Después de la irónica y reivindicativa carta a Mohamed VI,
he sentido un irrefrenable impulso por escribir otra a mi hermano Mohamed
Abdelaziz. En este caso permitidme que cambie la ironía por la complicidad que
obviamente tengo o tenemos buena parte de los españoles con la causa saharaui.
Amigo Abdelaziz, hermano, en breve volveré a visitar los
campamentos donde desde hace casi cuarenta años malviven decenas de miles de
saharauis. Con cierta asiduidad tengo ocasión de hablar con muchos de ellos,
grandes amigos, que me ponen al día de la situación y transmiten sus
sentimientos, agónicos sentimientos, ante el paso del tiempo sin percibir el
más mínimo avance en las negociaciones que pudieran desbloquear una situación a
todas luces injusta. Tal es así que en la mayoría de los casos concluyen sus
relatos o impresiones con un contundente: “tendremos que volver a las armas, no
queda más remedio.”
No lo justifico, pero lo entiendo, porque no hay ser humano
capaz de aguantar el paso inexorable del tiempo viendo como una generación tras
otra ven hipotecadas sus vidas en espera de movimientos políticos lentos y poco
concretos. El “status quo” les está devorando y es lógico que caigan en la
desesperación, por mucho que digan y griten que nunca van a perder la
esperanza.
Hermano, la razón está claramente con vosotros, esa es una
verdad irrefutable; lo dice la historia, lo dicen las Naciones Unidas y, sin
quererlo, lo dice el Reino de Marruecos que, incapaz de esgrimir ni un solo
argumento, sólo puede combatir la verdad saharaui con represión, torturas y
asesinatos encubiertos. Sin embargo, eso no basta, se lo digo a menudo a mis
hijos como precaución ante accidentes y lo aplico aquí también: “De poco sirve
tener la razón si el de en frente te manda al cementerio”.
Amigo Abdelaziz, cuentas con el respaldo de tu pueblo porque
saben que eres uno de los suyos, que impulsaste el movimiento independentista,
que te fraguaste en la batalla con gran valor y que durante décadas has
gestionado con brillantez la difícil política internacional. Por eso, tú, mejor
que nadie, sabes que las cosas no son fáciles, que la solución no va a llegar
caída del cielo, que la política está presa de la diplomacia y de los intereses
económicos y estratégicos y que vuestro peor enemigo va ganando poco a poco
terreno: el maldito tiempo le favorece. El reloj no para y cada minuto que pasa favorece a
Marruecos; esa es su estrategia, el desgaste, el olvido, la desesperación de
las familias que hartas huyen a Mauritania, España o los territorios ocupados…
Cada año se oyen los mismos argumentos, la situación no cambia y eso significa
que el Sahara Occidental está ocupado por Marruecos, que los saharauis que allí
viven son tratados como una clase marginada y los refugiados de Tindouf ven que
su situación ya no es transitoria.
Estimado Mohamed Abdelaziz, creo que ya ha llegado el
momento de dar un giro a tanta diplomacia y marcar un punto de inflexión antes
de que tu pueblo te lo pida de una forma más rotunda. Toma ya la iniciativa,
marca tú mismo el calendario, sigue el ejemplo de Catalunya que ha avanzado en
un año más que en siglos. Propongo un plan de ruta en el que sean los
saharauis, cargados por esa razón que les respalda, quienes marquen la agenda
del conflicto internacional. Elige una fecha, simbólica o no, el 27 de febrero
de 2015 podría ser buena, y comunica oficialmente a la ONU y a toda la
comunidad internacional que ese día los saharauis iniciarán el regreso a su
tierra a reunirse con sus hermanos saharauis que viven en el territorio
ocupado. Lanza un ultimátum y marca también una fecha posterior para el
referéndum, entregando a la ONU el censo propuesto.
Ya sé que no es tan fácil, que puede sonar ingenuo o
infantil, que hay muchos obstáculos en el camino, que hay que superar la zona de
minas, que Marruecos no se quedaría parado, pero sin lugar a dudas un jaque de
este calibre removería los despachos de Nueva York, de Washington, de Rabat, de
París, de Argel, de Moscú… (Madrid volverá a ser comparsa). Es posible que el
objetivo final no se consiguiese, pero mientras tanto se habrán tomado más en
serio el problema y se habrán buscado posibilidades reales de solución, ante el riesgo de que todo estalle por los aires
.
En su defecto podemos seguir esperando a que todos hayáis y
hayamos muerto o a que alguno de esos desesperados jóvenes que llaman a la
guerra haga una tontería que Marruecos celebraría con licencia para más
represión. Hermano, piénsatelo.
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