jueves, 19 de julio de 2012

A QUÉ HUELEN LOS VIAJES...

Tengo un amigo que trabaja en la T-4 y me cuenta mil y una batallitas que ocurren en aquella gran ciudad donde trabajan miles de personas y viven cerca de 200 homeless. Lo siento, no voy a rebelar ninguna de sus historias porque yo creo que algún día él mismo las escribirá. Eso sí, siempre me dice que en el aeropuerto hay cientos de cámaras y que siempre hay una que te está vigilando, así que no se te ocurra sacarte un moco a escondidas. Ayer las cámaras estarían siguiendo a unos chavalillos de verde con pintas sospechosas.
Sí, cuando veas a un teenager de verde, no lo dudes, es mi hijo. No sabemos cuál es su explicación pero nuestros dos hijos mayores van siempre vestidos de verde. Por eso ayer, cuando fuimos a recibirles al aeropuerto, su hermano Lucio se sentó en el suelo frente a la puerta de llegada y asomándose dijo: "a ver si veo a alguien de verde..." Y allí aparecieron, un escuálido americano vestido de negro y dos escuálidos españolitos y españolistas vestidos de verde.
Llegaban derrengados, desorientados, sudados, pero felices por volver a vernos, supongo, y por lo bien que se lo han pasado en su nueva experiencia californiana. Y esta vez , encima, llegaban orgullosos por haber superado con éxito la prueba de viajar solos, sin chaqueta Roja, ni verde ni nada. La compañía se equivocó y les dejaron solos, y con dos cataplines, los chicos se cruzaron el mundo para volver a casa sin ningún problema.
Evidentemente el papá subió al mostrador de reclamaciones a presentar una queja y reclamar el importe de la chaqueta roja esa o que por lo menos nos manden una de segunda mano. En ello están. Pero para lo que me sirvió el paseo fue para comprobar lo distintas que son las plantas de llegadas y de salidas del aeropuerto. La de arriba es agridulce, está llena de alegría de los que viajan, mezclada con pena, a veces dramática, de los que se quedan. Crueles despedidas. Abajo es lo contrario, todo son abrazos, caras de alegría, reencuentros de película y lágrimas de emoción. Alegres bienvenidas.
Y si uno no quiere entrar en este análisis tan profundo sobre la ternura humana, lo puede hacer sobre su olor. Arriba, en departures, huele a desodorante, a mañana, a ducha reciente, a mucha colonia, a Colgate... y abajo, en arrivals, la cosa es distinta: sudor ácido, aliento espeso, camisa empapada, noche eterna cruzando el charco y el único consuelo de la toallita refrescante embarrando un poco más el tema... Con lo bonito que me estaba quedando, al final lo he enguarrinado todo. Como siempre.

2 comentarios:

  1. Pues "güelcom tu de grin broders". Padrazos, a disfrutar de vuestros churumbeles, y el postizo.

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  2. Que bueno Diego, lo del momento despedidas y rencuentros en los areopuertos es algo en lo que siempre me fijo y me gusta mucho ver tantas emociones, pero nunca me había parado a analizar la componente olorosa del asunto. A partir de ahora queda añadida! Aunque creo que asi va a perder bastante glamour el momento rencuentro ;-)
    Me impresionó ayer lo mayores y guapos que están tus hijos!

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