Es un lugar común decir que te quieres ir de este país. Yo soy el primero que últimamente me recreo en el lloriqueo y termino echando pestes de nuestro país. Antipatriota me podrían llamar algunos y también se lo podrían decir a los que se marchan de verdad porque no les queda más remedio o cojones que buscarse las habichuelas más allá de los Pirineos. Nunca antes había tenido esta sensación, pero ahora, sinceramente, hay mucho de lo que avergonzarse y poca sensación de que los ciudadanos de a pie podamos hacer algo porque cada vez contamos menos.
Sin embargo, esta noche han venido a cenar unos amigos de San Francisco, una curiosa familia multicultural con padre indio, madre alemana, hijos americanos y residentes en Estocolmo. Hablan cuatro idiomas y conocen el mundo como la palma de la mano, ya que su destino laboral les ha ido posando en diferentes continentes y antagónicas capitales. La cena ha sido divertida porque entre ellos hablan a veces en indio, a veces en alemán, mientras que los niños mayores hablan en inglés y los pequeños en sueco...Muchiglotas. Pues bien, los pobres estaban encantados de estar en España de ver calor en el ambiente (y mira que han pillado la puta ciclogénesis explosiva) y sobre todo en la gente. Nos comentan que están asqueados en Suecia, que la gente es fría y cerrada, que no existe vida social, que el nivel de vida será alto y lo que quieran, pero que eso no es lo que debe considerarse calidad de vida.
Claro que ellos vienen de San Francisco, que es la más latina y abierta de las ciudades americanas, pero saben de qué hablan y no pueden entender que la sociedad llegue a cerrarse hasta tal punto; la única explicación, y no es poca, es el clima. Con toda esa conversación recorriendo el mundo, he recordado mis sensaciones cuando viajaba semanalmente por todo el mundo en mi profesión de periodista deportivo; visitaba lugares maravillosos, conocía capitales espectaculares, pero siempre terminaba diciendo lo mismo: como en España no se vive en ningún sitio. Tenemos, por latitud, el mejor clima de la tierra, sin excesivos fenómenos naturales agresivos; contamos con una variedad geográfica y paisajística brutal; hemos forjado un estilo de vida y de comportamiento de mente abierta y cercanía social hacia el prójimo; nuestra gastronomía es de primerísima división y realmente variada... Coño, que lo tenemos casi todo para poder ser uno de los lugares más envidiables del planeta, con la mejor calidad de vida.
Y sin embargo estamos sumidos en esta densa, espesa y putrefacta niebla creada por una serie de corruptos anquilosados que se han creído que el país es suyo y pueden hacer y disponer a su gusto, enriquecerse, saltarse las leyes, reinterpretarlas, rehacerlas a su gusto, menospreciar al pueblo, insultarlo cada día y esparcir por todo el país está asquerosa sensación de desazón y escepticismo que no nos merecemos. Por eso tras escuchar a nuestros amigos hablar de Suecia, de Alemania, de India, o de Estados Unidos, hemos llegado a la conclusión de que España es un gran país y quien sobra son esos apoltronados que nos dirigen y que además se llenan la boca de falso patriotismo cuando defienden la marca España, su marca España, que no la nuestra. Hay que echarles a gorrazos.
Hachetetepebarrabarra y después lo que quieras poner. Es un título demasiado ambíguo para un blog, demasiado abierto. Pero así es este espacio. Unos días abierto para la alegría, otros para la pena; para la esperanza o el escepticismo; la reflexión o la ironía... Lo que salga de los huevos ¿no?
domingo, 29 de diciembre de 2013
jueves, 26 de diciembre de 2013
COSAS DE LA VIDA
Cuando tengo hipo siempre canto la misma canción; no recuerdo el reputado autor o compositor, pero me sé de memoria el estribillo: "En la granja de Pepito ia-ia-o, en la granja de Pepito ia-ia-o..." y así hasta el infinito y más allá o hasta que se me quite el hipo. Parece una sonora gilipollez. Lo es. Eso sí, divertido es mucho, porque cada vez el hipo cae en una letra distinta y yo lo exagero dando un saltito. Como podéis imaginar mis hijos se despifostian viendo a su padre cantando: "en la grAAAAnja de PepIIIIto ia-ia-OOO". Incluso el otro día me pareció entender entre las risas un "Papá, tú sí que molas". Abro paréntesis, babeo, cierro paréntesis.
No es difícil hacer feliz a un hijo. Lo que nunca falla son las bromas de pedos y cacas. Así es, al canijo Lucio le despierto a diario con bromas sobre sus pedos-sopla, sus cuescos-trompeta o la pedorreta-metralleta y ya pueden ser las cinco de la madrugada, que el niño suelta una carcajada y salta de la cama en un plis.
Esta semana, además de estar contento por las vacaciones, estaba animado porque le iban a entrevistar para un programa de radio de esos en los que los enanos dicen verdades como puños aderezadas con disparatados disparates. Ese día le llevé al cole y se ve que iba entrenando porque en el camino me soltó una de las buenas: "Papá cuando tú eras pequeño y el mundo era todo en blanco y negro, no podías distinguir ese abrigo naranja de ese azul, ¿verdad?"
