Últimamente se está volviendo a hablar mucho de la Tasa Tobin esa idílica medida que durante muchos años han soñado las ONGs como varita mágica que realmente pudiera resolver buena parte de los problemas de pobreza, desigualdad y miseria en el mundo. Bien es cierto que no era el objetivo que marcaba Tobin, pero es lo que ha hecho de la tasa "Robin Hood" algo muy popular entre las organizaciones y personas implicadas en la búsqueda de un mundo mejor.
Pero no había lugar, el capitalismo, primero, y el neoliberalismo, después, no podían permitir que en el mundo del libre mercado se impusieran peajes a las transacciones financieras. Bastaba ya de impuestos y sobre todo si a quién se los iban a poner era a los poderosos del planeta. Pero el mundo está cambiando, la burbuja explotó y los propios occidentales empezaron a asustarse viendo que el horizonte empezaba a estar grisáceo. Por eso volvió a surgir la posibilidad de poner en marcha la tasa Tobin, pero ya no como un impuesto para frenar la especulación y de paso ralentizar la pobreza, sino como un impuesto más, que al fin y al cabo ayuda a los países a equilibrar sus deficitarias cuentas.
Quizás por eso, porque el reparto del impuesto recaudado lo pueden dirigir en su propio interés empezaron a defender la idea algunos políticos europeos. Sarkozy era el mayor detractor y Rajoy le respaldó, pero ahora el bajito no está y el otro, digamos que no tiene demasiada fuerza.
Ahora, con la llegada de Hollande y con la justificada demonización de bancos y mercados, toma fuerza la idea y la esperanza de ver esa tasa. No digo que no vaya a ser una buena noticia, claro que lo es (si se lleva a cabo) y puede ser el principio para una nueva política económica y fiscal que empiece por ahí y termine con los paraísos fiscales, las SICAV y otros tantos tejemanejes. Sin embargo, una vez más, me hace gracia la hipocresía de Occidente: la tasa era inviable si era para acabar con la pobreza en el tercer mundo pero empieza a ser posible si nos va a servir para tapar nuestros propios agujeros. Suena mejor pagar pozos solares en el Sahel que aeropuertos en Castellón o Ciudad Real, pero bienvenido seas ITF.
PD: El de la foto es mi hijo Martín jugando antes de que estallara la burbuja.
Osea que el culpable de estallar la burbuja fue Martín, ya verás cuando le coja...
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