Pues no tenían razón Luis, no eras el cabrón, eras el idiota y ahora te estás ganando
el mote con justicia. Pensaste que no te iban a dejar solo, eran muchos años de
vivencias y connivencias en el partido, luchando por unos ideales, para que a
la primera de cambio te dieran la espalda todos, pero así ha sido, eres un
pringao. Te fiaste de ellos porque dijeron que te ayudarían, porque eliminaron
al juez más peligroso, porque Mariano te mandaba mensajitos de ánimo en los
momentos difíciles, porque te seguían pagando aunque fuese en diferido y
simulado. Mientras estuvieses calladito estarías protegido, pero cuando se
levanto el pastel y España entera se enteró de lo que teníais guardado debajo
del felpudo de Génova, toda esa lealtad y amistad se fue al carajo y te has
quedado más solo que la una, metido en el trullo, sin paseos ni patio, sin tu
familia y sin tu dinero. Lo tuyo es uno de los ejemplos más bochornosos de lo
que significa la palabra traición, pero no de ti hacia ellos, como piensan
algunos, sino de ellos hacia ti.
Durante tantos años has estado comiéndote el marrón de
llevar las cuentas con finura y disimulo para que nadie sospechase nada; tanto
tiempo de dedicación al partido siendo el hombre más querido por todos porque generabas
riqueza a la institución y de vez en cuando tenías algún sobre que repartir, y
así te lo pagan, dándote la espalda de la forma más vil e insolidaria que
podías imaginar.
No creo que quede ni una sola persona en este país que dude
de los tejemanejes que os traíais, de que cobrabais donaciones ilegales para
financiar al partido (supongo que a cambio de algún favorcillo a esos empresarios) y que os repartías el botín en sobresueldos en dinero
negro. Todo el mundo da por hecho que Mariano y todos los que salen en esos
papeles se llevaron la guita.
En aquellos primeros días la conmoción fue brutal, tembló
Génova y La Moncloa. Todos pensamos que si caías tú caerían todos. Incluso
algún bloguero cerró temporalmente su blog esperando esa sonada dimisión. Pero
no, te traicionaron, miraron para otro lado, borraron tus ordenadores, quemaron
tus agendas, apagaron los móviles, quitaron de en medio al periodista más
peligroso y dieron por normalizada la situación. Con lo fácil que les resulta quitar y poner jueces, de ti pasaron. Consiguieron transformar al
cabrón en el idiota.
Ese es el espíritu de compañerismo de tus amigos del
partido, juntos han conseguido señalarte para que tú solo te lleves todo el
marrón e incluso los votantes se ríen de ti por pringao y mala persona.
Seguirán prietas las filas. Das pena, Luis.
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