La actualidad me incita a escribir, pero llego tarde. Los acontecimientos se suceden con tal velocidad que no me da tiempo a ordenar tres ideas y aporrear con solo dos dedos las 79 teclas del ordenador. Pienso en grabar, mientras me ducho, notas de voz con mis reflexiones nocturnas y ponérselas a mi familia durante la comida, pero tengo una cierta sospecha de que la audiencia no iba a ser ni muy alta ni muy fiel, con lo cual me ahorro el trasiego de envolver el móvil con film autoadherente Albal y resolver los problemas de sonido provocados por el agua mezclándose con mis palablas.
Es lo que tiene este mundo, que pasan demasiadas cosas. Quizás no sea cierto y pasen las mismas de siempre, pero ahora la necesidad de inmediatez ha trastocado el ritmo de los acontecimientos tanto, que el presente huye del pasado a tal velocidad que vivimos constantemente en el futuro inminente. ¡Vaya lío! La urgencia del periodismo actual, provocada por la impertinente ansia de novedades del dedo pulgar, el nuevo cerebro de la sociedad, hace que uno ya no pueda recrearse ni un segundo en la alegría, ni llorar con calma la pena.
De cada tema latente uno siente necesidad de opinar y cree que tiene algo que aportar, aunque sea al dictado de sus columnistas o tertulianos favoritos, pero insisto que esta vez no me ha dado tiempo, así que no me extenderé mucho, solo unos highlights. Hay varios humoristas que basan su éxito en hacer un rápido resumen de la actualidad en el que te despachan toda la información de un día en tan solo un minuto. Así es como se siente nuestro cerebro en estos días.
Resulta que ha bajado la presión asistencial y la incidencia acumulada o viceversa, lo cual debería ser una gran noticia, pero si en Murcia hay moción, en Madrid hay elecciones, lo que conlleva que a alguien se le caiga el pelo, muchos se queden sin trabajo y la bronca no pare. El Espanyol sube a primera. En eso el conflicto palestino, que llevaba unos años eclipsado por falta de sangre, vuelve a la primera plana con la misma secuencia informativa de siempre: Israel provoca y humilla, Hamas se revuelve y ataca, Netanyahu apela a su derecho a defenderse y Gaza al deber palestino de ser aniquilados. Muchos muertos, muchos niños muertos. En esta época de locos faltaban los idiotas del horror. Sí, se ha muerto Franco Battiato, quizás para no verlo. Nunca pensé en sentir tanto la desaparición de un Franco. Las vacunas van como un tiro, qué subidón da cuando te pinchan. Brahim Gali está en España. No imaginó que en su agónico viaje de supervivencia iba a conseguir poner al Sahara otra vez en el "candelabro". Se le olvidó que la geopolítica de la zona se mueve por los caprichos puntuales de un señor feudal anacrónico, reyezuelo y líder espiritual de un pueblo oprimido, quien maneja a su antojo a las potencias mundiales a base de burdos chantajes. Ceuta ha sido un triste espectáculo de ese poderío caciquil y chulesco que utiliza a los más débiles, incluidos niños, como arma arrojadiza para asustar y presionar a nuestros políticos. Cuidado, que vienen los niños moros a quitarle la pensión a las abuelas. Y se saldrá con la suya porque al entrar a La Moncloa hay un cartel que dice "a Marruecos ni toserle", que debe ser la causa por la que todos los partidos han apoyado al Sahara hasta que han llegado al gobierno. Del triste espectáculo ofrecido por algunos salvapatrias desleales mejor no hablar. Que poca altura moral hay que tener para, he dicho que mejor no hablar. El Atleti gana la Liga, lo festejo y tiro un petardo. Mi vecino, escocido, me recrimina. Abro el ordenador para terminar de escribir esto y disfrutar leyendo una de esas pocas alegrías que algunos encontramos en el fútbol, pero la puta actualidad vuelve a joderlo todo, un chaval ha muerto cuando acudía a la celebración. Impactado me voy a dormir. La actualidad me ha noqueado, me rindo, que mañana os cuente otro lo de Italia, lo de China o lo de Bielorrusia.