Ya han pasado cuatro meses desde que volvimos a Madrid. Cuatro meses extraños en los que hemos tenido sensaciones nuevas y raras. Supongo que será normal después de haber estado tanto tiempo tan lejos y en un sitio tan distinto. Es lo bueno y lo malo del avión, que en unas horas te das de bruces con la realidad, sin posibilidad de pararte a pensar, sin poder apoyar primero la punta de los pies y de la mente para acostumbrarte a tu nueva situación poco a poco, y aterrizar lentamente. Me imagino lo útil que sería una especie de cápsula donde, después de haber pasado por una experiencia así, te pudieras meter durante una temporada y poder pasar por un tránsito menos brusco. Me imagino saliendo de la cápsula poco a poco. Unas horas los primeros días, tomando contacto con las cosas, las personas y los lugares que dejamos aquí. Y poco a poco el tiempo fuera de la cápsula iría aumentando dándome la oportunidad de volver escalonadamente.
Como no he encontrado ninguna cápsula ni sala de tránsito me las he tenido que ingeniar para no volverme loca ni caer en la morriña paralizadora. Inconscientemente he pasado muchas semanas en las que no he hecho muchas cosas de las que hacía antes de irme. Ir a una gran superficie o centro comercial, por ejemplo, era superior a mis fuerzas. No podía soportar ver en las estanterías del supermercado las cosas con su nombre en español, añorando coger un bote para leer detenidamente la etiqueta y averiguar qué es. Ni escuchar conversaciones que podía entender fácilmente. También he pasado estos meses sin encender la televisión ni la radio, huyendo de la actualidad cotidiana para poder seguir más tiempo en la burbuja en la que he vivido el último año. En el único sitio que me he sentido a mis anchas es en Santamera, el lugar que más he echado de menos y donde curiosamente desde el primer minuto me he sentido como si nada hubiera cambiado.
Después, con el inicio del curso escolar, la rutina te arrastra y te pone en tu sitio quieras o no. Y noto que por fin sé dónde tengo apoyados los pies casi todo el tiempo. Y digo casi todo porque ahora me enfrento al último aterrizaje, el más difícil para mí, aunque el más motivador e interesante. Aterrizar en el estudio. Nunca he dejado de pintar más de dos o tres meses seguidos, ni siquiera cuando nacieron mis hijos, así que me está resultando duro y extraño. Miro los últimos cuadros que pinté antes de irme y siento hacia ellos una enorme distancia, me reconozco en ellos pero los veo y casi tengo la sensación de haberlos pintado en otra vida. Delante del papel o el bastidor busco por dónde empezar y me resisto a hacerlo en el punto donde lo dejé. Y empiezan a aparecer formas que están a la misma distancia de lo que hice ya hace casi veinte años que de las últimas que pinté. Pero sigo probando y probando cada día, envuelta en la música de mi estudio y rodeada de todos mis bártulos porque sé que es la única forma de que por fin vuelva a reconocerme y encuentre el camino por donde seguir. Paso horas cada mañana y cuando bajo me doy cuenta de que más que pintar, miro y pienso con el pincel en la mano, esperando una señal que me diga por donde seguir. Como decía Picasso “que la inspiración me pille trabajando".
Hachetetepebarrabarra y después lo que quieras poner. Es un título demasiado ambíguo para un blog, demasiado abierto. Pero así es este espacio. Unos días abierto para la alegría, otros para la pena; para la esperanza o el escepticismo; la reflexión o la ironía... Lo que salga de los huevos ¿no?
viernes, 28 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
AL SUELO TODO EL MUNDO
Ya sé lo que significa ser un intelectual. Lo saben mis brazos, mis riñones y mis pulmones. Los brazos por cargar con tanta sabiduría; los riñones por subir y bajar cajas repletas de inteligencia; los pulmones de respirar el polvo que desprenden las letras y que se almacenaba en las estanterías después de varias décadas. Por supuesto que eso no me permite presumir de intelectual porque no lo soy, ni lo seré nunca, pero sí de hijo de intelectuales porque alguien que almacena tal cantidad de libros y que se ha leído la gran mayoría no puede recibir otro calificativo.
