Nunca he sabido cuál es mi profesión. De hecho, cada vez que me preguntan digo una cosa distinta:
Marketing, publicidad, empresario, organizador de eventos, vividor... Pero en mis datos oficiales del DNI o de no sé qué fichero, figuro todavía como periodista. No en vano fue la carrera que empecé a estudiar y la profesión que ejercí durante diez años. Como tal me presentó el notario el otro día cuando fuimos a firmar todo el papeleo tras la muerte de mi madre: "A mi izquierda Diego Muñoz Avia con domicilio en Madrid, DNI 987.654.321-Ñ, cuarenta y ocho años de edad, aunque aparenta menos, de profesión periodista..." Yo empezaba a emocionarme y a calentar músculos esperando a que dijera mi peso y subir al cuadrilátero, pero no. De seguido y a gran velocidad leyó los mismos datos de todos mis hermanos y sin más preámbulos se metió en faena en esa ceremonia que tanto les gusta y que tan bien controlan: "Según se constata en la cláusula 3/2, el beneficiario pasa a ser correspondido con las tres cuartas partes de su cuota alicuota correspondiente a la parte fragmentada de la presente escritura y ateniéndose a la legislación vigente otorga plenos poderes a la parte contraria de mutuo acuerdo con los usufructuarios del condominio." Realmente no es así de despacio como lo lee el notario, él dice algo así como: "Según senstata en láusula 3/2, el ciario pasaser espondidocon las trescuartaspartes de suotalicuota respondienta laparte fragmentade lapresentescriturateniéndose a la legislación vigentotorga plenos poderes a laparte contraria mutacuerdo sufructuarios ndominio". Este además tenía un pronunciado acento gallego y seguirle era como pillar algo del Fraga de los mejores tiempos. A esas altura yo ya estaba llorando de risa porque tengo ese defecto que me impide reprimir la risa por muy seria que sea la reunión; no comprendía nada y además la situación empezaba a recordarme a los Hermanos Marx.
El señor notario siguió leyendo a gran velocidad y como es habitual, nadie entendimos nada, pero nadie preguntamos nada, todos firmamos los papeles confiando en que allí pusiera lo que habíamos pactado y todos reímos el último chiste "notarial" que supongo que siempre es el mismo y lo usa para desengrasar. Aquí debería venir el chiste o en su defecto una dura crítica al antidiluviano papel de los notarios, al dineral que te cobran y al cuento que le echan con la extinción del usufructo del condominio. Sinceramente, espero que ninguno de mis hijos sea notario, aunque no os preocupéis, no tienen pinta.
El chiste era tan malo que se me ha olvidado y buscando en internet, sólo he encontrado el de: "Señorita, ¿la notaría?..." pero prefiero no contarlo, es demasiado basto para un gremio tan fino.
¿Aunque aparenta menos.....?.........mira que untar a un notario...hasta donde llega la corrupción.
ResponderEliminar¿48? puuuffff, ahora entiendo lo de los pedales automáticos de la bici
ResponderEliminarPues yo, por eso mismo, porque me parece un robo lo que cobran los señores notarios, las veces que he ido a firmar algo ( sin mi señor esposo), cuando nos piden el DNI yo le pido el suyo, cuando empieza a saltarse parrafos le pido por favor, eso si, que lo lea integro y por supuesto si puedo, pregunto algo, bueno a veces demasiado.
¡Tengo internes!, al menos hoy que me ha traído mi maridito un pencio de esos de la oficina. Los notarios, esos grandes desconocidos... La Marta con el notario, pobre notario. Y lo de tus 48 bien llevados... Este blog se está convirtiendo en la casa de Pinocho. Por cierto, a tu hijo escayolado yo le había metido un soplamocos que le había bajado de la bici antes de arrancar.
ResponderEliminarYo tambièn estuve en el notario ese dia y tampoco entendí absolutamente nada. Para pasar el rato me dediquè a mirar los cuadros que había por las paredes, espantosos todos. Como se puede tener tanto dinero y tan mal gusto....Virgen Santa.
ResponderEliminar!Uf, porfnlesncuentro!
ResponderEliminarQuevuelvantodosmañana,quefaltaunafirma.
Por cierto, unstupendoblog.