No me quedo más remedio que desinflarle el globo y explicarle que sólo eran en b/n las fotos, pero la vida era en color. Se quedó chafado. Después le di una charla metafísica con la consabida moraleja de "en cada momento de la vida estás aprendiendo algo nuevo", a lo que me contestó: "Sí papá, incluso cuando estoy giñando unos zurullos deslizantes ¿verdad?".
Obviamente simulé un gran enfado entre sonrisas y le avisé de que le iban a castigar si decía eso en clase. Y como tenía el día contestón, reconoció que no era la primera vez que le castigaban, que ya lo habían hecho otra vez. A punto de soltar la carcajada, volví a fingir el cabreo y grité: "¿por qué?"
Su respuesta terminó tajantemente con la conversación: "Papá.. ¡cosas de la vida!"
PD Ayer en otra conversación me preguntó "¿para qué sirve la misa?", pero aún no he sabido contestarle...
No es difícil hacer feliz a un hijo. Lo que nunca falla son las bromas de pedos y cacas. Así es, al canijo Lucio le despierto a diario con bromas sobre sus pedos-sopla, sus cuescos-trompeta o la pedorreta-metralleta y ya pueden ser las cinco de la madrugada, que el niño suelta una carcajada y salta de la cama en un plis.
Esta semana, además de estar contento por las vacaciones, estaba animado porque le iban a entrevistar para un programa de radio de esos en los que los enanos dicen verdades como puños aderezadas con disparatados disparates. Ese día le llevé al cole y se ve que iba entrenando porque en el camino me soltó una de las buenas: "Papá cuando tú eras pequeño y el mundo era todo en blanco y negro, no podías distinguir ese abrigo naranja de ese azul, ¿verdad?"
No me quedo más remedio que desinflarle el globo y explicarle que sólo eran en b/n las fotos, pero la vida era en color. Se quedó chafado. Después le di una charla metafísica con la consabida moraleja de "en cada momento de la vida estás aprendiendo algo nuevo", a lo que me contestó: "Sí papá, incluso cuando estoy giñando unos zurullos deslizantes ¿verdad?".
Obviamente simulé un gran enfado entre sonrisas y le avisé de que le iban a castigar si decía eso en clase. Y como tenía el día contestón, reconoció que no era la primera vez que le castigaban, que ya lo habían hecho otra vez. A punto de soltar la carcajada, volví a fingir el cabreo y grité: "¿por qué?"
Su respuesta terminó tajantemente con la conversación: "Papá.. ¡cosas de la vida!"
PD Ayer en otra conversación me preguntó "¿para qué sirve la misa?", pero aún no he sabido contestarle...
lunes, 23 de diciembre de 2013
HASTA SIEMPRE MAESTRO (A Javier Herrero)
Hace unos meses escribía una entrada en homenaje a Javier Herrero, periodista de motor y director de la revista Motociclismo durante un par de décadas. Esta mañana bajo una espesa y gélida niebla le hemos despedido en su querida Saldaña.
La semana pasada hablé con su hijo Antonio porque me apetecía charlar con el Cheli y preguntarle alguna duda sobre unas fotos de Sito y Garriga, pero me dijo que estaba hospitalizado y que cuando se encontrase bien me llamaría. Pero no me llamó. Tres días después me escribió de nuevo Antonio para decirme que la cosa pintaba mal y que los médicos habían dicho que era cuestión de días. Me quedé helado frente al ordenador y mi hijo, que me sorprendió llorando, preguntó angustiado el motivo: "se está muriendo un amigo, mi maestro".-Contesté.
Un maestro es alguien que te enseña, te corrige, te empuja, te regaña y confía en ti. Y eso fue Javier para mí y creo que para otros muchos. Me enseñó a leer las carreras, a dar importancia a lo importante, a hacer noticia de la anécdota, a no dejarme influir por los poderosos y sobre todo a saber lo que el aficionado esperaba de nosotros. Me corrigió para que publicase siempre la clasificación completa, para que no gastase tantos carretes, para que hiciera más fotos de grupos, para que no aceptase presiones... Me empujó para recorrer el mundo con la cámara y la máquina de escribir haciendo lo que más me gustaba, incluso quitándole a él mismo el billete en más de una ocasión. Me regañó, porque el Cheli era un tipo con personalidad, exigente y estricto y cuando algo no le gustaba lo decía de inmediato y si se lo discutías te retaba a un duro campeonato de cabezones que solía ganar. Claro que sí, los que se mueren también tienen cosas malas y más de una vez volví a casa jodido por una bronca con Javier. Pero confió en mí, no sé por qué, pero desde el primer momento tuvimos buena sintonía, él vio que yo tenía ganas de trabajar y aprender y apostó por mí, me mandó al Mundial durante varios años y me daba rienda suelta para hacer cosas nuevas y diferentes, entrevistas en casa de los pilotos, viajes con ellos, la otra cara del motociclismo.
Siempre que me lo encontraba reconocía que yo le había descubierto que en los entrenamientos también se pueden hacer buenas fotos. Otra vez me recriminaba que era muy blando porque un piloto me había pedido que le pusiera una foto lateral para que se vieran sus patrocinadores; tiró la diapo a la basura y dijo: "¿cómo dices que ha quedado?, ¿cuarto?... Que hubiese corrido más". Y desde que dejé aquellas páginas, cada vez que nos cruzábamos repetía: "¿Te has arruinado ya?, a ver si te arruinas de una vez y vienes a trabajar conmigo de nuevo".
