Uno de mis hijos se ha enfadado conmigo porque le he avisado de que salía de casa con un moco asomado a su nariz. Le entiendo porque es una situación violenta, algo humillante y por eso a veces reaccionamos molestos ante quien nos avisa, que en el fondo nos está haciendo un favor. Es algo que tenemos que cambiar en nuestra sociedad, ya que otras prácticas no podemos, y conseguir que el moco ajeno sea tratado con mayor naturalidad. He estado en reuniones en las que alguien tenía un gusanillo asomando y nadie le decía nada, pero todos empezaban a hacer gestos tocándose la nariz para que se diera por aludido. Mal hecho, así todas las reuniones terminan siendo un ir y venir de manos, pañuelos y angustia por no saber si eres tú el que tiene el moco pegado. Hay un momento en que da igual lo que hables, todo el mundo está toqueteándose por si las moscas y nadie escucha.
Por eso, a partir de ahora voy a pedir que en las reuniones, además de dejar fuera los ordenadores y apagar los móviles, se informe adecuadamente, con diplomacia, pero con claridad, del moco ajeno, la paja en el ojo o la pelusa en el ombligo. Es el mejor favor que le puedes hacer al "mocoso". Tu silencio es cruel.
Hace poco lo viví en primera persona. Y no era por moco, sino por algo peor. Al llegar por la noche a casa y quitarme los pantalones comprobé que llevaba una sospechosa mancha marrón en el trasero y no era lo que estáis pensando. El capullo de mi hijo Lucio había dejado un trozo de Kit Kat en el asiento del coche y su papá se había sentado encima sin darse cuenta; el resultado daba a entender que había habido algún tipo de escape y así lo debieron de pensar todos los que me vieron de espaldas a lo largo del día. Nadie me dijo nada y posiblemente lo hacían por no molestarme, pero cuando por la noche vi el chocolate, tengo que reconocer que me cagué en todos ellos por su insolidario silencio. A un compañero periodista, hace bastantes años, le pasó algo parecido y según le vimos, todos dijimos "te has manchado de aceite o algo así" y corrió a casa a cambiarse.
Claro, que lo peor fue lo que le pasó a una amiga, que en un abarrotado restaurante fue al servicio, con tan mala suerte que se le enganchó el papel higiénico en la falda y salió del baño arrastrando por todo el comedor el rollo de papel como si fuera el perrito de Scottex. Ella notaba que todo el restaurante se reía y que su marido hacía extraños gestos desde su mesa, pero no se dio cuenta de que llevaba 30 metros de cola de papel hasta que llegó a sentarse. Lástima de vídeo.
Yo tengo una amiga de una vecina, que a su prima, tambien en un restaurante, se le engancho, el bajo de la falda al subirse las medias y se recorrio medio restuarante con enseñando las posaderas. Menos mal que su hijo no come Kit Kat y las medias iban bien limpitas.
ResponderEliminar¿Y cuando se te olvida subirte la cremallera del pantalón?...claro que si es chica y no lleva bragas yo no le digo nada....bueno depende.... a veces es mejor no mirar.............para no perder la ilusión
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