Seguimos con las agridulces labores de orden y desescombro en casa de mis padres y en los últimos días le ha tocado el turno a la magnífica biblioteca. Digo agridulces no porque los libros sean de cocina china, que también los hay, sino porque tiene una parte triste que implica el cambio generacional y la ausencia de mis padres, y otra parte agradable e incluso divertida, que supone recibir un montonazo de libros buenísimos y repartirlos con bastante guasa entre los hermanos. Nos hemos repartido los libros por autores y turnos. Para ti, Baroja; para mí, García Márquez; para él, Kundera; para ti, Unamuno; para mí, Bernhard; para él, Machado... Y así hasta acabar con todo lo interesante y entrar en una segunda fase mucho más compleja, la de los libros raros, peculiares y malos. Tras varios días y muchas horas, el asunto derivó en un descarte en el que decidimos que varios libros tenían que ser condenados a iniciar una nueva vida en la Cuesta de Moyano, El Rastro o el Punto Limpio. Así que al grito de Tejero de "Todos al suelo" allí se fueron amontonando un buen número de manuales de autoayuda, de medicina, de fallidos y deprimentes tratados para curar la depresión; guías anticuadas de turismo, fáscículos y colecciones ya obsoletos, enciclopedias sonoras con cassetes, las precursoras de You Tube... Incluso varios curiosos ejemplares de sexo: "Vida sexual sana" y "Marxismo y sexo". Tengo que reconocer que este último me hizo gracia porque imagino que sería algo super subversivo en los años setenta y era una buena forma de leer todo lo prohibido en un mismo libro. Dí por hecho que se trataba de algún regalo que le habían hecho a mis padres, porque nunca puedes pensar que tus padres piensan, hablan o leen de sexo; luego recapacité y pensé que si yo estoy aquí quizás es porque alguna vez sí que lo tuvieron presente... Y se lo agradezco.
El reparto concluyó con un diccionario enciclopédico de la provincia de Guadalajara que no me atreví a tirar por nuestros actuales lazos alcarreños y un pequeño librito de "chistes de mariquitas". Tras una carcajada colectiva decidimos tirarlo a la basura porque ahora no está políticamente bien visto tener este género literario. Tranquilos, que antes de tirarlo me leí unos cuantos chistes... Ya os contaré alguno.
Seguimos con las agridulces labores de orden y desescombro en casa de mis padres y en los últimos días le ha tocado el turno a la magnífica biblioteca. Digo agridulces no porque los libros sean de cocina china, que también los hay, sino porque tiene una parte triste que implica el cambio generacional y la ausencia de mis padres, y otra parte agradable e incluso divertida, que supone recibir un montonazo de libros buenísimos y repartirlos con bastante guasa entre los hermanos. Nos hemos repartido los libros por autores y turnos. Para ti, Baroja; para mí, García Márquez; para él, Kundera; para ti, Unamuno; para mí, Bernhard; para él, Machado... Y así hasta acabar con todo lo interesante y entrar en una segunda fase mucho más compleja, la de los libros raros, peculiares y malos. Tras varios días y muchas horas, el asunto derivó en un descarte en el que decidimos que varios libros tenían que ser condenados a iniciar una nueva vida en la Cuesta de Moyano, El Rastro o el Punto Limpio. Así que al grito de Tejero de "Todos al suelo" allí se fueron amontonando un buen número de manuales de autoayuda, de medicina, de fallidos y deprimentes tratados para curar la depresión; guías anticuadas de turismo, fáscículos y colecciones ya obsoletos, enciclopedias sonoras con cassetes, las precursoras de You Tube... Incluso varios curiosos ejemplares de sexo: "Vida sexual sana" y "Marxismo y sexo". Tengo que reconocer que este último me hizo gracia porque imagino que sería algo super subversivo en los años setenta y era una buena forma de leer todo lo prohibido en un mismo libro. Dí por hecho que se trataba de algún regalo que le habían hecho a mis padres, porque nunca puedes pensar que tus padres piensan, hablan o leen de sexo; luego recapacité y pensé que si yo estoy aquí quizás es porque alguna vez sí que lo tuvieron presente... Y se lo agradezco.
El reparto concluyó con un diccionario enciclopédico de la provincia de Guadalajara que no me atreví a tirar por nuestros actuales lazos alcarreños y un pequeño librito de "chistes de mariquitas". Tras una carcajada colectiva decidimos tirarlo a la basura porque ahora no está políticamente bien visto tener este género literario. Tranquilos, que antes de tirarlo me leí unos cuantos chistes... Ya os contaré alguno.
