Esta mañana, llevándole al colegio, me ha metido un contundente 23-11y eso que he usado algunas artimañas que él no puede hacer y que por supuesto no he confesado; como voy conduciendo utilizo los retrovisores para detectar los tonos amarillos en la lejanía, antes de que se acerquen. También intento taparle toda la visión que puedo subiendo mi cabezón y echándome a la izquierda para que él no pueda ver los coches que vienen de frente antes que yo. Pero aun así, el capullín es muy rápido de reflejos y no tiene que estar pendiente del tira y afloja matutino de la M-30. El caso es que le he dejado en el cole y me he ido con las orejas gachas, totalmente humillado.
Eso sí, por la tarde me he vengado. He cogido mi moto nueva para ir al centro y el karma me ha jugado una mala pasada: me he quedado tirado en la M-30. Una hora he estado esperando a una grúa, una hora en la que he visto pasar a 47 coches amarillos, 34 Minis (4 de ellos amarillos), 3 camiones amarillos y un autobús. Chúpate esa mocoso, que no remontas esto ni en un mes.
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ResponderEliminarSin que sirva de precedente, tengo que darte la razón. Son unos tramposos. Los que veo yo nunca son amarillos para ellas y los que ven ellas, ya pueden ser blanco Ariel, que son amarillo pollito.
ResponderEliminarLo de subir la cabeza en tu caso, no es hacer trampa, es que debería ser sancionable.
¿De qué color era la grua?
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