Todavía tengo la boca abierta. Igual se me mete alguna mosca. No doy crédito a lo que acabo de oír en la radio. Una iniciativa supuestamente solidaria de unos jóvenes creativos de publicidad. Parecían buenos chavales y supongo que lo habrán hecho con muy buenas intenciones. También me consta que han sabido moverse muy bien para dar a conocer su acción y que todo el mundo se entere, porque ya me ha llegado la historia por varios sitios. Su generosa ocurrencia es ayudar a los mendigos de la calle a ganar visibilidad a través de unos carteles de diseño, con mensajes más estudiados y sesudos que los habituales. Vamos, aplicar los principios de la publicidad a la miseria humana: a más visibilidad, más audiencia y a más audiencia, más ingresos.
Normalmente aplaudo cualquier iniciativa solidaria y cualquier trabajo de carácter social, aunque con muchos de ellos no esté de acuerdo en la forma o el fondo. Mi teoría es que siempre es mejor hacer algo, aportar lo que se puede y ayudar a tu manera, que no estarte quieto, aceptar el mundo como es y buscar excusas para no moverte o no arrimar el hombro... "Es que el dinero luego se pierde por el camino y sólo una parte llega al destino", "Es que hay mucha corrupción en algunas ONGs", "Es que si se acostumbran a nuestra ayuda, nunca evolucionarán"... Lugares comunes, vulgaridades repetidas una y otra vez como excusa autocomplaciente para calmar cada uno su maltrecha conciencia.
Sin embargo esta última acción me parece excesivamente artificial e hipócrita porque no termino de entender su objetivo, al margen del lucimiento de los creativos. Les oigo decir que el objetivo es "que todos veamos a los mendigos, porque ya son parte del paisaje y ya ni les vemos ni nos fijamos en ellos". Es cierto y fue lo que me pareció más denunciable en San Francisco, que ya te acostumbras y la gente les ve como algo normal, pero con un cartel más creativo no sólo no ayudamos a solucionar su problema, sino que lo estamos aceptando y dando por buena su situación; además seguirán pasando desapercibidos dentro de una semana, cuando el cartel ya sea parte del nuevo paisaje ¿no?
Hay mucha tontería en el mundo de la publicidad y se juega mucho con los sentimientos. En este caso creo que nos hemos pasado unos cuantos pueblos, sólo falta que le busquemos sponsor a las pancartas. La guinda la ha puesto uno de ellos cuando ha reconocido: "Esto es un experimento. No me interpretéis mal, pero son como las ratas de laboratorio de un experimento...". Pues lo siento chaval, pero yo te he interpretado mal y los experimentos o las prácticas de clase se hacen con gaseosa y no con mendigos, que son personas como cualquiera de nosotros, que han tenido una serie de problemas que les han llevado a esa situación. Toda esa creatividad para hacer bonitos slogans para pedir limosna y el tiempo dedicado a contestar entrevistas y a agrandar el ego, lo podían dedicar a idear fórmulas para solucionar el problema; a promocionar cooperativas como el Goodwill americano con tiendas solidarias gestionadas por los propios homeless. En definitiva a darles dignidad.
No sé cuál va a ser el siguiente paso, quizás hacer un concurso de diseño de chozas de cartón o inventar un sistema de lavado de parabrisas que permita cobrar a la vez o yendo más allá dar cursos de maquillaje a las prostitutas para que generen más ingresos. Frivolidades, las justas.
PD. Igual he estado demasiado duro, pero es que estoy de mala leche. Me cago en el Mirandés.
Plas, plas, plas , plas, plas...(son aplausos). Nada de duro, has estado simplemente cojonudo.
ResponderEliminarMenos mal que no han querido hacer una acción 360º prendiendo fuego a los mendigos para generar una atmósfera más cálida a la vez que impactante...
ResponderEliminarAl chaval de las "ratas" le recomendaría enviar el CV a la agencia de dos "conocidas" marcas de telefonía y burbujeantes bebidas carbonatadas.
Aupa Mirandés!!!! (lo siento Diego, los héroes de Alfajarín son los héroes de Alfajarín)