No es que sea depresivo, pero
siempre me han gustado las canciones tristes y los libros duros. Lo dije una
vez y nadie me entendía, pero pocas cosas me hacen más feliz que escuchar las
canciones dramáticas de muerte, suicidio y depresión de ese peculiar asturiano llamado Nacho
Vegas.
Con la literatura me ocurre algo similar, siempre he huido
de la ficción y me he refugiado en libros de política, historia o ensayos de
conflictos, guerras o miserias humanas. Y no es que me haya anestesiado contra
el dolor ajeno, todo lo contrario, creo que necesito ser consciente en todo
momento de su existencia y por ello sigo buscando ese tipo de lectura.
Dos ejemplos de ello son los dos últimos libros que he
leído, casi entre lágrimas, con un permanente nudo en la garganta y con una emoción
extasiante que no me dejaba apartar los ojos de las páginas. Se trata de dos
historias muy lejanas, pero igual de cargadas de drama y sensibilidad. Por un
lado las memorias de Gorki, recientemente editadas por la editorial Automática
en tres pequeños tomos, en las que el autor de “La madre” recorre su infancia y
juventud con escalofriante amargura por los interminables obstáculos que
aparecían en su vida y por la dureza gélida y política de la Rusia pre
Bolchevique.
La otra historia es más cercana y la narra mi admirado Lluis
Llach en su primera y sorprendente novela “Memoria de unos ojos pintados”. Lo
compré por fanatismo y la empecé a leer con escepticismo, pensando que no
podría ser buena por aquello de zapatero a tus zapatos, pero poco a poco me vi
envuelto en una narración espeluznante de la Guerra Civil en Catalunya, en el
frente del Ebro, bajo los bombardeos de Barcelona, en la represión de la
postguerra… Una durísima crónica que te permite ver y sentir de verdad lo que
significa una guerra, con crudeza y con esa enorme sensibilidad que Llach
siempre ha tenido. Entre lágrimas y sobresaltos emocionales, es imposible no
quedar sobrecogido por esta impactante historia de amor en tiempos revueltos,
no apta para homófobos.
Quizás cada uno hubiera merecido su comentario independiente, pero a pesar de la enorme distancia que separa a ambos autores, en todos los sentidos, me ha parecido curioso que los dos consigan causar una sensación muy similar cuando los lees... Algo así como ¡puta vida!
PD. Después de esta entrada, me he ganado alguna limosnilla ¿verdad?
Lo que te has ganado es una paquete de Klenex y un nuevo calificativo a sumar : Chanquete+abuelocebolleta+moñas............pufff y del Español.
ResponderEliminarA mi tambièn me gustan mucho los libros duros. Infancia de Gorki me ha hecho llorar y disfrutar como hacía mucho tiempo. Otros libros maravillosos y duros que recomiendo
ResponderEliminarKlaus y Lucas de Agota Kristof
La Presa de kenzaburo Oe
"Paula" de Isabel Allende y a llorar sin complejos.
ResponderEliminarBuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhh!
ResponderEliminarChema (inconsolable)
Y eso que sólo he leído el periódico (bueno y que es lunes)
ResponderEliminarChema