Voy a defender al Gobierno, para que no se diga. He
escuchado en repetidas ocasiones acusaciones (qué bien suenan estas dos
palabras juntas) sobre la supuesta improvisación de los chicos de Mariano en el
proceso de abdicación. Mira que a mi me mola eso de zumbarle al presi y a sus
ministros, pero en este caso creo que se les podría acusar de muchas cosas,
como ninguneo a las instituciones y a los ciudadanos o reprimir la libertad de
expresión, pero de improvisar no hay que acusarles sino felicitarles. Como
pretende alguien que el gobierno hubiera tenido un programa estudiado y
planificado previamente de una cosa que no se sabía que iba a ocurrir.
No sé porque la palabra improvisar es una expresión maldita
en castellano, cuando debería ser todo lo contrario. Como si fuésemos
cuadriculados alemanes, en cuanto algo no ha llevado un proceso preparatorio
metódico y por el conducto reglamentario, nos ponemos nerviosos y atacamos al
responsable del peor de los crímenes: improvisar. Pues aquí estoy yo como
fundador del PIE (Partido Improvisador de España) a defender una de las
prácticas más loables y sin duda, una capacidad que distingue al ser humano de
las especies salvajes. De hecho improvisar es pensar rápido, es ser capaz de
adaptarte a una situación nueva e inesperada y actuar consecuentemente.
Precisamente lo que distingue a los buenos profesionales en
la mayoría de los oficios es su capacidad para improvisar. Los futbolistas, los
artistas, los políticos, los oradores, los tenistas, los pilotos… todos ellos
son buenos o malos en función de su disponibilidad y rapidez para la
improvisación. De un piloto de avión uno requiere una preparación óptima, una
planificación del proceso de vuelo perfecta, pero también dotes para la
improvisación, que son las que te salvan en una situación crítica.
Por eso no entiendo que ser un buen improvisador signifique
casi un insulto cuando es la parte más creativa, inteligente y, por qué no
decirlo, latina. Otra cosa es que algunos se amparen en este criterio para no
planificar nunca nada y dejarlo todo al albedrío de la improvisación y entonces
se te amontonan los montones.
PD. Como es obvio, esta entrada la he improvisado ahora
mismo…
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