Ahora que ya estoy en la segunda edad y que con la barba que me ha salido en el Sahara parezco todavía más viejo, voy a reconocer una cosa: soy un tío de prejuicios. Aún voy a más, soy un ferviente defensor de los prejuicios, frente a la gran mayoría de la sociedad que los vapulea y desprecia como si fueran una lacra. Todo el que quiera ser políticamente correcto o diplomático, tiene que admitir que no tiene prejuicios e incluso repetirlo varias veces en su discurso: "no tengo prejuicios, pero me caen mal los albanokosovares... no tengo prejuicios, pero ese coche seguro que lo conduce una chica... no tengo prejuicios, pero desde que he visto a ese tío me ha dado mala espina". Pues bien, yo sí tengo prejuicios y cada vez más. Cada vez me fío más de la primera impresión que me dan las personas y si lo hago así es porque en mi dilatada experiencia de medio siglo en este mundo he comprobado que rara vez te llevas una sorpresa, ni para bien ni para mal.
Pongo algunos ejemplos. El otro día escuché en la radio que un árbitro había hecho repetir el saque inicial: sí tengo prejuicios, ese tío es un gilipollas con todas las letras y lo único que buscaba era llamar la atención y darse importancia. Voy al centro comercial a comprar el pan y me encuentro a dos niños repeinados vestidos con capa, sí tengo prejuicios y los padres de esos vomitivos angelitos tienen que ser unos fachas redomados trasnochados.
Vale, vale, estoy siendo intolerante y sectario, pero es que no lo puedo remediar, soy un tipo simplón y me dejo llevar por ese primer flashazo que te llega a la retina cuando te cruzas con alguien. Quizás por eso me fío a la primera de gente que no conozco de nada y desconfío de otro personal por mucho que tenga buenas referencias. No sé si es el físico, la actitud o el instinto femenino, pero hay algo que te invita a empatizar con el de en frente o a rechazarlo. De hecho mi mente va asignando un espacio distinto a cada ser que voy conociendo según la primera impresión.
También tengo que indicar que no soy el único y que hay mucha gente a la que le pasa aunque no lo reconozca. A veces soy víctima de esos prejuicios y hay gente que me mira mal porque no llevo corbata o que se piensa que soy imbécil porque no me quejo cuando me ponen el vino picado.
Ya sé que está mal visto reconocerlo y que lo bonito es decir que no se tienen ningún tipo de prejuicios, pero os estaría mintiendo. De todas formas, no os lo toméis a mal, porque si estáis leyendo esto lo más seguro es que seáis de los que el primer día me dieron buena espina.Y si no es así, no os preocupeis porque algunos pocos han conseguido cambiar esa percepción. Pero pocos, eh!
jajajajja
ResponderEliminare.
Ahora tengo mis dudas... pero no me contestes, no sea que me lleve un chasco
ResponderEliminarpuufff ¡¡¡ B7...tocada y hundida ¡¡¡
ResponderEliminarMejor no preguntar en que lista aparece mi nombre......si sirve para algo, estas muy tu en la foto.