Es verdad que en cuestión de jerga hay que estar muy al día si quieres estar "in", porque si te descuidas te puede pasar por la izquierda hasta la propia Academia, que ha cambiado y adaptado un montón de palabras del diccionario, muchas de ellas provenientes de las redes sociales. De hecho, los blogueros ya estamos reconocidos por la mismísima RAE. Y ya está bien visto decir que tu vecino es un sociata o pepero o más bien un friki okupa acojonado chateando y mandando SMS desde su tableta. Es curioso lo que les gustan los tacos y los insultos a los académicos, cada vez que hay una modificación del Diccionario es para meter mogollón de palabros mal sonantes. Me imagino a los académicos partiéndose la polla soltando tacos para ver cuál aprueban y cuál no.
Es obvio que en eso manda la calle y ellos recogen la voz del pueblo, pero por las mismas deberían retirar algunos que ya están en desuso. Por lo menos yo no oigo mucho lo de corcholis, pardiez o caramba; a mí, hace mucho que no me llaman dominguero, ni paleto, ni traspellao, ni muertodhambre, ni forraboinas, ni mequetrefe, ni descarao... A unos amigos nuestros, en un altercado de tráfico, un macarroide les insultó con un contundente y ofensivo: "Cállate, cara antigua y tú no abras la boca, Mortadelo". Tengo la impresión de que hemos sido tan rebuscados y sofisticados inventando insultos que al final hemos vuelto a la esencia y ahora mismo no hay peor insulto que llamarle a alguien, con todas sus letras, ¡imbécil!, ¡idiota! o ¡tonto!. Cualquiera de ellos puede combinar bien con el órgano reproductivo masculino.
A mi me encanta soplapollas.
ResponderEliminarY no será que los dependientes esos tan malotes que te encuentras tu por las tiendas son un poco SARASAS, me encanta esa palabra, jijijiji...
ResponderEliminarY no será que los dependientes esos tan malotes que te encuentras tu por las tiendas son un poco SARASAS, me encanta esa palabra, jijijiji...
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