Cada vez que monto en moto me acuerdo de mi Kawa verde y del chorizo que me la robó. ¡Ay!, si uno llevase la cuenta de las cosas que le han robado a lo largo de su vida, de las veces que le han pedido dinero y no se lo han devuelto, de las innumerables ocasiones en que ha sido engañado o, mejor dicho, que se ha dejado engañar. Lo dejo antes de que alguien que duerme en mi cama me grite eso de "¡es que siempre has sido un pardillo!"
Son los amigos de lo ajeno, los que se apropian, de una forma o de otra, con más violencia o con menos, de lo que no es suyo. Pero también tengo esa misma sensación de rechazo cada vez que oigo a un político apropiarse de algo que no le pertenece. Lo sentí cuando Rajoy habló de la mayoría silenciosa que no se manifiesta y sufre los recortes en silencio. Se apropiaba o trataba hacerlo de la voluntad de la masa callada y de su silencio, cuando el silencio, como el voto, sólo le pertenece a cada ciudadano el suyo, ya sea ante los recortes o ante las almorranas.
Pero también me indigna cuando Artur Mas se apropia de la ola independentista catalana, como si todos fuesen sus votantes, en uno de los ejercicios de electoralismo barato más cutres que he visto. Él, que ni siquiera estuvo en la gran manifestación que marcó el comienzo de esta polémica, quiere convertir las próximas elecciones catalanas en un referéndum, como si sólo se pudiera ser independentista o catalanista votando a CiU. Se apropia de la voluntad del pueblo catalán que esperemos que sepa percatarse del juego de su presidente. Por cierto, que Mas está siendo el mejor aliado de Rajoy en estos momentos porque está consiguiendo desviar atención de la crisis, los recortes y las medidas antisociales, para hablar del asunto catalán que, en teoría, ahora no tocaba.
Pero también me enervan las lecturas caprichosas de las elecciones en Galicia y Euskadi, por parte de los partidos de izquierda, tratando de apropiarse de los votos en blanco, los votos nulos o las abstenciones. Al igual que el silencio, la abstención o el voto en blanco tienen su significado y son sólo propiedad de cada uno de los votantes. Hacer una interpretación de lo que hubieran votado esos que no han votado, es apropiarse de una hipotética voluntad que no te pertenece. Las elecciones son eso y la democracia tiene ese juego, con enormes defectos como la ley d'Hont pero para cambiarla hay que seguir las reglas y si te abstienes, has pasado de todo, has aceptado que otros decidan por ti. No me gusta que los políticos hagan sus lecturas caprichosas, pero tampoco los ciudadanos, ni los pueblerinos... Basta ya de llamar ciudadano a todo el mundo, si la mayoría somos más de pueblo que las amapolas.
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