Ayer había boda en el hotel, (estos tíos se casan muchísimo), pero tuvimos suerte de que nuestra habitación diera hacia el otro lado y no nos enteramos de nada. Eso sí, el despertador ha sido un pelín más desagradable que los pavos reales del otro día: seis cazas volando raso y emitiendo un estruendo tan fuerte que hemos saltado de la cama dispuestos a morir cuan pinchos morunos en cuanto uno de ellos atravesara el muro del hotel. Es lo que tiene estar cerca de Pakistán en un país que vive en tensión con su vecino. A lo largo del día hemos ido de sobresalto en sobresalto con los malditos avioncitos haciendo demostraciones de poderío ante sus súbditos. Tanto que Montse y yo hemos coincidido en la misma apreciación, por muy demagógica que pueda parecer: con lo que han gastado estos tíos en los vuelos de hoy podían haber dado de comer a todos los intocables de Jaisalmer durante un mes o podrían haber canalizado las aguas fecales de esta maravillosa ciudad del desierto, conocida como ciudad dorada, pero con un tufillo a mierda realmente traumático.
Jaisalmer se parece bastante a Marrakech, en lo bueno y en lo malo. Es, si cabe, más bonita en cuanto al continente, con sus fastuosos palacios tallados, sus místicos templos y el increíble fuerte. También tiene una vida comercial cuasi medieval que impacta, sin llegar a tener esa atmósfera mágica que posee la plaza de Djemaa El-Fna. En pestilencia y basura por la calle la supera, gracias a las caquitas de las vacas, que serán sagradas, pero ¡joder cómo cagan!.
Pues sí, estos necesitan un tanto de demagogia o populismo, de los que están tan de moda para intentar cambiar el rumbo de un país tan maravilloso. Menos gastos megalómanos y más resolver las cosas de la gente. El primer ministro Modi no va mal porque acaba de proponer a todos los ricos que renuncien al subsidio que reciben todos los ciudadanos para la compra del gas para así poder invertirlo en los más necesitados. Como si en nuestro país propusieran que los que tenemos ya seguro médico privado renunciemos a nuestro derecho sanitario en la Seguridad Social o algo así; no me parece mal, toma nota Pablo Iglesias.
No sé mucho de la India y no voy a hablar gratuitamente, pero lo que sí que digo por la experiencia de cuatro días es que este gigantesco país, del que sólo he visto una pequeña parte que no es ni mucho menos la más pobre, necesita un plan de choque brutal, como cuando Indira Ghandi decidió sembrar árboles en el desierto esparciendo semillas con helicópteros o llevar agua a los pueblos más secos a través de canales o, sobre todo, como hacen cada día las organizaciones como la de Vicente Ferrer y tantas otras suplantando el papel de los ineptos gobernantes y logrando importantes avances locales.
Esto te lo dicen a gritos los niños que ves por la calle, ellos son el futuro y merecen algo más que un retrete en la cuneta. Esto de usar a los niños para estos mensajes también es demagogia y también lo sería si empezase a hacer las comparaciones entre la vida que les ha tocado vivir a mis hijos y la que tienen la gran mayoría de los que cada día nos saludan y sonríen para la foto. En el fondo, para eso les hemos traído, para que algo de lo que están viendo se les quede metido en la conciencia para siempre.
Eso sí, el desierto como tal, es mucho más feo que el Sahara, aunque, con tanto verde los camellos están felices, pero no más que Lucito saltando en las dunas.
PD. Si mañana me vuelven a despertar los aviones os daré nuevas ideas demagógicas para invertir ese dinero.
Jaisalmer se parece bastante a Marrakech, en lo bueno y en lo malo. Es, si cabe, más bonita en cuanto al continente, con sus fastuosos palacios tallados, sus místicos templos y el increíble fuerte. También tiene una vida comercial cuasi medieval que impacta, sin llegar a tener esa atmósfera mágica que posee la plaza de Djemaa El-Fna. En pestilencia y basura por la calle la supera, gracias a las caquitas de las vacas, que serán sagradas, pero ¡joder cómo cagan!.
Pues sí, estos necesitan un tanto de demagogia o populismo, de los que están tan de moda para intentar cambiar el rumbo de un país tan maravilloso. Menos gastos megalómanos y más resolver las cosas de la gente. El primer ministro Modi no va mal porque acaba de proponer a todos los ricos que renuncien al subsidio que reciben todos los ciudadanos para la compra del gas para así poder invertirlo en los más necesitados. Como si en nuestro país propusieran que los que tenemos ya seguro médico privado renunciemos a nuestro derecho sanitario en la Seguridad Social o algo así; no me parece mal, toma nota Pablo Iglesias.
No sé mucho de la India y no voy a hablar gratuitamente, pero lo que sí que digo por la experiencia de cuatro días es que este gigantesco país, del que sólo he visto una pequeña parte que no es ni mucho menos la más pobre, necesita un plan de choque brutal, como cuando Indira Ghandi decidió sembrar árboles en el desierto esparciendo semillas con helicópteros o llevar agua a los pueblos más secos a través de canales o, sobre todo, como hacen cada día las organizaciones como la de Vicente Ferrer y tantas otras suplantando el papel de los ineptos gobernantes y logrando importantes avances locales.
Esto te lo dicen a gritos los niños que ves por la calle, ellos son el futuro y merecen algo más que un retrete en la cuneta. Esto de usar a los niños para estos mensajes también es demagogia y también lo sería si empezase a hacer las comparaciones entre la vida que les ha tocado vivir a mis hijos y la que tienen la gran mayoría de los que cada día nos saludan y sonríen para la foto. En el fondo, para eso les hemos traído, para que algo de lo que están viendo se les quede metido en la conciencia para siempre.
Eso sí, el desierto como tal, es mucho más feo que el Sahara, aunque, con tanto verde los camellos están felices, pero no más que Lucito saltando en las dunas.
PD. Si mañana me vuelven a despertar los aviones os daré nuevas ideas demagógicas para invertir ese dinero.
TODAVIA SUEÑO LOS MURCIELAGOS DE LAS CASAS DE LOS COMERCIANTES !!!!!!!
ResponderEliminar!COMO LOS DE SANTAMERA!!!!
Me flipan las miradas y los ojos de estos niños.
ResponderEliminarNo hace falta que te estires tanto para la foto, se nota claramente quien es el padre (te delatan las mechas)