He oído de refilón que un cuerpo de demócratas de élite ha constituido un valeroso equipo de súper héroes dispuestos a defender a capa y espada el más valioso de los valores inventados por el ser humano: la democracia. El grupo de superdemócratas ha conseguido poner de acuerdo a los grandes partidos, a todos sus medios afines (todos), e incluso han reclutado a los dos poderosos expresidentes para ponerse al frente de esta encomiable cruzada, dejando por unos días sus puestos de superconsejeros en multinacionales. Uno de ellos dijo un día que no quería ser jarrón roto, pero sus pedazos resquebrajados y esparcidos por el suelo no dejan de molestar.
También de soslayo he escuchado que la
misión más acuciante para nuestros salvadores héroes está más allá del mar, en
otro continente, en un país mediano que sufre las dramáticas consecuencias de
eso que se llama una democracia de pacotilla o de chichinabo. Al parecer sus
dirigentes han sido elegidos en las urnas, pero nadie duda de que bajo una corrupta
manipulación, un tongo o pucherazo que vienen repitiendo año tras año. Y su
jefe de gobierno, erigido en monarca absoluto que incluso se otorga poderes
divinos como su antecesor en la dinastía, persigue sin compasión a sus
opositores, metiéndoles en la cárcel y pisoteando cada día los más básicos
derechos humanos. La presión sobre la prensa también es caciquil con una
censura y persecución permanente. Incluso amenazan a los países extranjeros que
osan entrometerse en sus asuntos y a menudo expulsan de sus aeropuertos a
delegaciones de políticos y eurodiputados de países realmente demócratas que
acuden para velar el cumplimiento de los más básicos derechos humanos.
No me cabía duda, ese país del que hablan
y por el que están luchando con tanto fervor nuestros superdemócratas no puede
ser otro que nuestro vecino Marruecos. Ya era hora de que todos los que
defendemos estos valores de libertad y tolerancia nos unamos para hacer frente
a los regímenes totalitarios maquillados bajo una urna de opaco metacrilato,
pensé.
Mi gozo en un pozo, con Mohamed no se han
atrevido, está demasiado cerca y nos puede afectar al bolsillo, hablan de
Venezuela, que aunque esté más lejos y nos afecte menos, también pisotea buena
parte de esos derechos. Me sorprende algo que se cree tanto revuelo y se erijan
todos ellos en defensores de la democracia y empiecen su misión por Venezuela
precisamente. Quiero pensar que no están haciendo todo este movimiento en clave
electoral nacional intentando dañar más aún la maltrecha imagen de Podemos.
Sea como fuere, bendigo y doy la
bienvenida a nuestros superdemócratas que supongo que pronto correrán a luchar
por estos principios y valores al propio Marruecos y a Corea del Norte, Rusia, China, Guinea, Arabia Saudí,
Siria y tantos otros lugares donde se pisotean de forma más cruda todavía los
DDHH.
Sin embargo no entiendo como se les ha
podido colar en el mismísimo Palacio de la Moncloa un tal Al Sisi de Egipto,
que si no tengo muy mala memoria es presidente como consecuencia de un golpe
de estado dado por los militares para quitar del poder a unos malignos
islamistas que habían osado ganar unas elecciones. Aaaaaaah, que nos va a
contratar el AVE de El Cairo a Luxor, haber empezado por ahí. Tranquis superhéroes,
seguid en Venezuela, dadle duro a Maduro.
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