Nooo, no me han regalado unos gemelos por Navidad. El que lo hiciera correría peligro de muerte. Pero sí me han dejado a dormir a nuestros dos sobrinos gemelos. Realmente no sé si son mellizos o gemelos porque nunca he distinguido la diferencia entre ambas palabras, del mismo modo que no distingo sus caras, ni sus nombres. Los sobrinos son hermanos y se parecen mucho, aunque si te fijas bien son algo distintos; uno se llama Pablo y otro Jorge, pero casi siempre van igual vestidos, con lo cual uno se hace la picha un lío. Yo, que soy un lince, tengo un truco, que es llamarles siempre al revés de como he pensado: que veo a Pablo, pues le llamo Jorge y viceversa; de esta forma casi siempre acierto.
Recientemente me he percatado de que Jorge tiene cara de Pablo y Pablo tiene cara de Jorge. Sí, los Pablos son más cuadrados de cara, más rellenos, más serios, como la "O", y los Jorges más afilados, más abiertos, más sonrientes, como la "E". Exactamente lo contrario que estos, porque ya os he dicho que Pablo tiene cara de Jorge y Jorge de Pablo.
Pues ayer se pusieron a jugar al fútbol con mi hijo Lucio, mientras yo me preparaba un café. De reojo vi como Pablo o Jorge regateaba a mi hijo y chutaba con todas sus fuerzas al portero, que era Jorge o Pablo, el otro. Le hizo daño y como amigable reacción entre hermanos gemelos o mellizos o mestizos o lo que sean, le metio un contundente puñetazo en la cara (el portero al delantero), provocando la ira del hermanito que se revolvió y le metió un patadón a la altura de la rodilla que le dejo tirado en el suelo (el delantero al portero). Yo (el del café) salí corriendo para disolver la reyerta, cual antidisturbios siguiendo a perro-flauta, y al llegar frente a ellos no supe bien qué decir ni cómo actuar: "¡Joblo!, ¡Parge!, ¡parad de inmediato!". De entrada mandé a cada uno a una esquina, a reflexionar, y después traté de razonarles que no podían hacer eso, que si Jorge pegaba a Pablo, Pablo no podía pegar a Jorge, ni al revés, ni al derecho. Intenté reconstruir los hechos pero me resultó imposible porque ya no sabía quién era el portero y quién el delantero, quién había pegado y quién había recibido, así que les obligué a darse la mano (estúpido acto protocolario que nos gusta mucho a todos los padres pero que no sirve para nada) y seguí con mi café lleno de dudas, sin saber si había impartido justicia o había regañado al que no había hecho nada. Le voy a sugerir a sus padres que les pongan una gorrita con su nombre o casi mejor un tatuaje, para que no se lo cambien.
PD. La parejita de la foto no son mis sobrinos, ni son gemelos, ni mellizos ¿y qué?
Muy bueno!!! jajaja...
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