Me gustan los imanes. Me atraen. Y no estoy hablando del Islam, aunque me lo pida el cuerpo. No lo hago por no polemizar más y por no confundir a mi hijo Martín, que está estudiando el origen de las religiones y ahora va por la musulmana. Me refiero a los otros imanes, los que se pegan o repelen entre sí y atraen a los metales, los que antes tenían forma de "U", eran negros y rojos y suponían una de las mejores diversiones para un chaval.
Ahora el imán está mucho más presente en nuestras vidas, pero pasa bastante desapercibido. Está omnipresente porque es el regalo más recurrente y porque en la puerta de nuestras neveras ya no hay ni un solo hueco para aparcar otro; y pasa desapercibido porque llega a ser una pieza ornamental de la cocina, bastante fea por cierto, y a la que sólo se presta atención cuando se cae al suelo.
Atención: en mi nevera hay imanes de un taxi de Nueva York, un tranvía de San Francisco, una Torre Eiffel, una foto puzzle de mis hijos en Jordania, el teléfono de un repara-todo con los precios en pesetas, el número de RadioTaxi o Telepizza a los que nunca he llamado o el plan de reciclaje de basuras del Ayuntamiento que no se cree ni su alcaldesa (te hacen separar cada tipo de residuo y luego en el camión mezclan todo, el plástico con la pera, la lata con la manzana y la Botella con la mierda). También tenemos unas muñecas rusas que alguien nos regaló, una bandera saharaui, el teléfono de un carnicero, una marisquería y un fontanero (cada uno el suyo), varias decenas de letritas imantadas para que los niños intenten componer culos, penes, cacas y otras palabrejas que varían en intensidad según la edad del "nene", y la última adquisición, un Obama de trapo, recién traído por Dieguillo de Pittsburgh. Esperemos que sea talismán el imán y nos aleje de la pesadilla Romney.
Lo malo, al margen del espantoso refrito estético, es que el otro día me ha llegado un correo de esos tan instructivos que envían una serie de amigos en copia vista, adjuntando un Power Point informativo y beneficioso para tu salud. Los hay sobre las bondades de los espárragos, las alcachofas, los pepinos de Murcia... o sobre las maldades de la Coca Cola, o de los envases en lata, que transmiten enfermedades de ratas, o de los imanes, que contaminan la comida con su magnetismo. Por si las moscas tendremos que tomar una decisión drástica: no volveremos a meter comida en la nevera.
Me ha gustado mucho la siguiente expresión "Ahora va por la muselmana". Entonces supongo que tu vas por la judía , y Diego por la japonesa, y Martín por la china y tus vecino va también por la Mora.
ResponderEliminar¿Y luego os extraña que se caiga la puerta del pobre Federico?.
ResponderEliminarCuñaaa, no veo apuntado en la lista de Santamera ni las cervezas, ni las gambitas, ni la tablita de quesos...... ¡¡ que se te va a olvidar¡¡
Pues yo tengo uno super retro,como todo en esta casa que he alquilado por cierto.se trata del muñequito de los bolis BIC, ¿quién se acuerda? La verdad es que mola y cuando me vaya de esta casa pienso chorizárselo al casero.
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