CUÁNTO VALE CERO
Uno de mis quehaceres cotidianos es ayudar a mis hijos con sus deberes, como hacéis muchos de los padres que conozco. En principio puede parecer una tarea aburrida y desesperante pero como todo, tiene su lado bueno. Es un gran ejercicio de paciencia, te hace ponerte a la altura de tus hijos, compartir sus preocupaciones, y recordar el tiempo lejano en que nosotros mismos pasamos por la misma experiencia. Yo tengo un especial recuerdo, el de muchas tardes con mi abuelo explicándome lecciones, resolviendo dudas y charlando sobre cualquier tema que surgiera. Tuve un maestro de lujo.
Ya que es una obligación que me he auto asignado, me la tomo como algo de lo que yo misma pueda sacar provecho y seguir aprendiendo. Tengo una buena colección de anécdotas y situaciones divertidas y chocantes que he compartido con mis tres hijos. Los mayores son cada vez mas independientes y poco a poco van necesitando menos atención y ayuda, aunque reconozco que me sigue gustando que vengan a buscarme pidiendo ayuda. La semana pasada por ejemplo me tocó ayudar a Martín a copiar en el ordenador un trabajo en inglés. Dada mi poca pericia con este aparato y consciente de mis limitaciones le pedí a Diego que lo corrigiera. Menos mal porque se me fue una tecla y en vez de poner que la abuela “past away" puse “ past haway" con lo que en vez de fallecer se había ido a Hawai. Os podéis imaginar la carcajada de Diego imaginando a su madre en las playas del Pacífico.
Ahora ha empezado una nueva etapa para mí con la presencia del pequeño Lucio que empieza a aprender y afrontar sus primeros retos en el aprendizaje. Consciente como soy de que es el último, estoy muy atenta a sus progresos y preguntas.
Ya contaba Diego el otro día que está aprendiendo las primeras letras, sílabas, sonidos y palabras. Me fascina ver la rapidez de la mente de los niños ante el reto de empezar a aprender lo que les falta, de decir todo. En pocas semanas ha pasado de copiar formas en un papel a saber la letra que escribe y hasta el sonido que representa. Me temo que la etapa de hacerle copiar las malévolas frases que a su padre y sus hermanos se les ocurren, tiene los días contados.
Es increíble la mala memoria que tenemos y lo rápido que he olvidado cuando Martín y Diego pasaron por la misma etapa. No nos planteamos las miles de cosas que sabemos, que utilizamos a diario sacándolas de algún cajón de nuestra memoria y que un día tuvimos que aprender por primera vez. Hay cosas aparentemente muy sencillas para los adultos pero muy difíciles de explicar a un niño. No es lo mismo saber una cosa que saber enseñarla. El otro día me di cuenta de esto. Lucio llegó del colegio eufórico y feliz porque había hecho sus primeras sumas. Me pidió un papel y un lápiz y que le dictara unas sumas sencillas. 1+2, 2+2, etc. El problema vino cuando le dicté 2+0. Estuvo un rato mirándose los dedos, intentando averiguar cuantos dedos tenía que añadir a dos. Y después disparó su pregunta: mamá ¿Cuánto vale cero, qué es nada?....
Ya que es una obligación que me he auto asignado, me la tomo como algo de lo que yo misma pueda sacar provecho y seguir aprendiendo. Tengo una buena colección de anécdotas y situaciones divertidas y chocantes que he compartido con mis tres hijos. Los mayores son cada vez mas independientes y poco a poco van necesitando menos atención y ayuda, aunque reconozco que me sigue gustando que vengan a buscarme pidiendo ayuda. La semana pasada por ejemplo me tocó ayudar a Martín a copiar en el ordenador un trabajo en inglés. Dada mi poca pericia con este aparato y consciente de mis limitaciones le pedí a Diego que lo corrigiera. Menos mal porque se me fue una tecla y en vez de poner que la abuela “past away" puse “ past haway" con lo que en vez de fallecer se había ido a Hawai. Os podéis imaginar la carcajada de Diego imaginando a su madre en las playas del Pacífico.
Ahora ha empezado una nueva etapa para mí con la presencia del pequeño Lucio que empieza a aprender y afrontar sus primeros retos en el aprendizaje. Consciente como soy de que es el último, estoy muy atenta a sus progresos y preguntas.
Ya contaba Diego el otro día que está aprendiendo las primeras letras, sílabas, sonidos y palabras. Me fascina ver la rapidez de la mente de los niños ante el reto de empezar a aprender lo que les falta, de decir todo. En pocas semanas ha pasado de copiar formas en un papel a saber la letra que escribe y hasta el sonido que representa. Me temo que la etapa de hacerle copiar las malévolas frases que a su padre y sus hermanos se les ocurren, tiene los días contados.
