La circulación ya os he comentado que no es fácil: se conduce por la izquierda, con el volante a la derecha y el móvil siempre en la mano. Las reglas no existen y a pesar de los comentarios de nuestro conductor, que insiste en que no hay ningún peligro, no conseguimos pasar dos minutos sin un espasmo, ya sea por la vaca que cambia su dirección, por el coche en sentido contrario o por el intocable que pasea por el arcén. Las rotondas tienen normas distintas a las occidentales: cuando llegas a ella te incorporas en función de la salida que quieras tomar, es decir si vas a la izquierda haces la rotonda hacia la izquierda y si vas a la derecha, con dos cojones, y por supuesto sin frenar, basta con tocar el claxon repetidamente.

Algo así le debió de pasar a este pobre hombre cuyo rostro podéis adivinar entre las llamas y que falleció en un accidente a las afueras de Jodhpur. Aquí perdió la vida al chocar cuando viajaba en su fastuosa Royal Enfield 350 c.c. Tengo que reconocer que, como propietario de una de estas maravillosas motos indias, me he emocionado al escuchar la historia. Cuentan que tras retirar el cadáver, llevaron la moto a un desguace, pero a la mañana siguiente la volvieron a encontrar en el sitio del accidente y volvieron a retirarla y la llevaron más lejos todavía, pero durante la noche ella volvía al punto en el que había estado con su conductor por última vez. Desde entonces existe en esta carretera un curioso templo con la imagen del malogrado piloto, las campanas, el fuego, los músicos y toda la parafernalia habitual de un templo, pero en este caso con la particularidad de que lo que ellos veneran no es ni un animal, ni un espíritu, ni un dios, es una Royal Enfield tres y medio.
En el templo de Ranakpur hemos charlado con un joven monje cuyos antepasados de las anteriores 16 generaciones han sido monjes jainistas y cuyo hijo, de la edad de Lucio, ya hace vida en el templo. Le hemos ofrecido al canijo quedarse, pero no ha estado por la labor.
Así que, como no queremos perpetuarnos aquí, convertidos en templo de peregrinación, hemos optado por negociar con el conductor ciertas medidas de precaución y gritar ¡no! cada vez que empieza a adelantar sin visibilidad.
Queremos otra historia similar, sobre el transporte del elefante. Pero sobre todo, que este acompañada con una foto tuya sobre un elefante.
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