El plasta es distinto al idiota, al tonto y al imbécil. Me parece que va a ser el último de esta interesantísima serie. El plasta es reiterativo, insistente, repetitivo... Vamos, un pesado. Tiene la habilidad de captar la atención, hacerse dueño de la palabra y no parar de hablar por mucho que vea a sus interlocutores haciendo muecas e intentando meter baza. Su discurso suele ser previsible, porque casi siempre son variaciones e interpretaciones del mismo argumento; rodeos y circunloquios para decir exactamente lo mismo. En su disertación suele detenerse en anécdotas y va añadiendo todo tipo de ramificaciones a su hilo conductor; puede empezar hablando de la cerveza alemana y acabar en el folklore peruano, habiendo pasado por la enfermedad de su abuelo o los camareros del Senado.
De esta calaña he conocido a muchos y recuerdo con especial cefalea a un galerista al que conocíamos como "Demóstenes" y a una antigua compañera de trabajo a la que llamábamos "la Mudita". La verborrea, como otros tantos defectos, se agrava con la edad y por eso son de todos conocidas las interminables "batallitas" de nuestros abuelos Cebolletas.
Tengo que reconocer que yo mismo empiezo a sufrir ese síndrome, que cuando me dejan me enrollo como las persianas, y si mi interlocutor es más joven y está receptivo, puedo darle la barrila hasta que se le derrita todo el cerumen de los oídos. Es curioso ese dato de la edad, porque si hablo con alguien de mi edad o mayor, no me suele ocurrir, porque ya se encarga él o ella de ocupar todos los turnos de palabra y cuesta mucho poder intervenir. Vamos que un pesado neutraliza a otro pesado y por lo general a los seres humanos nos gusta mucho hablar. Otro dato estadístico distinguiría entre la locuacidad masculina y la femenina, pero sabiendo que la mayoría de nuestra audiencia son chicas, voy a obviar el tema. Simplemente os recuerdo aquel pobre hombre del chiste de Eugenio, que llevaba dos años sin hablarse con su mujer... por no interrumpirla.
Lo más chungo del tema es cuando el plasta no se conforma con hablar como una cotorra, sino que además da la murga escribiendo y día tras día te cuenta sus historietas y tira de sus recuerdos y su álbum fotográfico para aburrirte y si no lo ha explicado bien, lo vuelve a contar, y te repite mil veces las mismas cosas y tú ya sabes lo que va a decir porque lo has leído la semana anterior y el día de antes y vuelve a decirlo y lo repite de nuevo e insiste en la misma temática reiterando su soporífero discurso, que por previsible es tedioso y aburre al más pintado y no se da por aludido y sigue escribiendo y contando las mismas bobadas aunque nadie le lea... ¡Qué coñazo de menda!
Pues no me pienso dar por aludida¡¡¡
ResponderEliminarQue no se acabe la serie, por ejemplo falta el listillo que sabe de todo y sienta cátedra.....(te damos ideas los que sólo escribimos cosas del trabajo, que no vendrían a cuento en un blog o un libro)
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