Como me gusta la música en directo, no me gustan las galas de fin de curso del cole de los niños. Es que las hacen en play back y me tengo que tragar un interminable y cursi musical en inglés. Quizás es que ya estoy un poco de vuelta o revenío porque debo llevar unos quince o veinte numeritos de estos y ya sé muy bien de qué van.
Para empezar suele hacer un calor de pelotas porque son a final de curso, es decir en junio y por cosas de la madre naturaleza, en esa época pega el "Lorenzo". Además, el teatro, aula o gimnasio de turno siempre tiene muchas menos sillas que culos a sentar con lo cual siempre me toca chuparme las dos horas de pie (a no ser que hagas como buen fan de Justin Bieber y te vallas tres horas antes a guardar sitio). Por si fuera poco la megafonía está a todo trapo para que no oigamos a los niños, no sea que alguno se equivoque y baje la valoración del cole en las pruebas Pisa. Encima te tienes que tragar las actuaciones de tropecientos cursos antes de que empiece la de tu hijo: primero A, párvulos C, Segundo B, Primero C... y ser salpicado por las babas de tanta madre desquiciada porque su hijo no ha levantado a tiempo la mano en el baile y padre codeándose cual paparazzi para conseguir hacer una foto desenfocada y movida con el mierdero zoom del móvil.
Mientras llega la actuación estelar de tu hijo atiendes con cierto repudio las pastosas coreografías de pobres canijos disfrazados de caballitos de mar o sirenas, equivocándose porque sus padres les están distrayendo saludando desde el patio de butacas. Es una buena terapia para darte cuenta de lo simpáticos y graciosos que son los niños... cuando son tus hijos. Yo suelo fijarme en los gorditos o torpes de cada clase, viendo con cierta ternura como se tropiezan o se mueven a contracorriente; me siento identificado.
Y por fin sale el curso de tu hijo, el más salado de todos, que canta y se mueve mejor que nadie. Levantas el móvil para hacer la foto de rigor y consigues una bella instantánea de un Motorola, seguido por un Nokia, a rebufo de un I-Phone, con un Samsung y un LG a los lados. A lo lejos se ve a tu hijo dando saltitos, vestido de pez, moviendo los labios como si estuviera cantando una canción en inglés, supones. Te limpias la baba y te vas mientras el siguiente curso hace el ridículo con otro tema. A la salida un padre primerizo y orgulloso te ofrece el vídeo de toda la actuación, que ha conseguido grabar con su cámara desde un lateral del escenario. Qué lástima mi sistema de vídeo no es compatible con el suyo. No sé como explicarle que nunca jamás he vuelto a reproducir ninguno de los vídeos de esas galas y que cuando los chicos han visto alguna foto suya haciendo el memo o nemo, han estado a punto de morir de vergüenza.
Pues eso, que propongo un cambio de formato. Que hagan una serie o un telediario o un desfile o una peli muda o un concurso de gritos o unos Sanfermines y si puede ser sin disfraces... Y hasta sin niños.
PD. Lo digo con guasa, pero con todo mi respeto y admiración a los profes que se lo curran.
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