Jordi Savall, un músico, desconocido para la gran masa, pero
admirado por el mundo de la cultura, ha dado una de sus mejores lecciones
magistrales la semana pasada al rechazar el Premio Nacional de Música que
reconocía sus méritos con la viola y su ferviente defensa de la tradición
musical. Savall despreciaba el galardón como reivindicación por el menosprecio
que los gobernantes tienen día a día al mundo de la cultura y en concreto a la
música.
Justo en el mismo día del desplante del premiado, una
compañía teatral presentaba un curioso proyecto en Madrid: en su próxima
función en la capital no cobrarán entradas como tales, sino que venderán
revistas pornográficas al precio de 16 euros y a los compradores de ese
distinguido artículo literario les regalarán unos folios con versos de Góngora
y una representación de su última obra, en el escenario. No es que estos chicos
sean partidarios de la masturbación colectiva en el patio de butacas, que por
otro lado sería bastante divertido y original, sino que han encontrado un
curioso recoveco para escapar del IVA cultural del 21%. Ante los desmanes de un
gobierno supuestamente tecnócrata y economicista, la cultura saca toda su
creatividad, que es mucha, para gritar contra quienes quieren apagar su voz.
En ninguna mente bien amueblada, aunque sea en el Ikea, se
puede entender que las autoridades elegidas democráticamente ataquen a
conciencia a los verdaderos pilares del futuro de una sociedad, la educación,
la ciencia y la cultura. Por mucho que basen sus argumentos en el PIB, la
deuda, la prima de riesgo y la rentabilidad económica, nuestro país ha
demostrado a través de la historia que si hay un campo en el que podemos
destacar e incluso rentabilizar económicamente es el de la cultura. Claro que
esto no interesa demasiado porque educación y cultura enseñan a pensar y en épocas
como estas vale más la pena que la gente esté distraída con otras cosas.
No he revisado bien el
listado, pero no me suena que entre los artículos consumidos por los “tarjeteros”
de Cajamadrid hubiera muchos abonos para la ópera o el auditorio de Madrid, entradas
del Teatro Español o visitas al Reina Sofía o al Thyssen… ellos son más de
puticlub y en su defecto de revista porno. Tiene su lógica pues que esos artículos
de primera necesidad para el bienestar social y de la tan protegida familia
española sólo tengan un 4% de IVA. Iré al teatro a consumir mi dosis de porno y
aplaudiré a Savall cuando tenga ocasión.
Me cuesta creer eso del IVA. Bueno, no.
ResponderEliminarChema
No te compres palomitas, que tienen mucha sal y ya sabes lo que te puede pasar........
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