De mayor quiero ser asesor o consultor. Como mola, llegas a la panadería de en frente y le dices al panadero lo que tiene que hacer para mejorar su negocio. Es muy fácil, vas y le preguntas que cuáles son los días que más vende; los sábados y los domingos, te contesta. También consultas cuál es el tipo de barra más consumido; la baguette, te dirá. A partir de hay preparas una detallada presentación en Power Point repleta de anglicismos para explicarle al señor panadero que el feed back del market research que le has hecho concluye que debe diversificar el target de su negocio, modificando la periodicidad e impulsando el desarrollo de new projects. Vamos, que tiene que vender más los demás días de la semana y que a ser posible hay que intentar vender la barra de leña y el pan artesano. En un mundo real, el panadero debería coger la barra más dura que tenga y correrte a gorrazos de su tienda.
Este es el maravilloso mundo de la consultoría, señor panadero, un boyante negocio por el cual unos cuantos muchos listos cobran un pastizal por decirnos obviedades a los tontos. Suelen ser un par de colegas que le ponen el nombre a la empresa, véase Ernesto y Joven o Precio y Casa del Agua y a partir de ahí van convenciendo a sus amiguetes en las grandes empresas para que se gasten millonadas en concienzudos informes que apenas consiguen el objetivo de salvar el culo del directivo que se lo ha encargado. Resulta curioso que es un sector con bastante puerta giratoria en el que el consultor a veces termina contratado en la empresa asesorada y viceversa.
Os parecerá que el ejemplo del panadero es exagerado, pero en todos los estudios de este tipo que he vivido en este mogollón de años que llevo haciendo que trabajo, me he sentido como él. De hecho ahora mismo estoy inmerso en dos procesos similares con singing-mornings de este tipo que hablan mucho, divagan más y no consiguen bajar a la tierra ni uno solo de sus filosóficos conceptos. Ellos defienden sus argumentos con cierta agresividad para evitar que les manden a la mierda por ir dando lecciones de lo que no saben; se escudan en el "a nadie le gusta que le digan lo que hace mal", pero el problema es cuando te lo dice alguno que no tiene ni puta idea y sólo sabe de técnicas de selling donkeys.
Los últimos consejos que he oído para mejorar algunas áreas de negocio os pueden resultar bastante útiles y por eso los comparto. Uno de ellos nos ha hecho una presentación de 90 diapositivas para decir que si ampliamos la facturación ampliaremos beneficios y el otro me ha tenido cuatro horas de reunión para concluir que si tratas bien al cliente este te seguirá comprando. Pues eso, a conseguir que la gente compre dos barras en lugar de una y seguir viviendo en este mundo de mentira.
Pues yo pienso seguir comprando la baguette los sábados y los domingos.
ResponderEliminarUn consultor es un señor que te dice qué hora es mirando en tu reloj. cobra por ello y al final se lleva el reloj. He sido consultor, lo confieso, y mi colección de relojes no tiene nada que envidiar a la de Ricardo Costa. Cuando lo dejé, llegué a sufrir la consultoría externa de un señor que acababa de jubilarse, tras 30 años de servicio en la misma institución y en el mismo puesto que ocupaba yo desde hacía dos meses. Es decir, que el asesor era mi predecesor en el puesto. Y su dictamen, con enorme conocimiento de causa, fue implacable: era necesario repensar y renovar totalmente MI servicio que "estaba totalmente caduco, obsoleto y sobredimensionado y en el que no se había introducido ninguna innovación en las últimas décadas". La institución era y es la ONU.
ResponderEliminar