
Evidentemente ni el Powerball, ni el Euromillón, ni la Primitiva nos toca nunca, por una razón todavía más contundente que la del rayo: si no juegas no te puede tocar. Pero eso no quiere decir que la ludopatía no haya entrado en casa, claro que sí, de vez en cuando hacemos quinielas, con muy poco acierto; "nosajodio" si ponemos siempre que pierde el Madrid y ganan el Espanyol y el Rayo (el de Vallecas, no el de los cinco millones). A Martín también le vuelve loco el rasca de la ONCE del que sólo ha conseguido un curioso tono plateado que mezcla bien con el habitual negruzco de sus uñas. Diego que es mayor, también mantiene la inocencia infantil y se cree todos los sorteos y promociones que ve en revistas, webs o escaparates. Yo trato de explicarle que eso son trucos para que consuma, que son técnicas publicitarias, pero no evito que cada día se inscriba en el sorteo diario de cámaras Go-Pro o en una historia llamada Sorteamus. Más motivos para estar siempre pegado al ordenador.
A mí, tengo que reconocerlo, me gustaban las tragaperras y disfruté mucho un día que me llevaron al canódromo a apostar en las carreras de galgos. Así que en cuanto se pase el frío les llevo al hipódromo y un poquito después al Eurovegas. Por cierto, el premio se fue para un mecánico de Missouri.
¡¡¡Cómo hecho de menos esa publicidad tan apreciada por todos!!!, si me refiero a esas avalanchas de cartas diciéndote que has ganado 1.000.000, sin sorteos. Los cabreos que se cogía Lucía porque yo las tiraba a la basura, con la consiguiente frasecilla: "Mamá, ¿es que no quieres un millón?"
ResponderEliminarPor cierto, para el que se haya olvidado, entre los que me encuentro, hay que ir dándose prisa para comprar la lotería de Navidad, ¡que ya queda poco!