En muchos sitios de África, cuando te levantas te preguntan qué tal has dormido y en qué has soñado. Sólamente esa pregunta te da una idea de esa visión tan distinta de la vida en la que a pesar de sus enormes dificultades para tan siquiera sobrevivir, dejan siempre un amplio espacio vital para la fantasía, para la magia. Sí, África es mágica y todos los que han pisado alguna vez el continente lo saben, tiene algo en su color, es su atmósfera, en sus gentes, que te llama y te invita a volver. No voy a descubrir ahora yo los encantos del continente más pobre de la tierra, tenéis libros y películas para aburrir.
Sin embargo me preocupa enormemente su situación actual. No es que ahora esté mucho peor que hace unos años, pero hay un par de factores que han cambiado y que creo que van a dar de sí los enormes agujeros que ya tiene África. Por un lado la "horrible y dramática" crisis económica en la que estamos sumidos, para quien realmente lo es en esos términos es para los africanos que no sólo siguen siendo igual de pobres sino que ahora toda su esperanza se derrumba porque los ojos hay que ponerlos en otros focos de atención y toda la ayuda al desarrollo se ha ido transformando en rescates a la banca. Por otro lado, los secuestros y la piratería están haciendo mucho más daño del que nos podamos imaginar. Llámense Al Qaeda del Magreb o los piratas Patapalo, el caso es que esta panda de choricillos bien armados está creando una psicosis difícil de contrarrestar por la cual los occidentales o blancos van a ser más reacios a viajar a África ya sea de turismo, de misión social o simplemente de negocios.
Teníamos que resolver el problema del agua, de las enfermedades que conlleva y que supone la mitad de las muertes en la zona; había que seguir avanzando en la lucha contra el Sida y las farmaceúticas en el continente más seropositivo del mundo; debíamos seguir con el inacabado proceso de descolonización que dio paso al proceso de los tiranos y después al proceso de los corruptos; deberíamos poner freno a la comercialización de armas en un territorio en el que es más fácil conseguir un Kalashnikov que un libro de sumas (¿qué pensáis que está pasando ya con todas las armas Occidente les dio a los rebeldes libios?); podríamos poner freno a la explotación sin límites y sin escrúpulos de las múltiples y valiosas materias primas que brotan por doquier (en África, tener materias primas es sinónimo de corrupción, guerras y miseria); estaríamos obligados a entender de una vez que son seres como nosotros y que tienen derecho a tener distintas costumbres, distintas religiones, distintos sistemas tribales y que viven en otro tiempo y otro lugar; en lugar de globalizar imponiendo nuestro sistema, quizás habría que conocer y respetar un poco más al otro.
El problema es que quienes no están por la labor de tapar estos agujeros o ni siquiera de conocer de su existencia, ahora tienen excusa para mirar hacia otro lado. La crisis y los secuestros.
Dice un refrán saharaui: "Vine a ayudarte a enterrar a tu padre, pero tu te marchaste con el pico". África, déjate ayudar.
PD. El chiste de Forges, genial como siempre, lo he tomado prestado del excelente blog 3.500 Millones de Gonzalo Fanjul en El País.
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