenía precio, todo el mundo enloquecía con el lanzamiento y expansión de nuestro falso concepto de democracia, sin tener en cuenta el escenario, ni las circunstancias, ni el tempo... Aaaay, el tempo.
El malo estaba detectado, era el dictador de turno, ese que nos había servido durante tantos años como aliado y había mantenido controlado tan insensato y peligroso barrio, en una prórroga del imperialismo colonial. Ahora ya sobraba, era el malo, el enemigo público, el torturador y asesino; mucho habíamos tardado en darnos cuenta. A partir de entonces es sencillo, se envían contenedores y contenedores de armas y se deja que se maten entre ellos y acaben con el tirano; un medieval sistema que nunca falla. Se publica la foto del malo ahorcado, tiroteado o enchironado y se envían cargamentos de urnas y unos cuantos observadores. Yo, de mayor, quiero ser observador. Y ya lo hemos conseguido, hemos logrado que ellos, los otros, voten libremente como nosotros, pero ¡ay mamma mía!, qué ocurre cuando votan lo que no nos gusta... ya no mola la democracia.
Ocurrió en Argelia en 1992, ya estaban listos y maduros para la democracia, votaron y salió lo que no nos gustaba, los islamistas, golpe de estado, conflicto, guerra, terrorismo y a tomar por saco la democracia. La lección sirvió de poco y el error se ha vuelto a cometer por doquier, hasta el punto de que si analizamos uno a uno todos los países envueltos en la maldita primavera, todos están peor de lo que estaban. No tienen dictador, pero lo han cambiado por sangre, guerras, armas y ausencia de derechos y además han espantado uno de sus principales recursos económicos que era el turismo.
La jugada ha salido mal y la encruciada es complejísima lo mires por donde lo mires. Si apoyas a los rebeldes y defiendes la democracia se imponen los temidos islamistas, pero si intentas combatirlos, lo hacen los tiranos, los ejercitos, el miedo y la represión. Occidente tiene pánico a los Hermanos Musulmanes (a mí me suena igual de desquiciado lo de los Legionarios de Cristo) y teme alimentar el integrismo, darle fuerza a Al Qaeda en toda la zona y acorralar a Israel en un polvorín. Por eso está dando marcha atrás en su impulso de la primavera y la está convirtiendo en otoño, aunque Mubarak salga de la cárcel o El Asad siga a sus anchas.
Si lo que queremos es seguir con esta colonizadora globalización y que todo el mundo sea igual, que los países sean iguales y piensen igual y tengan las mismas tiendas y voten a sus Marianos de turno, habrá que cambiar de estrategia. El norte de África y Oriente Medio requieren de una política muy distinta, con otro tempo, con el soporte de la economía y la educación, para evitar que la religión lo sea todo, como suele serlo en todos los lugares donde manda la miseria. La primavera llegará, pero no sin pasar por un invierno de transición y proceso constituyente y no este sistema ancestral de regalar armas y urnas.

