martes, 19 de febrero de 2013

LA RENTA

No quiero ver la Renta de nadie. Quiero políticos honestos, jueces justos, sindicatos responsables y empresarios coherentes, pero no quiero ver la declaración de la Renta de nadie. Estamos ante un nuevo concurso de populismo, una subasta de demagogia, en la que se confunde transparencia con desnudez y honradez con pobreza.
La declaración de la Renta es un elemento totalmente anodino para juzgar todas estas corruptas fechorías de nuestra clase política y no hace otra cosa que, como dije el otro día, extender una cortina de humo delante del problema. En la declaración de la Renta nadie escribe sus robos, ni sus desfalcos, ni sus chanchullos, ni ninguna de sus vergüenzas. A quién estamos llamando gilipollas... enseñar la Renta es como mostrar tu análisis de orina para que la DGT te quite las multas por exceso de velocidad.
La declaración de la Renta es la confesión de cada ciudadano con Hacienda y el cien por cien de los ciudadanos hace todo lo posible por evitar cualquier sombra de sospecha, por pintarla limpia y clarita. De hecho todo el mundo hace magia para pagar lo menos posible y si se da el caso, por conseguir que le devuelvan lo máximo posible. Para eso existen millares de asesores fiscales, cuñados, gestorías y gabinetes, perfectamente legales, que buscan las triquiñuelas que permite la ley para que cada uno salde sus cuentas con el Estado de la forma menos dañina.
Por eso este exhibicionismo y falso ejercicio de transparencia no lleva a nada más que a desviar la atención. Un partido pedirá la declaración del otro y viceversa, los periodistas de cada tendencia sacarán punta a tal o cual ingreso sin llegar a comprobar nada y todos habremos salido perdiendo, pues no nos enteraremos de lo realmente importante, de la vinculación entre partidos y constructoras, de los pagos en dinero negro, muy negro, procedente de negocios que nunca se plasmarán en una declaración del I.R.P.F.
También perdemos con esta demagógica desnudez populista que criminaliza a los políticos por ganar salarios altos y se salta a la torera el principio de presunción de inocencia. Por favor, que los políticos trabajen por el bien público, con honestidad, sin robar, sin manipular, pero ganando el dinero que merecen por su cargo. En este país hemos pasado de presumir y concursar por ser el más rico del barrio, el que más caro vendía su piso, el que menos pagaba a Hacienda, el que la tenía más... a todo lo contrario, a tener que echar mano de la Renta para demostrar que no has robado y que no tienes mucho dinero porque sino te pondrán bajo sospecha en el titular de una periódico de la competencia política. Qué falsos somos. Si seguimos con esta escalada de estupidez sólo nos podrán gobernar gente que esté en la indigencia y que además esté dispuesta a trabajar sin cobrar. Nadie.

1 comentario:

  1. Y yo que pensaba que hoy hablarías de guarrerías, viendo la foto de la mantequilla....

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