En octubre le vi por última vez en el Red Bull Give Me Five, estaba desmejorado, pero alegre y feliz de estar en unos boxes, su casa. Lo era todo en el mundo de la moto y era el líder de una generación de periodistas y como tal ejercía cada año, frente a la tumba de César Agüí, con sus palabras de recuerdo salpicadas de humor y culminadas con un "y ahora los que creéis en dios y los que no también, rezamos un padre nuestro por César". Como lo era todo en su Saldaña natal, de ahí que decenas de compañeros hayan viajado más de seiscientos kilómetros para despedirle y que no hubiera ni un hueco en la iglesia entre los centenares de vecinos y que las coronas de flores se amontonasen por encima de la niebla. Y los que creen y los que no, le han rezado su padre nuestro.
Al despedirme, Antonio ha sollozado que ayer mismo comentó que tenía que llamarme. Tranquilo Cheli, ya tendremos tiempo...
PD. He dudado si publicar esta entrada en un día como hoy, pero después he pensado que precisamente es el mejor día para recordar a Javier y a todos los que no están. Creas o no.
La semana pasada hablé con su hijo Antonio porque me apetecía charlar con el Cheli y preguntarle alguna duda sobre unas fotos de Sito y Garriga, pero me dijo que estaba hospitalizado y que cuando se encontrase bien me llamaría. Pero no me llamó. Tres días después me escribió de nuevo Antonio para decirme que la cosa pintaba mal y que los médicos habían dicho que era cuestión de días. Me quedé helado frente al ordenador y mi hijo, que me sorprendió llorando, preguntó angustiado el motivo: "se está muriendo un amigo, mi maestro".-Contesté.
Un maestro es alguien que te enseña, te corrige, te empuja, te regaña y confía en ti. Y eso fue Javier para mí y creo que para otros muchos. Me enseñó a leer las carreras, a dar importancia a lo importante, a hacer noticia de la anécdota, a no dejarme influir por los poderosos y sobre todo a saber lo que el aficionado esperaba de nosotros. Me corrigió para que publicase siempre la clasificación completa, para que no gastase tantos carretes, para que hiciera más fotos de grupos, para que no aceptase presiones... Me empujó para recorrer el mundo con la cámara y la máquina de escribir haciendo lo que más me gustaba, incluso quitándole a él mismo el billete en más de una ocasión. Me regañó, porque el Cheli era un tipo con personalidad, exigente y estricto y cuando algo no le gustaba lo decía de inmediato y si se lo discutías te retaba a un duro campeonato de cabezones que solía ganar. Claro que sí, los que se mueren también tienen cosas malas y más de una vez volví a casa jodido por una bronca con Javier. Pero confió en mí, no sé por qué, pero desde el primer momento tuvimos buena sintonía, él vio que yo tenía ganas de trabajar y aprender y apostó por mí, me mandó al Mundial durante varios años y me daba rienda suelta para hacer cosas nuevas y diferentes, entrevistas en casa de los pilotos, viajes con ellos, la otra cara del motociclismo.
Siempre que me lo encontraba reconocía que yo le había descubierto que en los entrenamientos también se pueden hacer buenas fotos. Otra vez me recriminaba que era muy blando porque un piloto me había pedido que le pusiera una foto lateral para que se vieran sus patrocinadores; tiró la diapo a la basura y dijo: "¿cómo dices que ha quedado?, ¿cuarto?... Que hubiese corrido más". Y desde que dejé aquellas páginas, cada vez que nos cruzábamos repetía: "¿Te has arruinado ya?, a ver si te arruinas de una vez y vienes a trabajar conmigo de nuevo".
En octubre le vi por última vez en el Red Bull Give Me Five, estaba desmejorado, pero alegre y feliz de estar en unos boxes, su casa. Lo era todo en el mundo de la moto y era el líder de una generación de periodistas y como tal ejercía cada año, frente a la tumba de César Agüí, con sus palabras de recuerdo salpicadas de humor y culminadas con un "y ahora los que creéis en dios y los que no también, rezamos un padre nuestro por César". Como lo era todo en su Saldaña natal, de ahí que decenas de compañeros hayan viajado más de seiscientos kilómetros para despedirle y que no hubiera ni un hueco en la iglesia entre los centenares de vecinos y que las coronas de flores se amontonasen por encima de la niebla. Y los que creen y los que no, le han rezado su padre nuestro.
Al despedirme, Antonio ha sollozado que ayer mismo comentó que tenía que llamarme. Tranquilo Cheli, ya tendremos tiempo...
