El sábado estuvimos en la Puerta del Sol, casualidades de la vida. Valientes que somos. Mira que nos habían dicho que la calle se iba a llenar de peligrosos antisistema que engañan a la gente con sus promesas demagogas que sólo buscan acabar con la democracia y sumirnos en el más absoluto caos. Eran muy chungas las expectativas y se confirmaron, todas ellas y más, con lo que allí vimos y vivimos.
Miles, muchos miles de personas, difícilmente contables porque se movían poco a poco y eso hace que se desenfoquen las cámaras aéreas. Con banderas de las distintas comunidades autónomas, incluida alguna de las que quieren independizarse; banderas de países pertenecientes al eje del mal como Grecia, Sahara, Uruguay y hasta alguna de Venezuela; con banderas arco iris de grupos rupturistas; con banderas republicanas que atentan a esa Monarquía Constitucional que todos nos hemos dado (cómo me gusta esta frase) e incluso alguno con bandera de España manchada con el injurioso logo de Podemos. Entre las banderas, pancartas reivindicativas contra los recortes, en favor de la democracia, de lo público, de la sanidad y la educación para todos y un sin fin de mensajes bolivarianos, chavistas y castristas. Incluso se permitían la osadía de hacer cánticos ofensivos contra Bárcenas, Pujol, Rato y otras respetables personalidades del estado de derecho que todos nos hemos dado (la misma bella frase cambiando el orden de las palabras).
Y bajo tanta soflama y proclama, escondidos en sus grisáceos abrigos de Zara, miles de padres de familia, miles de madres de familia, miles de abuelos indignados, algún que otro soltero, cientos de médicos, cientos de profesores, miles de estudiantes reivindicativos, algunos peligrosamente unidos en familias, muchos de ellos desempleados, numerosos inmigrantes y me temo que alguno ilegal, puede que alguien hubiese leído libros en su inconfesable pasado y hasta llegué a ver a algún artista. No parecía una lucha de clases sino todo lo contrario, una amalgama de ese pluralismo español que tanto miedo da.
Avanzaban lentamente como en procesión, atraídos por sus satánicos y corruptos guías espirituales al canto de "Sí se puede" y del comunistoide "el pueblo unido jamás será vencido".
Alguna vez su deslealtad iba más allá de las fronteras con ironías y menosprecios a la Merkel, a la Troika o a la Unión Europea que todos nos hemos dado. Sentimos mucho miedo ante tanto populista desenfrenado y sólamente nos tranquilizó la presencia de decenas de furgones policiales custodiando la marcha con los antidisturbios precavidos ante tanto desaprensivo que pedía ni más ni menos que "el cambio" (curioso eslogan antisistema que coincide con el de PP en las últimas elecciones y el del PSOE en las anteriores). Por suerte para todos, la Carrera de San Jerónimo estaba totalmente vallada y blindada para evitar que nadie pudiera malinterpretar los símbolos de la democracia, viendo a tanto populacho por delante del Parlamento (que todos nos hemos dado).
Escuchamos los utópicos discursos sin programa ni contenido, de dirigentes sin curriculo y que cobran pastizales por no hacer nada y nos marchamos a casa entendiendo que todos los partidos y los medios informativos hayan hecho frente común para acabar con esta peligrosa lacra que quiere que las cosas cambien y no sigan gobernando los políticos que a todos nos han dado... Perdón, que todos nos hemos dado.
PD.Vale que estoy pesadito con la política, pero es que tengo mi fuente de inspiración de viaje, se han ido a esquiar.
Anda!!! Vosotros también dedicáis la mañana del domingo a que os vendan humo!!! Como los que a veces vamos a la Iglesia!!!
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