lunes, 17 de diciembre de 2012

¡VIVA SAN XIVÍN!





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Los más carcas y conservadores del pueblo están acojonados. Algunos se han acercado a casa del alcalde a denunciar lo que podría ser un peligroso acto de una secta religiosa. Muchos comentan que les da respeto el tema, que no saben lo que puede pasar, que igual el pueblo se llena de perro-flautas y al final esto acaba en una comuna de okupas que se hacen con nuestras casas y se fuman toda la marihuana habida y por haber, en respetables lugares del pueblo como pueden ser la iglesia o el mismísimo cementerio.
El pueblo ha amanecido con carteles en las farolas anunciando el evento: fiestas de San Xivín, con la foto de un chino con pinta de predicador, santo o profeta de una religión distinta a la de Jesucristo nuestro señor. Debajo una serie de reivindicaciones un tanto rojeras, hablando de autoconsumo, alimentación artesana, ecología y de una serie de cosas bastante lejanas del IBEX 35.
Y al pueblo empiezan a llegar coches. Y en el descampao, Maxi prende una enorme hoguera y sobre un viejo somier tiende los costillares del cerdito que la semana pasada correteaba por el pueblo; en torno al fuego empieza a sonar la música de laudes, violines, flautas y gaitas. La fiesta pagana ha comenzado y de todos los pueblos de alrededor van llegando los más originales habitantes, gente que ha huido de la ciudad y ha apostado por la vida rural, el autoconsumo y unas costumbres de las que nosotros entendemos como hippies, pero que no están faltas de lógica.
Con cerveza de producción propia, queso de sus cabras, ensalada de sus huertos, embutidos de sus cochinos y vino de su cosecha (la marihuana supongo que también es casera) montan un fiestorro que dura casi veinticuatro horas. La excusa es venerar a su santo, San Xivín, un chino muy gracioso que preside la ceremonia y cuyo retrato está en los corrales de las cabras.
Pero este santo, como algunos otros, es una mera invención de los "alternativos" del pueblo en algún momento de sustanciosas risas y en el fondo la fiesta ha terminado siendo como todas, culto a las viandas, el vino, la música y el baile.
En cambio, las fuerzas vivas caciquiles del pueblo han optado por no ir, atemorizados por la fuerza oculta de la secta. Lo que no saben es que nunca antes se había respirado un ambiente tan sano. Que los perros no muerden y las flautas no pinchan.
Qué bien lo hemos pasado... ¡Viva San Xivín!

3 comentarios:

  1. Me gusta la parrilla!!! Seguro que el dueño la recicló porque todas las mañanas se levantaba con los riñones al jerez.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Ah... y por lo que veo, incluso el dueño de Mahou os acompaño en tan señalado día.
    Es increíble que al tipo le de tiempo para hacer tanta cerveza.

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