PD. He dudado si publicar esta entrada en un día como hoy, pero después he pensado que precisamente es el mejor día para recordar a Javier y a todos los que no están. Creas o no.
viernes, 20 de diciembre de 2013
HAZTE EXTRANJERO
Sube la luz. Aznar prevarica en Cajamadrid. A Ignacio González le pillan su trapicheo del ático. Espe no conoce a López Viejo. Rescatamos Novacaixa Galicia y se lo vendemos baratito a unos venezolanos. La reforma del aborto nos devuelve a los tiempos londinenses. La Guardia civil registra la sede de UGT. La Unión Europea sospecha de los tejemanejes de Florentino. Del Nido a la cárcel (te está bien empleado por la UEFA que le ganó el Sevilla al Espanyol). Matas en el banquillo. A Fabra no le tocará la lotería este año. Cristina e Iñaki están a punto de caramelo. Chavez y Griñán, imputados. Lo de Agag con las armas, da miedito. Messi no era tan tonto como parecía. Rajoy sigue preso de Bárcenas y viceversa. Al juez que diga algo, nos lo cargamos. Prohibido hacer deporte en lugares públicos. Venga niños, a estudiar religión. Las preferentes eran un engaño con nocturnidad y alevosía. Las teles autonómicas al garete. La sanidad en venta. Gibraltar, español. Catalunya, también. Montoro limpia Hacienda de socialistas. Mrs. Bottle is Mrs. Bottle. Si te quejas muy alto te detendrá un poli y te caerá un multón. Si el poli no lo hace, te detendrá un vigilante jurado... Y encima llega una empresa de capital mejicano y chino y te dice que no te hagas extranjero y que seas un orgulloso español... Pues yo estoy buscando la fórmula para apostatar de nacionalidad y pasar a ser eso que los antinacionalistas llaman ciudadano del mundo. Seré extranjero en todas partes, hasta que los titulares de la prensa reflejen otra realidad.
O lo que es lo mismo, hasta que a alguien se le hinchen las pelotas...
PD. Eso sí, sube la bolsa.
O lo que es lo mismo, hasta que a alguien se le hinchen las pelotas...
PD. Eso sí, sube la bolsa.
martes, 17 de diciembre de 2013
¿EDUCAR PERSONAS O FORMAR TRABAJADORES?
La educación de nuestros hijos es el tema preferente de conversación de aquellos que vinimos al mundo antes de que se muriese el cabronazo. Qué forma más rebuscada de llamar a los cuarentones y cincuentones y de paso darle un viajecito al caudillo, ¿verdad?...
En nuestro caso el tema empieza a ser redundante porque llevamos meses dando vueltas a los mismos argumentos y terminamos siempre indignados, por no decir desesperados, ante el sistema educativo español. Cuando vivimos en San Francisco tuvimos la oportunidad de comprobar que hay vida más allá de las leyes españolas y de los sistemas anacrónicos de enseñar que se siguen en este país. Recientemente he hablado con españoles que estudian en Bélgica e Irlanda, respectivamente, y comentan exactamente lo mismo, que su sistema es mucho más amable, razonable y actual. Cada dos por tres se emite algún reportaje sobre la educación en Finlandia o en Corea o se publica alguna entrevista con personalidades del mundo de la educación que se desgañitan para decir que vamos por mal camino.
Pero nada, no sirve de nada, nuestro sistema no sólo mantiene sus grandes deficiencias sino que las aumenta con la nueva ley Wert que ahonda en la herida. Mientras, en otros países se adaptan a la llamada sociedad de la información en la que los chavales pueden obtener cualquier tipo de dato con un sólo clic, y pasan a potenciar la educación en valores, la creatividad, el debate, la exposición en público y las humanidades. Nosotros insistimos en sistemas antidiluvianos de aprendizaje a martillo y cincel, seguimos memorizando datos y más datos, aprendiendo fechas, fórmulas, listas; somos exigentes e intransigentes con los alumnos, les freímos a deberes y seguimos pensando que nuestro nivel en las pruebas Pisa y otros rankings internacionales es malo por falta de exigencia.
En todos esos países que he mencionado, que me cuentan y que he vivido, la educación en la escuela potencia cultura, ética, ciudadanía, solidaridad, humanismo y es intensiva con los alumnos durante el tiempo de clase, para que en casa puedan descansar, jugar y vivir. El principal objetivo es enseñar a los niños los conceptos básicos, formarles como personas, enseñarles a pensar y a defender sus argumentos lógicos.
Aquí descartamos y ridiculizamos la que debería ser la médula espinal de la formación, que es la educación para la ciudadanía, nos cargamos la filosofía, enterramos la historia del arte y eliminamos cualquier posibilidad de brillo creativo por parte de los niños. Por dios, que ninguno se salga del redil, que nos rompe la media y nos retrasa el temario. Pero si hasta la asignatura de música, que debería fomentar la creatividad y el arte, la han convertido en pura teoría y memorización de conceptos, definiciones y fechas.
Los profesores le echan la culpa a los colegios, los colegios al Ministerio y el Ministerio a ZP, pero el caso tiene mala solución por su politización y porque buena parte de nuestros compatriotas no comparten este criterio y siguen defendiendo otros objetivos bien distintos: que los chicos estudien más y más, que el nivel sea más alto y que se les prepare para carreras con salidas laborales. Qué se puede esperar de un país donde la palabra "intelectual" llega a usarse en tono despectivo y la de "ejecutivo" es sinónimo de brillantez...
En nuestro caso el tema empieza a ser redundante porque llevamos meses dando vueltas a los mismos argumentos y terminamos siempre indignados, por no decir desesperados, ante el sistema educativo español. Cuando vivimos en San Francisco tuvimos la oportunidad de comprobar que hay vida más allá de las leyes españolas y de los sistemas anacrónicos de enseñar que se siguen en este país. Recientemente he hablado con españoles que estudian en Bélgica e Irlanda, respectivamente, y comentan exactamente lo mismo, que su sistema es mucho más amable, razonable y actual. Cada dos por tres se emite algún reportaje sobre la educación en Finlandia o en Corea o se publica alguna entrevista con personalidades del mundo de la educación que se desgañitan para decir que vamos por mal camino.