lunes, 12 de agosto de 2013

ROBO EN EL CAJERO

Los domingos por la tarde, aunque sea en agosto, uno tiene por costumbre llevar las botellas al contenedor de vidrio, el papel al del cartón y la ropa vieja al de ropa vieja (que no tiene nada que ver con el cocido). Parece muy obvia la distinción, pero es que entre mis vecinos sigue habiendo muchos que confunden cristal, con papel, con plástico, con látex o con mondas de melón.
Después de tan entretenido plan, al que no consigo sumar ni un solo ayudante, acudo al cajero para rellenar la cartera para la semana. En este caso el cajero es de BBVA, que no es mi banco ni lo será nunca. Me saluda muy táctil él, le introduzco mi plástico hasta el fondo, me ofrece opciones, le pido pasta y le susurro mis números secretos, me intenta vender un producto financiero, le mando al garete... Espero con mi mano extendida para coger los billetes, pero no salen: "Su operación se está procesando" y espero y sigue procesando y espero y pasan diez minutos y desespero y llamo al "nuevecerodos" y sin pedir perdón me dan instrucciones. Espero veinte minutos a que el informático de guardia del domingo de agosto por la noche (todo un lince) reinicie el cajero. Sudo. Cajero reiniciado, tarjeta no sale, se la ha apropiado; pasta, por supuesto, tampoco.
Llamo de nuevo a "nuevecerodos", le atiende Cristina, ni perdón ni leches: "tiene usted que llamar a su banco para que le anulen la tarjeta y nosotros mañana por la mañana la destruiremos"... Así de facilito: tu ordenador se cuelga, me birla la tarjeta, me la haces añicos y yo me encargo de anular la vieja, pedir y pagar una nueva y cambiar todas las domiciliaciones que pagaba con ella.
Cómo mola, estas deben ser las famosas leyes del mercado, ellos tienen tu dinero y tu eres tonto. Así que llamo a mi banco, anulo mi tarjeta y el operario me pregunta amablemente por la causa de la anulación: "¿Robo o extravío?"... Y yo dejo la respuesta en el aire: "Yo no he extraviado nada..."
Me despido del cajero con una "barcenesca" peineta mirando a cámara y sudoroso salgo a la calle. Una señora paseando al perro se me acerca a preguntar si funciona la puta máquina expendedora de billetes, le digo que NO, mientras su perro salchicha me lame la pantorrilla. Y todavía no entendéis por qué odio a los perros...

jueves, 8 de agosto de 2013

EL PEDERASTA

Vale, cedo, tiro la toalla, este tío es más cabezón que yo y si sigo con el pulso terminaré "enferetrao" mucho antes de que él asuma sus maldades. Que te den, Mariano. Además no me parece justo dejar pasar tan jugosa actualidad sin hincarle el diente. Sobre todo cuando los culebrones veraniegos vienen teñidos de patriotismo de chirigota al más puro estilo "Viva Honduras". Qué bueno es el patriotismo barato para usarlo de cortina de humo, no falla. Se usa en cualquier país del mundo cuando hay que tapar zurraspillas internas... Todos unidos contra el enemigo exterior. Para eso siempre es bueno contar con algún Perejil, algún Gibraltar, alguna Ceuta o incluso un Condado de Treviño que reivindicar para unir a propios y extraños contra el de fuera.
Tiene que molar eso de ser político, estar en el gobierno y dedicarte a crear problemas donde no los hay, como si no tuviéramos bastante con los que crecen bajo nuestros pies. Si no fuera por la gravedad del asunto y por el enorme sufrimiento que hay detrás de toda esta historia, hay que decir que el asunto del pederasta liberado por Marruecos es digno de guión para cualquier comic del mismísimo Ibáñez. En un par de días las administraciones del país más al sur de Europa y el reino más al norte de África han dado toda una exhibición de "chirigotismo ilustrado".
El rey cojo le pide al rey malo que libere a un puñao de presos españoles y que a otros cuantos los mande a nuestro país para que cumplan aquí sus penas. La lista la ha preparado nuestro gobierno y es tramitada por su gobierno y claro, como hablamos distintos idiomas, no se han entendido y el bueno de Mohamed ha liberado a todos, incluido el maldito pederasta que había sido espía y militar iraquí. Sin ningún tipo de rigor ni rubor, el representante de Alá se erige una vez más en justiciero y maneja los Derechos Humanos al más puro estilo medieval: "Como me lo ha pedido mi amigo el rey vecino..."
El resto lo conocéis porque lo han escrito los periódicos, protestas, manifestaciones, reconocimiento del error, detención del pederasta y baño de multitudes de Mohamed compadeciéndose de las víctimas del pederasta español (el mencionado enemigo exterior). Lo que nadie nos ha contado es quién ha sido el responsable de este monumental desaguisado, ni qué ha pasado con los otros presos liberados por error, ni nos han hablado de las familias de los niños maltratados, ni han preguntado a alguno de los repatriados por su infierno en las cárceles de ese país que presume de democrático.
Y sobre todo, lo que nadie nos ha contado es que hay centenares de saharauis detenidos y torturados en esas cárceles y que incluso en los últimos días han muerto varios por huelga de hambre. Por ellos nuestro gobierno y nuestro rey no se mojaron, valen menos que un pederasta.