jueves, 16 de marzo de 2017

AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE

No es que esté pensando en la eutanasia porque realmente soy mucho más partidario de la tutanasia o la sutanasia. ¡Uy! hay días que iría repartiendo tanasias a diestro y siniestro. Sí, esos días bonitos que siempre llega un idiota y los jode, pues sí, a ese, tanasia al canto. No soy partidario de la pena de muerte, pero reconozco que de vez en cuando y aunque suene mal decirlo, no me importaría que alguno/a se fuera pal otro barrio.
Vale que este comienzo es demasiado agresivo, relajemos un poquito el esfínter. Esta mañana en nuestro camino hacia el cole, el peque me ha preguntado por mi testamento; ha oído en la radio que hablaban de testamentos y ha preguntado por el significado de la palabra, primero, y por los beneficiarios del mío, después. Yo que soy un tipo muy graciosín, le he dicho que le dejo todo al "Mamerto", una especie de chiflado que deambula por el pueblo dando lecciones a todo el mundo. Al principio se ha asustado, pero luego se ha descojonado y tranquilizado al saber que le corresponderá un tercio de la colosal fortuna.
Una vez descargado el chavalín en el cole me he quedado dando vueltas al tema hereditario y a lo distinta que es la madurez de quienes tienen hijos y de los que no tienen descendencia. No hago juicio de valor, simplemente son distintas. Quizás porque en el primer caso llega un momento en el que tu vida pasa a no pertenecerte y eres solo una extensión, un complemento a la vida de tus hijos, algo estresante y agobiante, pero también muy reconfortante.
Después me he empezado a preocupar por si mi hijo se ha bajado del coche con el firme deseo de que su padre la casque pronto para poder comprarse un par de patinetes nuevos con su parte de herencia y ha sido entonces cuando he tomado la decisión de morirme. No ahora, pero algún día. Me explico. En nuestra sociedad y nuestro ajetreado y rutinario mundo, apenas tenemos tiempo para pensar que nos vamos a morir; es más, todos creemos que vamos a cumplir el siglo de vida y que vamos a sobrevivir a todos nuestros familiares y amigos (aquí tarareo la canción de Love of Lesbian "los que me sobrevivan, vaya hijos de puta").
Esa estúpida esperanza es la que nos hace dejar todo lo bueno para más adelante, pensando que tendremos tiempo para hacerlo en el futuro. Y si eres uno de los afortunados que llegas a los cien, lo harás en pocas condiciones para viajar, comer, divertirte... Bueno, bueno, que esto no es un libro de autoayuda del Vips, sigamos con la fecha de defunción. Digamos que he decidido morirme a los 65, con lo cual tengo que programar todas esas cosas que me gustaría hacer para culminarlas durante los próximos doce años. Luego, si hay suerte y me paso unas cuantas pantallas más en el juego, bienvenido sea, porque disfrutaré otro rato de esta cosa cachonda que es la vida, pero si la endiño, nadie dirá lo de "pobrecillo, se fue cuando aún no había hecho lo que quería". En el fondo todo se resume en el viejo dicho alcarreño que he mencionado otras veces "mejor soñar que te has cagado a soñar que te ha tocado la lotería, porque el despertar es mucho más gratificante". En este caso mejor programar tu vida para palmarla pronto que pensar que vas a ser más longevo que Matusalén. Mañana no tendrás tiempo (y aquí tarareo "A la taverna del mar" de Lluis Llach:
 "Y se acuerda del ¡seny!, el embustero
como el ¡seny! le preparó este infierno,
cuando a cada deseo le oponía: ¡mañana tendrás tiempo todavía!."
No, no lo tendrás.

1 comentario:

  1. Y cuando toque, como los machos mirado al tendido. Y poder morirte como te salga de las pelotas, nada de cagado y sin enterarte. Eutanasia 100%
    abrazo fuerte.
    Ernesto

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