Pero nada, no sirve de nada, nuestro sistema no sólo mantiene sus grandes deficiencias sino que las aumenta con la nueva ley Wert que ahonda en la herida. Mientras, en otros países se adaptan a la llamada sociedad de la información en la que los chavales pueden obtener cualquier tipo de dato con un sólo clic, y pasan a potenciar la educación en valores, la creatividad, el debate, la exposición en público y las humanidades. Nosotros insistimos en sistemas antidiluvianos de aprendizaje a martillo y cincel, seguimos memorizando datos y más datos, aprendiendo fechas, fórmulas, listas; somos exigentes e intransigentes con los alumnos, les freímos a deberes y seguimos pensando que nuestro nivel en las pruebas Pisa y otros rankings internacionales es malo por falta de exigencia.
En todos esos países que he mencionado, que me cuentan y que he vivido, la educación en la escuela potencia cultura, ética, ciudadanía, solidaridad, humanismo y es intensiva con los alumnos durante el tiempo de clase, para que en casa puedan descansar, jugar y vivir. El principal objetivo es enseñar a los niños los conceptos básicos, formarles como personas, enseñarles a pensar y a defender sus argumentos lógicos.
Aquí descartamos y ridiculizamos la que debería ser la médula espinal de la formación, que es la educación para la ciudadanía, nos cargamos la filosofía, enterramos la historia del arte y eliminamos cualquier posibilidad de brillo creativo por parte de los niños. Por dios, que ninguno se salga del redil, que nos rompe la media y nos retrasa el temario. Pero si hasta la asignatura de música, que debería fomentar la creatividad y el arte, la han convertido en pura teoría y memorización de conceptos, definiciones y fechas.
Los profesores le echan la culpa a los colegios, los colegios al Ministerio y el Ministerio a ZP, pero el caso tiene mala solución por su politización y porque buena parte de nuestros compatriotas no comparten este criterio y siguen defendiendo otros objetivos bien distintos: que los chicos estudien más y más, que el nivel sea más alto y que se les prepare para carreras con salidas laborales. Qué se puede esperar de un país donde la palabra "intelectual" llega a usarse en tono despectivo y la de "ejecutivo" es sinónimo de brillantez...
domingo, 15 de diciembre de 2013
MI PRIMER TRABAJO
Ahora que uno ya sólo sirve para dar consejitos y recordar batallas, siempre que tengo oportunidad de asesorar a jóvenes estudiantes e incluso a mis hijos, recomiendo apostar profesionalmente por lo que a uno le guste y conozca bien. Obviamente mi propio ejemplo me permite explicarlo bien y la foto que he encontrado revolviendo archivo, ilustra lo que cuento.
Todavía no era mayor de edad, pero llevaba años subido a la furgoneta de mi amigo y piloto de motocross, Carlos Tertre, de carrera en carrera. De mi padre había heredado su afición a la fotografía y había tomado prestada sin que se diera cuenta su Canon AE1. Tenía claro cuales eran mis pasiones, la moto y la fotografía, y aposté por ellas. Leyendo revistas y más revistas, comprobé que una de ellas, Solo Moto, no sacaba casi nada de las carreras que había en la zona centro, así que les mandé una cartita ofreciéndome de colaborador y a la semana siguiente me llamaron confirmando su interés. Así empecé este camino en el que de alguna forma sigo, iba a las carreras en mi Vespa 200, hacía fotos, las revelaba yo mismo, escribía la crónica y me iba al aeropuerto a pedirle a un pasajero o piloto de avión, que me lo llevase a Barcelona. De vez en cuando también me encargaban colocar alguna pancarta de la revista e incluso repartir octavillas o merchandising. Al final de mes me mandaban una liquidación de mis colaboraciones, por la que me sacaba unos 50 ó 60 euros al mes, lo cual, evidentemente, no me daba ni para pagar la gasolina y los carretes de fotos. Era mi culpa, porque el día que me llamaron ejercí de novato a la perfección con ese típico: "Para mí, el dinero es lo de menos, lo que quiero es aprender"; me lo tomaron al pie de la letra. Eso sí, yo era feliz y aprendía a pasos agigantados. En ese sentido y aunque duré poco tiempo en esa publicación, hoy sigo recordando con un enorme agradecimiento a Joan García Luque que fue quién me dio esa oportunidad; como a Jose Egido, que me abrió la puerta de Marca o Claudio Boet, que me fichó para Motociclismo.
No voy a negar que todos los comienzos son difíciles, pero sí saco una lectura a posteriori muy obvia: si tienes la suerte de poder trabajar en lo que te apasiona, es mucho más fácil ser buen profesional y disfrutar del trabajo como si no fuese una obligación. Ya sé que no todo el mundo tiene la suerte que yo tuve para poder hacerlo. Por eso cada día le rezo un par de padre-nuestros a San Columbano, el patrón del motociclismo.
