viernes, 27 de julio de 2018

MÚSICA DE FRESA


Qué bien se come en Japón. Llevamos un montón de días y no nos cansamos de probar ricos y sustanciosos platos. Durante los primeros días, con las caminatas y el calorazo, lo sudábamos todo y llegamos a perder peso, pero desde que hemos alquilado coche, estamos andando mucho menos y tenemos exprimido al máximo el aire acondicionado. Desayuno, comida y cena en restaurante, más todos los helados del mundo, me temo que vamos a tener que reservar otra fila de asientos en el avión para encajar al luchador de sumo en que alguno se está convirtiendo.
 Además, apenas hemos probado la fruta en dos semanas. Casi no se vende y la poca que hay tiene precios prohibitivos, como dos rajas de sandía por 8 euros o un racimo de uvas por más de 50 euros. Los menús y la comida callejera son muy baratas, pero como quieras ser caprichoso y probar la carne de Kobe o el buen sushi, la cosa se va complicando. Además del precio tienes que tener en cuenta que cada restaurante se especializa en un tipo de comida y eso, que a veces da mucho gusto, cuando viajas en familia es una gracia porque en el sitio de ramen no hay sushi y en el de Okonomiyaki no hay tempura.
 Para el desayuno hay que estar preparado, porque como caigas en un ryokan un poco rural te ponen desayuno japonés y nuestro paladar todavía no está preparado para comer verduras cocidas, pescado ahumado y tofu relleno de atún según te caes del tatami. Los mayores nos tomamos gustosos la sopa de Miso, pero los peques se han hecho asiduos del Seven Eleven, el Lawson y el Family Mart y cada día hacen la compra nocturna para preparar el desayuno del día siguiente. Entre estos supermercados y las máquinas de vending que encuentras por todas partes y te venden cualquier cosa, la muerte por inanición no es fácil por aquí.
Las compras hay que pagarlas casi siempre en cash, porque en otro de los contrastes de este país tan contradictorio, todavía hay muchísimos sitios que solo cogen dinero montante y sonante (y por cierto en cantidades elevadísimas, algo así como si siguiéramos nosotros hablando en pesetas). Hasta los hoteles hemos tenido que pagar en billetes en varios casos, así que si os animáis a venir, preparad el fajo.
En los restaurantes hay varias cosas muy atractivas como el vaso de agua que te sirven según entras o el escaparate con las fotos o reproducciones 3D de todos los platos o la imposibilidad de dejar propinas o, lo que más me gusta a mí, cuando terminas, te levantas y te vas a la puerta a pagar sin tener que esperar horas a que el camarero se digne a traer la cuenta.
En muchos sitios se entra descalzo y a veces te dejan chanclas para que vayas al servicio y no pises los "meos" del suelo; la verdad es que no sé que prefiero porque me da que las babuchas que te dejan ya traen el gotelet incorporado.
La seguridad es total y puedes dejar las zapatillas, las maletas o la cámara donde quieras, que nadie te lo va a tocar. De hecho yo me olvidé en un bar la mochila con los pasaportes y la cartera y volví media hora después y allí estaba. Montse perdió su móvil en el castillo de Hikone y al rato llamaban de la comisaría de policía que lo tenía en su poder. Así que la única baja del viaje van a ser mis chanclas, que después de superar varios años de veraneo y de Sahara Marathon, han decidido venir a morir en un Airbnb de Kyoto.
Eso sí,  el gusto estético, en general, es cuando menos cuestionable. Me refiero a los carteles publicitarios, la decoración de los restaurantes, las imágenes de las calles, los programas en la tele, las revistas... bueno y también a la indumentaria, el urbanismo o la música. Sí, uno va caminando por un pasadizo comercial o entra en una tienda o un restaurante y siempre vas oyendo, que no escuchando, de fondo una desagradable musiquilla pastosa, blanda, como de gominola o de dibujos animados. Los chicos rápidamente han bautizado el género como música de fresa y la van comparando con las melódicas sintonías de Oliver & Benji, Shin Chan o Doraemon... Por cierto, que bien reflejan Novita y el gato cósmico la atmósfera japonesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario