lunes, 4 de marzo de 2013

NEGRO SOBRE BLANCO

Últimas novedades del caso malgache. Nuestro invitado procedente de la isla más grande de África continua en casa, pero apenas ha aprendido tres o cuatro palabras de español. Eso sí, como se trata de un intercambio, el pequeño Lucio ya sabe decir cuatro palabras en francés: "Oui, arret, canard et poulet", lo que le garantiza la supervivencia en caso de perderse en Francia. No me preguntéis cómo ha llegado a esas palabras, que no lo sé. También le ha servido al canijo para hacer una sabia y profunda reflexión sobre los colores: "Papá, todas las personas tienen el cerebro rosa, yo lo tengo rosa, los de Madagascar lo tienen rosa y hasta los chinos lo tienen rosa". Esta transcendente teoría la dedujo mientras yo fracasaba en mi búsqueda de liendres y piojos en su mollera.
La otra lectura que uno hace después de tener un chaval subsahariano en casa, es que nuestro país, por mucho que presumamos de lo contrario, todavía no está acostumbrado a convivir con otras razas. Un negro sigue siendo alguien extraño en nuestra sociedad y si lo sacas del contexto habitual en el que estás acostumbrado a verlo, la gente suele reaccionar con extrañeza. En el colegio, en la tienda, en el restaurante, en la oficina, en todas las partes donde he entrado acompañado por este amigo de mi hijo, la gente ha reaccionado con espontánea extrañeza, seguida de hipócrita y desmesurada simpatía. De hecho, la semana próxima viene a casa otro chaval americano, pero de origen indio y prometo seguir con el estudio sociológico y compararlo con la reacción anodina y de absoluta normalidad que este verano vivimos cuando paseábamos por todo Madrid con otro yankee, pero más blanquito y rubito.
Y como si de una casualidad se tratara, los deberes de Martín para el fin de semana consistían en escribir una redacción sobre el racismo, sobre el diferente trato a las personas en función de su raza. Redacción que tuvo que hacer a escondidas porque le resultaba violento hablar del tema delante del  invitado, por si se daba por aludido.
Dieguillo, que ya está acostumbrado al mestizaje, puso todo su empeño en que el chaval aprendiera a montar en moto y llegó a acusarme de racista porque yo no era partidario, no fuese que tuviéramos que ir al hospital a dar explicaciones difíciles de entender: Chico de Madagascar en intercambio se rompe la crisma en pueblo alcarreño aprendiendo a montar en moto con señor mayor de pelo blanco. Al final, como siempre, cedí a la cabezonería de mis hijos y le dí una clase magistral al malgache, que por cierto, no es precisamente James Stewart. Lo dejo que esta entradita está empezando a ser racista...
PD. Stewart, ídolo de mis hijos, es el primer piloto negro que ha ganado el campeonato americano de supercross.

2 comentarios:

  1. Y yo que pensaba que era el de La Ventana Indiscreta

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  2. Para cuando el cartel en la puerta de tu casa con la siguiente leyenda: " O.N.U. DEPARTAMENTO DE ACOGIDA A LA JUVENTUD" Es la mejor de las educaciones para los chavales, la diversidad en todos los aspectos, incluidos los colores. Dile a Lucio que yo creo que el cerebro de todos es gris, ni blanco ni negro, por aquello del racismo digo...

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