martes, 7 de abril de 2020

AHORA MÁS QUE NUNCA


Tres de cada dos anuncios que se emiten en la radio llevan incorporada la frase “ahora más que nunca”. Diez de cada ocho entrevistados terminan afirmando que “juntos lo conseguiremos”. Cien de cada sesenta periodistas incluyen en su crónica eso de “esta crisis ha sacado lo mejor y lo peor de la gente”. Y por supuesto,  el mil por ciento de los programas incorporan, preferiblemente en la despedida, una nueva versión del “Resistiré”. No aguanto más, me va a explotar la cabeza, los medios han entrado en bucle y os voy a proponer el suicidio colectivo si vuelvo a oír una de estas malditas coletillas que se han convertido en los grandes éxitos de la pandemia, los highlights de la cuarentena.
Esto me pasa por intentar estar sobreinformado, en contra de los que recomendaban los psicopredicadores. Tantas horas de radio, de telediarios, de periódicos online de aquí y allá y, por supuesto, tantos grupos de WhatsApp enviando memes, noticias falsas y gilipolleces han minado mi escaso sentido crítico, han mermado mi capacidad de aguante y han chamuscado mi paciencia. Paciencia… a tomar por saco la paciencia, mañana es muy posible que saque todo ese espíritu violento que sabéis que llevo dentro y estampe contra la pared el transistor (forma antigua de llamar a ese antiguo medio de comunicación denominado radio), reviente el televisor con la thermomix  (forma antigua de llamar a ese antiguo mezclador denominado batidora o Turmix) y tire el móvil al retrete (forma antigua de llamar a ese antiguo medio de depuración denominado váter como simplificación de la expresión inglesa “Water Closet”, que realmente significa armario de agua, pero que se sigue utilizando el anglicismo porque traducido quedaría muy feo eso de cagar en un armario de agua).  
Llevamos casi un mes encerrados en casa y esas rutinas que tanto nos recomendaban empiezan a ser demasiado rutinarias. Es lo que tienen las rutinas. Y uno “prende” el radio o el monitor con la esperanza de encontrar aire fresco y te das de bruces con publicidad e información más repetitiva que el alioli. Anuncios teñidos de falsa y oportunista solidaridad, información sobre gélidos números embalsamados, selfies de sanitarios quejándose de falta de material, asesores despeinados en casas con cuadros muy feos hablando de obviedades y famosos o deportistas muy solidarios cantando himnos ñoños o donando raquetas de  pin-pon por si pueden servir de respiradores. Y todos los días lo mismo.
De verdad, necesito una breve desconexión para apaciguar mi lado gore y evitar una situación todavía más dramática de lo que es. Sin duda tengo demasiada azúcar o melaza acumulada en el cuerpo y la ira me ha salido contra mi amada profesión periodística.
Menos mal que siempre tienes las breves pero brillantes moralejas o sentencias de Manuel Javois en la radio o los emocionantes e inteligentes cierres de Telediario de Carlos del Amor, que ayudan a calmar a Mr.Hyde cuando cae la noche.
Ya veis que ahora, más que nunca, esta crisis ha sacado lo mejor y lo peor de mí, pero juntos lo conseguiremos.

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