miércoles, 20 de junio de 2012

CORRED, NIÑOS, CORRED...

En aplicación de mis normas nemotécnicas que tanto éxito me están dando, le dije a Martín que para acordarse de la capital de Israel, se acordara de Jesucristo, que murió en Jerusalén y las dos palabras empiezan por "Je". Como cada vez que le sugiero un truco de estos, soltó una carcajada y me dijo: "Pero qué dices papá, si Jesús no existe..." A partir de ahí tuve que ejercer de profesor de religión o de historia de la religión, mejor dicho, y explicarle cuánto de realidad, cuánto de ficción y cuánto de creencia hay en el Cristianismo. Traté de ser objetivo, pero no sé si lo conseguí.
Lo que sí evité fue hablar del Catolicismo porque me hubiera sido más difícil simular mi objetividad. Pensé en hablarle del trabajo de la iglesia en apoyo de los más pobres a través de Cáritas o de su herencia como transmisor del maravilloso arte Románico o Gótico o hasta del Churrigueresco, pero pronto me vino a la cabeza Rouco, el obispo de Alcalá, los lujos, los sectarismos, el IBI, las intolerancias, los partidismos, la pederastia, el Estado laico o el repulsivo nido de cuervos que tienen montado en El Vaticano. Entonces me acordé de esta curiosa señal que fotografié junto a la iglesia de Sant Pere Pescador y pensé: "Corred, niños, corred... Pero bien rápido".

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