Lo curioso del tema es que treinta y dos años después, la cosa ha cambiado muy poco, la Vespa sigue igual, yo he mejorado sin las gafas, la Montse sigue imponente y sigo dedicándome al maravilloso mundo de la pancarta.
PD. Siento mucho que el fondo de la foto sea tan indigno estadio, pero no sé usar Photoshop para recortarlo.
Todavía no era mayor de edad, pero llevaba años subido a la furgoneta de mi amigo y piloto de motocross, Carlos Tertre, de carrera en carrera. De mi padre había heredado su afición a la fotografía y había tomado prestada sin que se diera cuenta su Canon AE1. Tenía claro cuales eran mis pasiones, la moto y la fotografía, y aposté por ellas. Leyendo revistas y más revistas, comprobé que una de ellas, Solo Moto, no sacaba casi nada de las carreras que había en la zona centro, así que les mandé una cartita ofreciéndome de colaborador y a la semana siguiente me llamaron confirmando su interés. Así empecé este camino en el que de alguna forma sigo, iba a las carreras en mi Vespa 200, hacía fotos, las revelaba yo mismo, escribía la crónica y me iba al aeropuerto a pedirle a un pasajero o piloto de avión, que me lo llevase a Barcelona. De vez en cuando también me encargaban colocar alguna pancarta de la revista e incluso repartir octavillas o merchandising. Al final de mes me mandaban una liquidación de mis colaboraciones, por la que me sacaba unos 50 ó 60 euros al mes, lo cual, evidentemente, no me daba ni para pagar la gasolina y los carretes de fotos. Era mi culpa, porque el día que me llamaron ejercí de novato a la perfección con ese típico: "Para mí, el dinero es lo de menos, lo que quiero es aprender"; me lo tomaron al pie de la letra. Eso sí, yo era feliz y aprendía a pasos agigantados. En ese sentido y aunque duré poco tiempo en esa publicación, hoy sigo recordando con un enorme agradecimiento a Joan García Luque que fue quién me dio esa oportunidad; como a Jose Egido, que me abrió la puerta de Marca o Claudio Boet, que me fichó para Motociclismo.
No voy a negar que todos los comienzos son difíciles, pero sí saco una lectura a posteriori muy obvia: si tienes la suerte de poder trabajar en lo que te apasiona, es mucho más fácil ser buen profesional y disfrutar del trabajo como si no fuese una obligación. Ya sé que no todo el mundo tiene la suerte que yo tuve para poder hacerlo. Por eso cada día le rezo un par de padre-nuestros a San Columbano, el patrón del motociclismo.
Lo curioso del tema es que treinta y dos años después, la cosa ha cambiado muy poco, la Vespa sigue igual, yo he mejorado sin las gafas, la Montse sigue imponente y sigo dedicándome al maravilloso mundo de la pancarta.
PD. Siento mucho que el fondo de la foto sea tan indigno estadio, pero no sé usar Photoshop para recortarlo.
martes, 10 de diciembre de 2013
COCHE AMARILLO
Esta mañana, llevándole al colegio, me ha metido un contundente 23-11y eso que he usado algunas artimañas que él no puede hacer y que por supuesto no he confesado; como voy conduciendo utilizo los retrovisores para detectar los tonos amarillos en la lejanía, antes de que se acerquen. También intento taparle toda la visión que puedo subiendo mi cabezón y echándome a la izquierda para que él no pueda ver los coches que vienen de frente antes que yo. Pero aun así, el capullín es muy rápido de reflejos y no tiene que estar pendiente del tira y afloja matutino de la M-30. El caso es que le he dejado en el cole y me he ido con las orejas gachas, totalmente humillado.
Eso sí, por la tarde me he vengado. He cogido mi moto nueva para ir al centro y el karma me ha jugado una mala pasada: me he quedado tirado en la M-30. Una hora he estado esperando a una grúa, una hora en la que he visto pasar a 47 coches amarillos, 34 Minis (4 de ellos amarillos), 3 camiones amarillos y un autobús. Chúpate esa mocoso, que no remontas esto ni en un mes.
domingo, 8 de diciembre de 2013
SERVENTESIO
Diego se asoma a mi móvil y escupe: “¿Quién es el friki que
busca un poema por Internet?” Avergonzado y temeroso le contesto: “He sido yo
porque estaba leyendo un artículo en el periódico y hablaban de ese poema”. A
juzgar por su cara condescendiente, creo que ha entendido mis argumentos y me
ha perdonado.
Llevamos unos días duros con la poesía. Martín tiene examen
de literatura y tiene que aprenderse todos los tipos de estrofa, su rima, su
métrica y no sé cuántos recursos más, así que hemos optado por las viejas
normas mnemotécnicas de esta casa y al final hemos sacado varios trucos para que el
chavalillo vaya medianamente preparado al control. Hay muchas fáciles de
aprender y distinguir y él mismo ha puesto bastante de su parte, pero con las
de cuatro versos hemos chocado; son un montón y muy parecidas, con lo cual
necesitábamos alguna triquiñuela para memorizarlas. Ha sido fácil, el cuarteto
y el serventesio son dos chicos grandullones (endecasílabos) que salen respectivamente
con dos jovencitas (octosílabas) que son la redondilla y la cuarteta. De esa
forma sabe las medidas de cada estrofa y sabe que cuarteto y redondilla riman
igual (abba) y los otros también (abab).
