
Creía haberlo olvidado o archivado en el más profundo rincón del disco duro, pero sin ninguna necesidad la señora Delegada del Gobierno, los mandos policiales y el Gobierno actual en pleno me han refrescado la memoria. De repente hemos vuelto al pasado, a la intransigencia, a la represión, a la intolerancia y a la manipulación. Quienes más se llenan a boca con la libertad, la democracia y la Constitución, se han saltado todo como les ha dado la gana para intentar acallar la voz de la calle. Ante unas protestas y un movimiento ciudadano que temían porque podía llegar a ser tan masivo como el 15-M establecieron un plan perfectamente orquestado para criminalizar la protesta, para generar un clima bélico en la calle con un despliegue desmesurado de policía, para calificar de violentos y golpistas a quienes simplemente discrepan. Es cierto que hubo elementos violentos en las protestas, pero eran perfectamente distinguibles e incluso muchos de los manifestantes los rechazaron e intentaron reducir. Pero lo que en ningún caso es aceptable es que el propio Estado actúe fuera de la ley, con desmesura y ventajismo, persiguiendo y deteniendo a personas cuyo único delito ha sido discrepar del Gobierno. Les llamaron golpistas por el eslogan de la Mani "rodea el congreso", burros, era una metáfora y la fuerza física real siempre la tienen los que mandan. También la manipuladora, para utilizar, además de todos sus fieles medios informativos, la demagógica propuesta de la Delegada para modular las manifestaciones y clasificarlas en dos grupos "las que están a favor mío y las que no". Y no contentos con eso, lanzaron una gravísima ofensiva judicial para intentar cambiar los principios legales básicos y conseguir criminalizar a quienes simplemente se quejan.
Ayer el juez Pedraz hizo un rotundo y encomiable homenaje a la libertad de expresión, a la democracia y al sentido común. Tiembla Santiago, la venganza será dura. Que se lo pregunten a Garzón...
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