Uno escribe cuando tiene claras las ideas, cuando las teclas
saben por sí solas lo que vas a contar y las ideas fluyen a gran velocidad
desde el cerebro a la pantalla sin apenas pasar el filtro de la boca que murmura
las palabras, ni siquiera de la vista que las repasa para comprobar que los
dedos han obedecido. Esa fluidez es la que nos invita a los juntaletras a
contar lo que nos pasa por la cabeza sin pudor y diría que con absoluta
necesidad de hacerlo. Por eso existe este blog y otros cientos de miles.
Alguien lo leerá, suponemos, aunque eso sea sólo una consecuencia, no un
objetivo; escribes porque te lo pide el cuerpo o, mejor dicho, el ánimo.
Sin embargo, hay veces en que esa necesidad se bloquea, las
palabras no quieren materializarse y se quedan merodeando por la mente sin
conseguir un mínimo orden o coherencia. Podría considerarse falta de
inspiración, pero no creo que sea este el caso, más bien exceso de fuentes,
desaguisado neuronal o hasta desgana y escepticismo ante el mundo y el tiempo
que vivimos. El blog se apaga provisionalmente en espera de inspiración o de
necesidad de contar algo que por lo menos a alguno de vosotros le pueda parecer
interesante. Ese es el sentido de esta página.
En verano todos nos vamos de vacaciones, desconectamos de
todo y después, cuando la rutina regresa a nuestras vidas necesitamos un
periodo de adaptación. Este año, no sé si será por la elevada edad del que
escribe o por el peso de los acontecimientos, pero no me ha resultado nada
fácil volver por aquí. No sentía necesidad, no tenía paciencia para escribir,
mezclaba temas y prefería gritar, chillar o llorar. Las teclas temían ser
aporreadas y el lector no merecía ser maltratado con depresivas reflexiones.
La clarividencia que te lleva a plasmar tus argumentos en un
texto ha desaparecido porque, simplemente, no entiendo lo que pasa en el mundo.
Podría haber seguido hablando de Palestina, de Hamas, de Israel, pero no
entiendo muchas cosas. Debería comentar algo del desquiciado y alarmante avance
del Estado Islámico, pero no entiendo casi nada. Querría solidarizarme con los
pasajeros que fueron asesinados por sobrevolar Ucrania, pero no entiendo lo que
pasa allí. Me inquieta y quisiera comentar la amenaza del Ébola, pero no
alcanzo a entender casi nada. Tendría la opción de mirar dentro de casa y
hablar de la enorme decepción del honorable Pujol, pero no entiendo cómo se
puede ser así. Podría ahondar en la reforma electoral que propone Mariano, pero
ya hablé en su día del golpe de estado, que sigo sin entender. Pensé en hablar
de los padres encarcelados por tratar de ayudar a su hijo enfermo, pero no lo
entendía. No entiendo nada y por eso he estado un tiempo sin escribir. Ya lo
sabéis cuando el blog se apaga es porque no entiendo lo que pasa y entonces
grito, como ahora mismo… Espero que vosotros sí me entendáis y gritéis conmigo.
¡¡ ME UNO A TU GRITO ¡¡¡ ... y sabes que a mi gritar, se me da muy bien.
ResponderEliminaryo grito en voz baja.
ResponderEliminarchema
DIEGOSETEOLVIDALOMASIMPORTANTEDELAÑOELFRACASODELASELECCIONDEFURBOLESTOSIQUEESPARPRECUPARELRESTODETUSRFLEXIONESNOSONMASQUETONTERIA ADIOS
ResponderEliminarY CUANTO TIEMPO TARDARA LA MIRELLA Y EL ALBERTO DAR POSIVO
ResponderEliminar