Es increíble la mala memoria que tenemos y lo rápido que he olvidado cuando Martín y Diego pasaron por la misma etapa. No nos planteamos las miles de cosas que sabemos, que utilizamos a diario sacándolas de algún cajón de nuestra memoria y que un día tuvimos que aprender por primera vez. Hay cosas aparentemente muy sencillas para los adultos pero muy difíciles de explicar a un niño. No es lo mismo saber una cosa que saber enseñarla. El otro día me di cuenta de esto. Lucio llegó del colegio eufórico y feliz porque había hecho sus primeras sumas. Me pidió un papel y un lápiz y que le dictara unas sumas sencillas. 1+2, 2+2, etc. El problema vino cuando le dicté 2+0. Estuvo un rato mirándose los dedos, intentando averiguar cuantos dedos tenía que añadir a dos. Y después disparó su pregunta: mamá ¿Cuánto vale cero, qué es nada?....
lunes, 24 de octubre de 2011
EL VENDE BURRAS
Una de las aficiones preferidas de mis hijos, al margen de dar por saco todo lo que pueden y más, es jugar con el Google Translate. Extraño juego, ¿verdad? No penséis que lo usan con el objetivo con el que lo creó el señor Guguel, de diccionario y herramienta muy útil para traducciones rápidas. Para eso lo utilizo yo a veces, pero siempre con cierta desconfianza porque ya he visto y sufrido algún que otro resbalón por fiarme de la infalibilidad de internet. Una periodista que conozco preparó un comunicado en inglés en el que hablaba varias veces de las "fountains of the chain be" y tras numerosas investigaciones descubrimos que se trataba de "fuentes de la Cadena Ser". Por eso no me fío de algunas cosas que encuentro en la web, aunque algunas me hacen gracia, como que consultes en Google por "equipo de mierda" y te salga el Real Madrid.
Pero yo estaba hablando del hobby de mis hijos. Se conectan al Google Translate, ponen una chorrada en español, esperan a la traducción y después pinchan en el altavoz para oír a una señorita con acento de Dakota del Sur decir: "Fuck you a fish" o "I have a hot chestnut..." o simplemente un montón de fonemas mezclados, "grppppprtyyyhhgrsdgjkhkulshfvjknqeasjvhnajksrrrr", pero con ese acento tan "salao". Es una de sus pocas aficiones informáticas que me divierte y comparto. Por eso hoy, al terminar una reunión de trabajo viendo un nuevo proyecto, he decidido resumir la visita con el aparatito y escribir algo así como "This guy is selling donkeys". Bueno, realmente yo lo pongo en español, lo escucho traducido al inglés y después me descojono, solo o en compañía. Os lo recomiendo, es una buena forma de afrontar un lunes de "Bad news" y por lo menos reírte un rato antes de que el lunes pase a ser black monday como casi todos los fucking mondays. Y mira que me jode la gente que habla en spanglish...
Es cierto, pensad un color para el lunes; siempre es negro o como mucho gris y siempre bien salpicado de marrones. Si además es lluvioso, frío y con un viento que te arranca el peluquín, apaga y vámonos. Aunque la lluvia de ayer la recibimos todos con sensación de alivio por nuestros pulmones, por los incendios y por la salud de la futura alcaldesa de Madrid, que lo pasa muy mal cuando la "boina" no te deja ver el atasco.
En el plano personal os diré que me gusta bastante la lluvia porque riega los campos, limpia el aire, llena los pantanos y sobre todo, reblandece la inmensa y pegajosa mierda de "palomo" que siempre llevo en el capó del coche. Aunque reconozco que también tiene su parte negativa para el sufrido gremio de los organizadores de eventos, para las bodas y porque no soporto que las galletas Chiquilín estén blandorras por la mañana y se doblen antes incluso de haberlas mojado en la leche.
Pero yo estaba hablando del hobby de mis hijos. Se conectan al Google Translate, ponen una chorrada en español, esperan a la traducción y después pinchan en el altavoz para oír a una señorita con acento de Dakota del Sur decir: "Fuck you a fish" o "I have a hot chestnut..." o simplemente un montón de fonemas mezclados, "grppppprtyyyhhgrsdgjkhkulshfvjknqeasjvhnajksrrrr", pero con ese acento tan "salao". Es una de sus pocas aficiones informáticas que me divierte y comparto. Por eso hoy, al terminar una reunión de trabajo viendo un nuevo proyecto, he decidido resumir la visita con el aparatito y escribir algo así como "This guy is selling donkeys". Bueno, realmente yo lo pongo en español, lo escucho traducido al inglés y después me descojono, solo o en compañía. Os lo recomiendo, es una buena forma de afrontar un lunes de "Bad news" y por lo menos reírte un rato antes de que el lunes pase a ser black monday como casi todos los fucking mondays. Y mira que me jode la gente que habla en spanglish...
