lunes, 2 de abril de 2012

LOS PARALUEGOS

Aunque fui a un colegio de pago soy bastante ignorante en lo que se refiere a normas convencionales de educación. Apenas aprendí las reglas básicas que te enseñan los padres: lavarse las manos antes de comer, no sorber la sopa, no hincar los codos encima de la mesa, ni los mocos debajo... Quizás por esas dificultades de aprendizaje aun ahora, en la segunda edad, tengo que pedir asesoramiento ante muchas cuestiones de protocolo o "buena" educación.
Ya sé que en el segundo no se espera, pero como soy un ansioso, muchas veces he terminado el plato antes de que empiecen los otros comensales. Otro ejemplo, tu pan es el de la izquierda, eso sí lo aprendí, pero ¿qué pasa si el que se sienta a tu izquierda coge por error tu pan?, ¿haces lo mismo y coges el de tu derecha o eres el pringao de la mesa y te quedas sin pan?
Tengo un amigo que siempre reutilizaba los regalos de Navidad y se los volvía a enviar a algún compromiso. Dejó de hacerlo una vez que no comprobó que dentro iban las tarjetas del cliente que se lo había regalado. Eso mismo lo hice yo el otro día y estuvo mal visto. Una amiga vino a casa con una botella de vino (aunque lo parezca no es un juego de palabras) y como al final no nos la bebimos, al día siguiente la llevé a otra cena en la que también estaba esta amiga. Yo lo hacía con buena intención, para degustar el vino juntos, pero fue interpretado como una roñosa cutrez.
Lo siento pero es que hay muchas de estas normas de convivencia que me parecen ilógicas. No entiendo que esté bien visto sacarse un pañuelo durante una reunión o una comida y sonarse los mocos. Yo por si las moscas siempre me aparto, no sea que salpique un poco. Creo que ese sonoro espectáculo habría que hacerlo siempre en privado. En cambio está mal visto sorberte los moquillos para que no se te caigan a la sopa. Esto son convenios antidiluvianos.
Con los dientes también hay grandes dudas, sobre todo después de comer bacalao. Se supone que no está aceptado el palillo de dientes, pero te lo ponen en los restaurantes. Claro, que peor es lo que hace otro amiguete, que se saca el hilo dental en la mesa y empieza a tocar el violín sin cortarse un pelo. Yo también me aparto por si se escapa algún "paraluego". Pero la higiene ostentosa me parece también rechazable y no entiendo ese desfile que a veces hay en las oficinas de gente cepillándose los dientes en la puerta de los baños, como para presumir de lo aseados que son. Menos mal que no estamos en un país musulmán lavándonos los pies por todas las esquinas...
Ya tenía yo ganas de hacer una entrada de estas que les gustan a mis hijos... Otro día os seguiré preguntando dudas sobre los estornudos, los botones de la chaqueta, los colores de los calcetines y, como dice Lucito: "los pedos de sopla" (que son los que peor huelen).
Mientras tanto, seguiré siendo un mal educado.

1 comentario:

  1. Y para colmo cuando aprendes todas esas normas sociales te encentras que las de tu vecino cultural son otras. Mi pobre hija no puede sonarse los mocos en el cole, los ingleses no se suenan en público, vaya, que si está un poco resfriada mejor se queda en casa. Eso sí ellos no ponen la mano sobre la mesa, que en su ideario protocolario es de mala educación... Como decía todo un premio Nobel, ¡A LA MIERDA!

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