Ayer me invitó una amiga a merendar. Suena a niños o a viejos, ya lo sé. A nuestra edad, la edad media, te tomas tres cervezas y dos cruasanes. Tampoco es mala idea. El caso es que en la merienda coincidí con un compañero del colegio a quien no veía desde hace cuarenta años y fue toda una experiencia. Pero no porque el tipo fuese super interesante, que lo era, ni por todas las cosas que había hecho en todos estos muchísimos años, que lo son. Para mi resultó chocante porque desde el momento en que le vi, le identifiqué por su aspecto físico con el batería de Green Day, un simpático pseudo punky que hace el payaso en los conciertos, y ya no pude quitármelo de la cabeza en toda la tarde. Mi colega hablaba con gran conocimiento de arte, música, tecnología, educación...pero yo sólo le veía tocando la batería.
Es lo que tienen los parecidos razonables, que llega un momento en que te obsesionas y dejas que tu cerebro cambie identidades en función de un aspecto. También me pasó el otro día con una entrevista en la radio. En este caso conocéis bien a los implicados en el cruce de parecidos. Entrevistaban a José Luis Perales. Sí el del tiempo libre. Y resulta que su voz es exacta a la de Gaspar Llamazares. Sí, el que no es del PPsoe. A partir de aquí no puedo contaros nada de lo que dijo ese gran cantautor conquense porque me entró la risa, empecé a imaginarme que era Llamazares el que hablaba y a poner en su rostro revolucionario todas esas afirmaciones cursilonas y blandengues sobre el romanticismo y la soledad. Me lo imaginaba en el congreso reivindicando el amor y el cariño y lloraba de risa. Yo. Él lloraba de emoción.
Acto seguido empecé a pensar lo contrario, que era Perales el que ponía música a los textos de Llamazares y no terminaba de encontrar las rimas: "La contrarreforma laboral que facilita y abarata el despido a
la vez que entroniza al patrón como señor absoluto de la empresa. El Congreso no es patrimonio del PP sino de los españoles de uno y otro signo." Mira que suelo estar de acuerdo con todo lo que dice este político, pero la coincidencia de voz con Perales, me rompió tanto los esquemas, que tardaré tiempo en poder escucharle sin tararear "Y quién es él..."
El último parecido razonable que he encontrado es el de mis nuevas zapatillas. Me las compré el otro día a la vez que Martín con sus dependientes blandengues. El mío era un poco gay y me colocó estas zapas ambidiestras que se parecen, pero son distintas. Noto, desde que las llevo, que la gente las mira pero no me dice nada, con lo cual intuyo que se descojonan a mis espaldas o será que este país está ya preparado para estas modernidades asimétricas.
Por cierto, en la caja vienen otros dos cordones que les pasa lo mismo, uno es gris y otro azul. No sé.
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