Antes de que lo penséis, reconozco que el sistema es algo
sexista, machista e incluso homófobo, porque estoy dando por hecho que cuarteto
y serventesio no van a enrollarse entre sí (ni por supuesto las féminas) y que
los chicos son más grandes y fuertes que las chicas. Vale, es una técnica
políticamente incorrecta, pero literariamente muy válida y si no os importa lo
de las peras y las manzanas se lo explicaré cuando repasemos educación para la
ciudadanía, si Wert quiere. Vamos a ir como Simeone, partido a partido.
Lo malo de todo este capítulo poético es que al pequeño
Lucio le ha hecho mucha gracia el nombre y lleva todo el día llamando Serventesio
a todo el que se cruza con él. Lo que no sabe es que ya tiene mote para toda la
vida: Serven.
PD. Yo me aprendí lo del cuarteto y su rima (ABBA) con la foto de este cuarteto, pero si se lo llego a sugerir a Martín, también me habría llamado friki... y con razón.
miércoles, 4 de diciembre de 2013
LIBERTAD DE EXPRISIÓN
Hay noticias que impactan más que otras. Depende de la capacidad o ganas que uno tenga de ponerse en la carne del otro. Eso, siempre y cuando no se funda ese fusible que tenemos en la conciencia que controla el nivel de drama que estamos dispuestos a tolerar en cada momento. Por eso pasan por alto los grandes atentados y masacres de Afghanistan, Irak o Siria, pero ponemos todos nuestros sentidos en noticias que deberían ser irrelevantes. Dentro de esos límites, mi fusible me permitió el otro día leer la noticia que se escondía tras una angustiosa imagen de una jovencitas, casi niñas, uniformadas con túnicas blancas y encarceladas por haber participado en una manifestación en defensa del presidente, que democráticamente había elegido el pueblo. Eran niñas, eran egipcias y las acababan de condenar a once años de prisión por algo tan humano como expresar su opinión. Como suele ser habitual en estos casos pensé para mis adentros eso de "qué animalitos" y me consolé pensando que Egipto estaba muy lejos.
Al día siguiente, en el mismo diario y con el mismo asombro y desconcierto leí la información sobre la llamada ley Fernández que el gobierno prepara para reforzar la seguridad nacional. Un montón de medidas represivas para acabar con cualquier tipo de protesta popular, con multas desmesuradas por conceptos tan abstractos como las ofensas a España, sus himnos, símbolos o emblemas. Pero lo peor de todo es que este gobierno tan liberal y liberalizador vuelve a saltarse a la torera la distinción de poderes y después de ningunear al legislativo, ahora vapulea al jurídico, quitándole las competencias sobre estos asuntos y dándoselas directamente a la policía. Vamos, que si un madero te ve tarareando "chunda chunda" mientras suena el himno nacional, te pueden caer 30.000 euros de multa. Tiemblo, porque si rastrean este blog voy a tener que hipotecar hasta las cenizas de mi abuela.
Es curioso porque el repertorio de sandeces está hecho muy ad hoc del partido en el gobierno y pasa a prohibir punto por punto todos los actos que le han puesto en entredicho en los últimos años. Sin embargo, luego he seguido leyendo y me he quedado más tranquilo porque veo que se prohibe en buena medida la prostitución, que se perseguirá al Obispo de Granada por justificar la violencia contra la mujer; que se multará a todas esa nuevas generaciones que posan con símbolos de la patria no autorizados; que se atacará a quién haga apología del delito, como este; que se irá contra quienes no colaboren con la policía en la averiguación y prevención del delito (incluso borrando ordenadores de sus corruptos extesoreros) y finalmente se multará con 30.000 euros el maltrato animal... Ahora hay que cuantificar la cuota a pagar por banderilla, puya, rejón, espada o descabello. Y que viva la libertad de expresión promovida por este impulsivo liberalismo liberalizador.
Al día siguiente, en el mismo diario y con el mismo asombro y desconcierto leí la información sobre la llamada ley Fernández que el gobierno prepara para reforzar la seguridad nacional. Un montón de medidas represivas para acabar con cualquier tipo de protesta popular, con multas desmesuradas por conceptos tan abstractos como las ofensas a España, sus himnos, símbolos o emblemas. Pero lo peor de todo es que este gobierno tan liberal y liberalizador vuelve a saltarse a la torera la distinción de poderes y después de ningunear al legislativo, ahora vapulea al jurídico, quitándole las competencias sobre estos asuntos y dándoselas directamente a la policía. Vamos, que si un madero te ve tarareando "chunda chunda" mientras suena el himno nacional, te pueden caer 30.000 euros de multa. Tiemblo, porque si rastrean este blog voy a tener que hipotecar hasta las cenizas de mi abuela.
