Coño, me estoy dando cuenta de una cosa, pero si resulta que también hablan castellano los "sudacas", "guachupinos" y toda esa gente que viene a España a vivir en los barrios más mediocres. Qué curioso, a nadie le sale el nacionalismo lingüístico para defender a estos, ni nadie reconoce que también les condenamos a vivir en algún que otro gueto como los centros de internamiento de extranjeros. Todavía recuerdo comentarios de una conocida, un tanto nazionalista española, repudiando a los inmigrantes porque vienen a quitarnos nuestro trabajo, a utilizar nuestros hospitales y a llenarnos el país de delincuentes. Seguro que habéis oído a más de uno decir cosas así.
El otro día, en mi nochecita en el hospital lo comprobé. La mujer de la limpieza, el camillero, la camarera del bar y supongo que los del mortuorio, eran sudamericanos. Por cierto, también lo eran dos de los doctores que con gran profesionalidad atendieron a Diego; de hecho, una quería "jalarle" el dedo, a lo cual yo me negué porque sonaba muy raro.
Los mismos nacionalistas que darían su vida por el español son los que no entienden que alguien sea nacionalista catalán, vasco o corso y se llenan la boca con esa grandilocuente frase de "yo soy ciudadano del mundo, de un mundo sin fronteras ni nacionalismos". Pero gilipichas, entonces entrarían en nuestro país todos los sudacas, negros y moros del mundo, porque ellos también se supone que son ciudadanos de un mundo sin fronteras ni nacionalismos ¿en qué quedamos?
Que distinta es la historia según el papel que te toca jugar. Qué fácil es ser nacionalista o lo contrario, racista o tolerante, indignado o indigno.
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