
Al día siguiente, en el mismo diario y con el mismo asombro y desconcierto leí la información sobre la llamada ley Fernández que el gobierno prepara para reforzar la seguridad nacional. Un montón de medidas represivas para acabar con cualquier tipo de protesta popular, con multas desmesuradas por conceptos tan abstractos como las ofensas a España, sus himnos, símbolos o emblemas. Pero lo peor de todo es que este gobierno tan liberal y liberalizador vuelve a saltarse a la torera la distinción de poderes y después de ningunear al legislativo, ahora vapulea al jurídico, quitándole las competencias sobre estos asuntos y dándoselas directamente a la policía. Vamos, que si un madero te ve tarareando "chunda chunda" mientras suena el himno nacional, te pueden caer 30.000 euros de multa. Tiemblo, porque si rastrean este blog voy a tener que hipotecar hasta las cenizas de mi abuela.
Es curioso porque el repertorio de sandeces está hecho muy ad hoc del partido en el gobierno y pasa a prohibir punto por punto todos los actos que le han puesto en entredicho en los últimos años. Sin embargo, luego he seguido leyendo y me he quedado más tranquilo porque veo que se prohibe en buena medida la prostitución, que se perseguirá al Obispo de Granada por justificar la violencia contra la mujer; que se multará a todas esa nuevas generaciones que posan con símbolos de la patria no autorizados; que se atacará a quién haga apología del delito, como este; que se irá contra quienes no colaboren con la policía en la averiguación y prevención del delito (incluso borrando ordenadores de sus corruptos extesoreros) y finalmente se multará con 30.000 euros el maltrato animal... Ahora hay que cuantificar la cuota a pagar por banderilla, puya, rejón, espada o descabello. Y que viva la libertad de expresión promovida por este impulsivo liberalismo liberalizador.
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