Mi hijo, como el tuyo, de vez en cuando reivindica algún mínimo derecho con un “no es justo” y los papás les decimos, cargados de razón, que se aguante porque el mundo no es justo. Oigo a madres decir que putea a sus hijos para que vayan sabiendo lo duro que les va a tratar el mundo. Que si les ponemos las cosas fáciles de pequeños, luego puede ocurrir que se lo coman los tiburones
Que el mundo no es justo es una perogrullada, ya lo sabemos
todos. De entrada es desigual desde el mismo momento en que asomas la cabeza
entre las piernas de tu madre, te asomas y dices: “Bien, La Moraleja” o “Qué
putada, Bamako”
El mundo no es justo, lo tenemos todos claro ¿no?, pues
cambiémoslo. Hace poco vi un reportaje en la 2 sobre corresponsales de guerra
hablando de las crudezas de su profesión, de las animaladas de las que era
capaz el ser humano por defender causas no siempre defendibles. Hablaban de
cómo perdían la razón todos los implicados en las guerras, tuvieran o no tuvieran razón. Por allí pasaban tipos con enorme sentido común y sensibilidad
como Gervasio Sánchez, explicando la parte humana de los conflictos, que suele
relucir siempre en el lado de las víctimas, más que en el de los Kalasnikovs
que son algo más, digamos, inhumanos. Al final me quedé con una declaración de
Arturo Pérez Reverte, que no es santo de mi devoción como escritor estrella, pero sí me resulta
creíble como periodista testigo de guerras; él afirmaba que en las guerras
todos pierden sus argumentos y llegaba a una deprimente y escéptica declaración
digna de Hobbes (el hombre es un lobo para el hombre) que afirmaba que el ser
humano es el más malo y cruel de los animales que habita el planeta. Eso no
hace más que redundar en el hecho que decía Lucito: “el mundo no es justo”.
El mundo, (y más ahora sin Pedro J), no es ni justo ni injusto,
lo hacemos nosotros, los papás de todo el mundo. Y si seguimos preparando hijos
para un mundo injusto este lo seguirá siendo. La única esperanza
de que eso cambie es la educación, así que no tengo claro si debemos tener
esperanza…
Pues creo, que esa educación, deberíamos de empezar por prohibir las armas como juguetes y prohibir su fabricación , ya sea en la Moraleja como en Bamako.
ResponderEliminarUn sobrino, me pidió en la carta de Reyes un videojuego y que cuando vi el anuncio por la tele, le llame y le dije que en mi carta no pedía eso, se rió y me contesto " mira que eres rarita tía".