Es cierto, pensad un color para el lunes; siempre es negro o como mucho gris y siempre bien salpicado de marrones. Si además es lluvioso, frío y con un viento que te arranca el peluquín, apaga y vámonos. Aunque la lluvia de ayer la recibimos todos con sensación de alivio por nuestros pulmones, por los incendios y por la salud de la futura alcaldesa de Madrid, que lo pasa muy mal cuando la "boina" no te deja ver el atasco.
En el plano personal os diré que me gusta bastante la lluvia porque riega los campos, limpia el aire, llena los pantanos y sobre todo, reblandece la inmensa y pegajosa mierda de "palomo" que siempre llevo en el capó del coche. Aunque reconozco que también tiene su parte negativa para el sufrido gremio de los organizadores de eventos, para las bodas y porque no soporto que las galletas Chiquilín estén blandorras por la mañana y se doblen antes incluso de haberlas mojado en la leche.
BAD NEWS
Después de la pasada semanita que os dí, había decidido relajar el ambiente, aparcar la política e intentar exprimir alguna sonrisa con alguna paja mental, ida de olla o ridícula anécdota de algún ridículo personaje...¿Os sueno?
Era una buena forma de disfrutar de esos días para la esperanza que nos brindaban las "Good news" del jueves. Pero no. La actualidad es cruel y despiadada. Un día te acuestas riendo y al día siguiente te levantas llorando. Así es. Madrugas, como cada Sepang, Suzuka, Philip Island o Motegi. Madrugas porque desde que tienes insano juicio estás enfermo por las motos y te llevas estos palos. Nunca olvidaré a los otros que antes me hicieron pasar este mal trago, Rouggerie, Palazzesse, Kato, Wakai o Tomisawa, recuerdo uno a uno sus fatídicos accidentes y el impacto que me produjeron. Es un deporte peligroso y eso lo hace grande, como a la Fórmula Uno o el alpinismo. Pobre Sic...
Pero las "Bad news" tienden a llegar en avalancha, todas juntas. Un terremoto en Turquía, para que nadie se olvide de la madre naturaleza. ¡La madre que la parió!. Y un secuestro de cooperantes en Rabuni. ¿En Rabuni?, no puede ser. En protocolo de Rabuni, en el edificio que tantas veces he visitado y en el que en algunas ocasiones me he hospedado. ¡No! Lo peor que podía ocurrir ha pasado, una nefasta noticia para el pueblo saharaui, que depende en gran medida de la ayuda internacional, de todos esos cooperantes que visitan los campamentos para desarrollar proyectos solidarios.
Siempre nos ha parecido un sitio muy tranquilo e incluso más seguro que el resto del Magreb. Así lo he argumentado a decenas de personas preocupadas porque esto pudiera ocurrir. Ahora ha ocurrido y por culpa de unos malditos delincuentes comunes, por mucho que se enmascaren en temibles siglas, a las familias saharauis les tocará una vez más ser los perjudicados de esta película.
Después de un día confuso, con informaciones contradictorias, hemos hablado con María, nuestra compañera que llegó ayer a los campamentos y nos ha dicho que está bien. Ahora todos seguimos con angustia y preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Ojalá todo quede en un susto para los cooperantes; esta vez, más que nunca, me pongo en su piel, e imagino lo que están sufriendo. También me pongo en la piel de Gali, nuestro hijo saharaui, que acaba de volver a Smara; de Dumaha y toda nuestra familia y de los muchísimos amigos saharauis que ya tenían bastante sufrimiento con vivir en sus penosas condiciones, como para que ahora unos bandidos muerdan la mano de quien les da de comer. Dicen que los secuestradores sabían lo que hacían y puede que supieran bien el daño que hacen a la causa saharaui. Ojalá mañana haya good news, aunque me temo que el daño ya está hecho. Pero no nos rendiremos.
