Leí este espectacular titular en un periódico al comenzar el verano, y de cabeza me tiré a leerlo. Son interesantes reportajes en serie, que van haciendo sobre distintos temas y que con esos títulos enganchan mucho a los lectores. Ahora, además, lo pueden comprobar a través de sus páginas de internet y los medidores que indican cuáles son las noticias o reportajes más leídos o por lo menos, pinchados. Este artículo en cuestión se refería, como bien anunciaba, a algunas de las playas más flipantes de nuestra geografía, a calas pequeñitas, de difícil acceso, que nadie conoce y tienen un encanto especial. Así se supone que eran, hasta que llegó este brillante periodista, escribió su bonito reportaje y a cambio de su minuto de gloria convirtió esos paradisiacos parajes en algo similar a la estación de Metro de Sol. Perdón, de Vodafone Sol. El periódico ofrece un buen contenido a sus lectores, el periodista, que se ha marcado un viajecito de envidia, se cuelga su medallita y la pobre playa pierde de un plumazo la gran mayoría de esos encantos que se describían en el reportaje.
En el pueblo al que vamos los fines de semana (que en esta entrada no voy a mencionar), situado en un espectacular valle y con una atmósfera que transmite calma y bienestar, nos ocurre exactamente lo mismo. De repente hay un fin de semana que no paran de llegar coches, que entran, gritan debajo de las buitreras, tiran una bolsa de patatas al suelo y se marchan. Cuando nos preguntamos entre los vecinos el por qué de tanto trasiego, siempre hay alguno que nos saca de dudas: Es que ha salido el pueblo en El viajero de El País o en el especial de El Mundo o en no sé que programa de televisión. Entre los vecinos hay un locutor de radio y muchas veces le he escuchado hablar del pueblo en la radio, pero sin decir nunca el nombre ni dónde está.
No quiero con esto decir que la gente no tenga derecho a ir a nuestro pueblo o a las calas más recónditas, los rincones más especiales de las ciudades o los burdeles más limpios de la periferia, pero que venga el que de verdad tiene interés, no el que se acoge de manera indiscriminada al efecto llamada.
Ahora ha vuelto a crecer el tráfico de acceso al valle y no sabíamos muy
bien el motivo, hasta que hemos descubierto una nueva señal en la
carretera general. La clásica señal de vistas panorámicas con la imagen
de una cámara de fotos antigua. De este mes no pasa... Parecerá un accidente.
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