Cuando escucho las tertulias mañaneras de periodistas y
analistas desmenuzando la actualidad y escenificando su enorme indignación ante
cada uno de los asuntos turbios de nuestra política, pienso en la M-30.
Después, cuando abro la página de cualquier periódico en el ordenador y me
encuentro con escándalo tras escándalo, corruptela sobre corruptela, me acuerdo
de la M-40. Más tarde cuando veo en el telediario el desfile de los tribunales,
desde la Monarquía al último de los concejaluchos, pasando por gobierno,
oposición, diputados, consejeros, alcaldes e incluso jueces, me viene a la
mente el semáforo de Arturo Soria.
Sí, todos nos preguntamos el por qué de esta España tan
berlusconiana, buscamos complejas teorías sobre las redes del mal, diseñamos excusas
conspiratorias para cada uno de los casos y señalamos como únicos culpables a
los politicastros de turno. Pero la solución es mucho más fácil, la tenemos
mucho más cerca, ahí mismo, en la calle, en la M-30.
Cada mañana, cuando salgo de casa hacia el colegio de los
niños o hacia el trabajo, la maldita hora punta me pone los pies sobre la
tierra y me recuerda en qué país vivimos. En el cruce de Arturo Soria donde de
forma recurrente los coches bloquean el paso de la calle perpendicular porque
nunca jamás un conductor puede ceder un minuto de su tiempo en beneficio de
decenas de prójimos que esperan en el otro semáforo. Si avanzo bloqueo el
cruce, pero yo gano unos segundos…Que les den a los demás.
Después llego a la incorporación a la M-30, con un atasco
que es ya parte del paisaje urbano y que casi todos tenemos contemplado en
nuestro horario para llegar a tiempo al cole. Digo casi todos porque un setenta
u ochenta por ciento de conductores civilizados nos detenemos al final de la
fila y esperamos pacientemente a golpe de acelerones y frenazos nuestra
incorporación al inmenso río de coches que nos llevará al destino. Sin embargo
ese flujo regular de coches se ve siempre ralentizado por ese otro veinte o
treinta por ciento (una cifra elevadísima) de listillos, irrespetuosos e
insolidarios que adelantan a gran velocidad a toda la fila para incorporarse al
principio, provocando situaciones peligrosas y grandes cabreos de los que han
esperado durante largos minutos.
Ese es el gran problema general de nuestra sociedad. En
nuestro país hay muchísima gente civilizada y cívica, íntegra, educada que sufre a cada
minuto las afrentas de una gran minoría de esos que van por el mundo pensando
que son mejores, más listos y de mejor familia. Yo, según me adelantan les miro
a la cara y les reconozco los rasgos; son los del “usted no sabe con quién está
hablando”, los de las oportunidades de ganar dinero fácil, los de la libre
competencia entre los individuos, los de “me van a decir a mí cómo tengo que
conducir”, los de los enchufes y la puerta giratoria, los egoístas, los que se cuelan en la fila.
Más arriba de los Pirineos esto no pasa. Y mientras eso siga ocurriendo en la M-30, la M-40, la S-30 o la B-40 no esperéis que nuestro país deje de tener oportunistas que aprovechan el despiste de los demás en su propio beneficio, ya sean yernos de rey, ministros, concejales o taxistas.
Totalmente de acuerdo contigo. Solo una pequeña salvedad, esto ocurre mas arriba de los Pirineos, y del Sena y del Támesis... aunque no me consuela nada: Mal de muchos... ya se sabe
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