Esto no es una crítica musical del último
trabajo de tan gelatinoso dúo, entre otras cosas porque no sé si están vivos,
dudo que sigan juntos y celebro que hace tiempo que no los oigo. No, no tengo
ninguna intención de meterme con ellos y buscarme dos nuevas enemistades, el
objetivo real de este comentario es enemistarme con mucha más gente, con
millones de personas, con todos y cada uno de los que en las próximas
elecciones van a meter en la urna la papeleta del PP.
Sé que ahora mismo muchos estaréis
pensando que no soy demócrata y otros estaréis sorprendidos por mi descarada
irrupción en la campaña electoral. Pues sí, como llevo haciendo durante estos
años en el blog, suelo decir lo que me pasa por la cabeza y, aunque intento ser
respetuoso con todo el mundo, por encima de todo esta la sinceridad e
integridad. Dicho esto, reconozco estar en campaña y ser tan ingenuo que creo
que puedo cambiar el sentido de algún voto con mis palabras.
Con respecto a mi mensaje a los votantes
del PP, es sencillo, creo que su voto fiel, ciego o fanático es cómplice de la
corrupción más absoluta. Votar a un partido que paga su sede en dinero negro,
que tiene contabilidad B, que reparte sobres, que tiene a buena parte de sus
dirigentes imputados en causas de corrupción, que tiene puente aéreo con Suiza,
que amaña concursos públicos a cambio de comisiones y tantas y tantas
indecencias políticas, supone dar el visto bueno a ese tipo de gestión, aceptar
que se hagan esas prácticas y en definitiva, ser cómplice de la corrupción.
Sé que es duro lo que estoy diciendo, pero
creo que hay que hacer algo para acabar con esta lacra y el primer paso debería
ser el rechazo de todos los ciudadanos. No es un ataque a la democracia ni al
ideario del partido y de sus votantes, al contrario, creo que la derecha
española saldría muy reforzada si defendiera mayoritariamente su política
liberal y sus ideas conservadoras fuera de esas manchadas siglas.
No entiendo que ninguno de los dirigentes
del partido que tienen las manos limpias y que deben darse cabezazos con la
pared cada vez que sale un nuevo episodio de corrupción, no salga de allí
corriendo y ponga en marcha un nuevo proyecto limpio con la misma línea
ideológica. Ahí radica el éxito de Ciudadanos que está recogiendo a los
votantes desengañados, pero no es suficiente porque todavía hay muchos que
votan los colores, con la misma fidelidad que se tiene con un equipo de fútbol.
Tampoco me vale la contestación habitual
de “todos son igual” o de los ERE de Andalucía o la Venezuela de Podemos o el
marido de la Carmena, NO, no hay nada igual al repertorio de casos de presuntos
chorizos que Génova ha ido salpicando en el calendario de los últimos años.
Hasta aquí hemos llegado, ahora las urnas (más rápidas y justas que los
tribunales) son las que deben dictar justicia y ponerles en sus sitio. Ahora
cada uno es libre de votar con la cabeza o con el duodeno y ser cómplice de
unos u otros valores.