Tres de cada dos anuncios que se emiten en la radio llevan
incorporada la frase “ahora más que nunca”. Diez de cada ocho entrevistados
terminan afirmando que “juntos lo conseguiremos”. Cien de cada sesenta
periodistas incluyen en su crónica eso de “esta crisis ha sacado lo mejor y lo
peor de la gente”. Y por supuesto,
el mil por ciento de los programas incorporan, preferiblemente en la
despedida, una nueva versión del “Resistiré”. No aguanto más, me va a explotar
la cabeza, los medios han entrado en bucle y os voy a proponer el suicidio
colectivo si vuelvo a oír una de estas malditas coletillas que se han
convertido en los grandes éxitos de la pandemia, los highlights de la
cuarentena.
Esto me pasa por intentar estar sobreinformado, en contra de
los que recomendaban los psicopredicadores. Tantas horas de radio, de
telediarios, de periódicos online de aquí y allá y, por supuesto, tantos grupos
de WhatsApp enviando memes, noticias falsas y gilipolleces han minado mi escaso
sentido crítico, han mermado mi capacidad de aguante y han chamuscado mi
paciencia. Paciencia… a tomar por saco la paciencia, mañana es muy posible que
saque todo ese espíritu violento que sabéis que llevo dentro y estampe contra
la pared el transistor (forma antigua de llamar a ese antiguo medio de
comunicación denominado radio), reviente el televisor con la thermomix (forma antigua de llamar a ese antiguo
mezclador denominado batidora o Turmix) y tire el móvil al retrete (forma
antigua de llamar a ese antiguo medio de depuración denominado váter como
simplificación de la expresión inglesa “Water Closet”, que realmente significa
armario de agua, pero que se sigue utilizando el anglicismo porque traducido
quedaría muy feo eso de cagar en un armario de agua).
Llevamos casi un mes encerrados en casa y esas rutinas que
tanto nos recomendaban empiezan a ser demasiado rutinarias. Es lo que tienen
las rutinas. Y uno “prende” el radio o el monitor con la esperanza de encontrar
aire fresco y te das de bruces con publicidad e información más repetitiva que
el alioli. Anuncios teñidos de falsa y oportunista solidaridad, información
sobre gélidos números embalsamados, selfies de sanitarios quejándose de falta
de material, asesores despeinados en casas con cuadros muy feos hablando de
obviedades y famosos o deportistas muy solidarios cantando himnos ñoños o
donando raquetas de pin-pon por si
pueden servir de respiradores. Y todos los días lo mismo.
De verdad, necesito una breve desconexión para apaciguar mi
lado gore y evitar una situación todavía más dramática de lo que es. Sin duda
tengo demasiada azúcar o melaza acumulada en el cuerpo y la ira me ha salido
contra mi amada profesión periodística.
Menos mal que siempre tienes las breves pero brillantes
moralejas o sentencias de Manuel Javois en la radio o los emocionantes e
inteligentes cierres de Telediario de Carlos del Amor, que ayudan a calmar a
Mr.Hyde cuando cae la noche.
Ya veis que ahora, más que nunca, esta crisis ha sacado lo
mejor y lo peor de mí, pero juntos lo conseguiremos.
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