Es curioso porque el repertorio de sandeces está hecho muy ad hoc del partido en el gobierno y pasa a prohibir punto por punto todos los actos que le han puesto en entredicho en los últimos años. Sin embargo, luego he seguido leyendo y me he quedado más tranquilo porque veo que se prohibe en buena medida la prostitución, que se perseguirá al Obispo de Granada por justificar la violencia contra la mujer; que se multará a todas esa nuevas generaciones que posan con símbolos de la patria no autorizados; que se atacará a quién haga apología del delito, como este; que se irá contra quienes no colaboren con la policía en la averiguación y prevención del delito (incluso borrando ordenadores de sus corruptos extesoreros) y finalmente se multará con 30.000 euros el maltrato animal... Ahora hay que cuantificar la cuota a pagar por banderilla, puya, rejón, espada o descabello. Y que viva la libertad de expresión promovida por este impulsivo liberalismo liberalizador.
domingo, 1 de diciembre de 2013
BACK TO THE PAST
Mick Jagger tiene 70 años y va a ser bisabuelo a principios de año. La noticia me ha hecho gracia y me disponía a leerla o por lo menos a profundizar en las arrugas del Stone en una espeluznante foto, cuando ha sonado el teléfono. Es raro, porque a casa sólo llaman empresas que nos quieren estafar, pero siendo domingo nos parecía excesivo. El caso es que Montse ha descolgado el teléfono dispuesta a dar un berrido a la amable teleoperadora, cuando se ha percatado de que la llamada podía ser interesante. Y lo era. Mucho.
De repente, como si me hubiera metido entre las arrugas del tío Jagger, he viajado al pasado y me he detenido en los años sesenta, hace ahora medio siglo, cuando tuve el honor de nacer en el barrio de Chamberí. Mi padre acababa de terminar el mural de Arántzazu y mi madre arrancaba su carrera artística mientras criaba a a tres de sus hijos. Lo primero que hice fue darles un sustito, con un soplo de corazón que supongo que fue el que me provocó las secuelas en el cerebro que ahora padezco. También me he enterado de que fui bautizado el día en que mataron a Kennedy, algo que, como es lógico, me ha predispuesto a tener una cierta desconfianza hacia Dios. Es curioso porque ahora todos sabemos y comentamos de vez en cuando dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, pero nuestros padres hacían lo mismo con el asesinato de Kennedy y claro, los míos lo tenían fácil: empapándome la coronilla (de ahí deben venir las canas). Lo siguiente que he sabido es que mi primer viaje en solitario fue a Santibáñez el Alto, en las Hurdes extremeñas, donde me marché con la persona que en aquellos años más me quería (después de mis padres, claro).
Ella era la que estaba al otro lado del teléfono, Chon, la niñera que nos crió y nos cuidó en esos difíciles años sesenta, de quien mantengo un gratísimo recuerdo a pesar de que se marchó a vivir al pueblo hace ahora 45 años. Su llamada ha llenado un enorme vació, porque yo no tengo la suerte de mi hermano Lucio, que tiene más memoria que el ordenador de la CIA, y ella me ha refrescado y dado a conocer un montón de pasajes olvidados. Cuando la memoria está sólo hecha de fotografías y a falta de narradores (básicamente los padres) que te cuenten lo que pasó, el pasado empieza a ser un muro infranqueable y lleno de concertinas, más difícil de superar que el propio futuro.
Hoy Chon y su marido Bibiano me han ayudado a saltarlo y he prometido ir a verles para que me refresquen más detalles. Tranquilos que no os los contaré.
PD. De los cuatro hermanos de la foto, ya podéis imaginar que yo soy el cafre que está metido en el agua.
De repente, como si me hubiera metido entre las arrugas del tío Jagger, he viajado al pasado y me he detenido en los años sesenta, hace ahora medio siglo, cuando tuve el honor de nacer en el barrio de Chamberí. Mi padre acababa de terminar el mural de Arántzazu y mi madre arrancaba su carrera artística mientras criaba a a tres de sus hijos. Lo primero que hice fue darles un sustito, con un soplo de corazón que supongo que fue el que me provocó las secuelas en el cerebro que ahora padezco. También me he enterado de que fui bautizado el día en que mataron a Kennedy, algo que, como es lógico, me ha predispuesto a tener una cierta desconfianza hacia Dios. Es curioso porque ahora todos sabemos y comentamos de vez en cuando dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, pero nuestros padres hacían lo mismo con el asesinato de Kennedy y claro, los míos lo tenían fácil: empapándome la coronilla (de ahí deben venir las canas). Lo siguiente que he sabido es que mi primer viaje en solitario fue a Santibáñez el Alto, en las Hurdes extremeñas, donde me marché con la persona que en aquellos años más me quería (después de mis padres, claro).
Ella era la que estaba al otro lado del teléfono, Chon, la niñera que nos crió y nos cuidó en esos difíciles años sesenta, de quien mantengo un gratísimo recuerdo a pesar de que se marchó a vivir al pueblo hace ahora 45 años. Su llamada ha llenado un enorme vació, porque yo no tengo la suerte de mi hermano Lucio, que tiene más memoria que el ordenador de la CIA, y ella me ha refrescado y dado a conocer un montón de pasajes olvidados. Cuando la memoria está sólo hecha de fotografías y a falta de narradores (básicamente los padres) que te cuenten lo que pasó, el pasado empieza a ser un muro infranqueable y lleno de concertinas, más difícil de superar que el propio futuro.
Hoy Chon y su marido Bibiano me han ayudado a saltarlo y he prometido ir a verles para que me refresquen más detalles. Tranquilos que no os los contaré.
PD. De los cuatro hermanos de la foto, ya podéis imaginar que yo soy el cafre que está metido en el agua.
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