Hola Moha, la última vez que te vi nos cruzamos en la carretera; tú ibas en un descapotable con tu mujer y yo me aparté para que pasases tú y tus veinticinco coches de escolta. La semana pasada volví a visitar tu maravilloso país, ese que te adula y te teme, y volví a coincidir contigo en la misma ciudad. Supe que estabas allí, en la mágica Marrakech, porque había un policía vestido de gala en cada esquina y una bandera gigantesca y reluciente cada cuatro o cinco metros, pero esta vez no tuve la oportunidad de verte. Me dio mucha rabia porque había preparado a conciencia un montón de preguntas que quería hacerte, si hubiese tenido la oportunidad de cruzarme contigo. Intenté entrar en el inmenso palacio real, pero no me dejaron y tampoco tú te dejas ver demasiado entre las serpientes, los monos, las naranjas y la plebe de la medina. Me quedé con las ganas, pero te lanzo las preguntas al aire por si tienes a bien...
Lo primero que me pregunto es si no has probado a mezclarte algún día con tu pueblo, recorrer de incógnito tu país y comprobar que las cosas no son tan bonitas como tú las ves y como tus súbditos te pintan. Quizás no te hayas dado cuenta, pero las banderas rojísimas que ves a tu paso, las ponen el día antes por los sitios que vas a pasar y los policías que despliegas protegiendo tu camino como los grandes dictadores de todo el mundo, no son más que un símbolo de miedo y cobardía. Quizás tampoco sepas que tu país es muy pobre, que la gente pasa mucha hambre, que hay auténticos marginados y que más allá de las grandes avenidas y las obras faraónicas, la miseria y la mierda sepulta a tus conciudadanos. Ya sé que tus decenas de empresas multiplican beneficios, que eres una de las mayores fortunas del mundo y que tu séquito te hace flotar en la nube de la autocomplacencia, pero la realidad de tú patria es muy distinta: no hay modelo de país, la educación es tercermundista, la sanidad es medieval, la corrupción es incluso mayor que en España y la gente prefiere morir en una patera intentando buscar una vida más digna.
Y con todo ese panorama, sigues pensando realmente que eres el embajador de Alá en tu tierra y que el cariño que te tiene la gente es realmente democrático. No Moha, no. La democracia de la que presumes es totalmente cosmética, con un gobierno y unos partidos de pantomima que poco tienen que decir y opinar. Claro que tu retrato no falta en ninguna parte porque donde falta educación e información sobra fanatismo y el nivel dictatorial de un país suele ser proporcional al número de fotos de su Jefe de Estado per capita.
Eso sí, amigo, lo que sí que funciona bien en todo el territorio de tu país y en el que tienes ocupado en el Sahara Occidental, es la maquinaria de represión, los cuerpos de seguridad, el ejercito y la sobreprotección que haces de unas fronteras que no te pertenecen. No te has parado a pensar que con lo que gastas en proteger ese indigno muro, pondrías a tu país en números y bienestar del primer mundo. Tío, que los que te rodean te hacen la pelota por temor e interés, que los países fuertes no te tosen porque se aprovechan de ti y te utilizan para sus intereses, pero que en un mundo justo de verdad estarías juzgado por destructor de los derechos más elementales del ser humano. Y no lo digo sólo por la persecución a los saharauis, sino por el desprecio más absoluto a la dignidad de un pueblo y un país maravillosos, que simplemente no te merecen, ni a ti, ni a los tuyos.
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