Era una buena forma de disfrutar de esos días para la esperanza que nos brindaban las "Good news" del jueves. Pero no. La actualidad es cruel y despiadada. Un día te acuestas riendo y al día siguiente te levantas llorando. Así es. Madrugas, como cada Sepang, Suzuka, Philip Island o Motegi. Madrugas porque desde que tienes insano juicio estás enfermo por las motos y te llevas estos palos. Nunca olvidaré a los otros que antes me hicieron pasar este mal trago, Rouggerie, Palazzesse, Kato, Wakai o Tomisawa, recuerdo uno a uno sus fatídicos accidentes y el impacto que me produjeron. Es un deporte peligroso y eso lo hace grande, como a la Fórmula Uno o el alpinismo. Pobre Sic...
Pero las "Bad news" tienden a llegar en avalancha, todas juntas. Un terremoto en Turquía, para que nadie se olvide de la madre naturaleza. ¡La madre que la parió!. Y un secuestro de cooperantes en Rabuni. ¿En Rabuni?, no puede ser. En protocolo de Rabuni, en el edificio que tantas veces he visitado y en el que en algunas ocasiones me he hospedado. ¡No! Lo peor que podía ocurrir ha pasado, una nefasta noticia para el pueblo saharaui, que depende en gran medida de la ayuda internacional, de todos esos cooperantes que visitan los campamentos para desarrollar proyectos solidarios.
Siempre nos ha parecido un sitio muy tranquilo e incluso más seguro que el resto del Magreb. Así lo he argumentado a decenas de personas preocupadas porque esto pudiera ocurrir. Ahora ha ocurrido y por culpa de unos malditos delincuentes comunes, por mucho que se enmascaren en temibles siglas, a las familias saharauis les tocará una vez más ser los perjudicados de esta película.
Después de un día confuso, con informaciones contradictorias, hemos hablado con María, nuestra compañera que llegó ayer a los campamentos y nos ha dicho que está bien. Ahora todos seguimos con angustia y preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Ojalá todo quede en un susto para los cooperantes; esta vez, más que nunca, me pongo en su piel, e imagino lo que están sufriendo. También me pongo en la piel de Gali, nuestro hijo saharaui, que acaba de volver a Smara; de Dumaha y toda nuestra familia y de los muchísimos amigos saharauis que ya tenían bastante sufrimiento con vivir en sus penosas condiciones, como para que ahora unos bandidos muerdan la mano de quien les da de comer. Dicen que los secuestradores sabían lo que hacían y puede que supieran bien el daño que hacen a la causa saharaui. Ojalá mañana haya good news, aunque me temo que el daño ya está hecho. Pero no nos rendiremos.
viernes, 21 de octubre de 2011
GOOD NEWS
Comprad el periódico y guardarlo. Eso es lo que hago yo cada vez que vivo un acontecimiento internacional relevante y hoy también lo haré. Tengo en mi maleta de los recuerdos los ejemplares del 23-F, el 20-N, el 11-S, el 11-M, el 15-M, el 13-N, la muerte de Sadam, la de Franco, la de Bin Laden, la de Picasso... Pobre Picasso, con que panda le he mezclado... Y ahora añado a la hemeroteca un ejemplar único como el de hoy y encima me ahorro un euro porque me dan un dos por uno.
Que se jodan los mercados, la prima de riesgo, los Moody Blues y sus nefastas previsiones, que se están quedando sin protagonismo, que llevamos un par de días con buenas noticias y que hoy sí que se van a vender periódicos. Eso sí, imaginad el cabreo que tienen los dueños de los principales medios, que se les amontonan las noticias del año en el mismo día. Me sorprende la torpeza marketiniana de ETA, que siempre había manejado diabólicamente bien los tiempos de sus comunicaciones, pero que hoy se ha precipitado dejando que su comunicado compita en las portadas de todo el mundo con la foto de Gadafi ensangrentado, justo hoy que pretendían limpiar su rastro de sangre.
Hay una máxima en el periodismo que dice que las buenas noticias venden menos que las malas. No estoy de acuerdo, quizás es que no las saben contar, que no las tratan con el mismo morbo y empeño que a las malas. La gente está deseosa de buenas nuevas, de ver ganar a la Selección, de oír a la amiga Leire hablar del momento estelar de la humanidad, de ver casarse a la Duquesa, de creer que España va bien porque lo dice Aznar y que no hay crisis porque lo dice Zapatero. Ya veréis como hoy se agotan los diarios en busca de la foto de la hija de Carla Bruni y el bajito. El ser humano es de por sí optimista y en cuanto tenemos el más mínimo motivo, lo celebramos.
No es que hoy sea un día de celebraciones, tampoco es eso. Más bien es un día para la esperanza, como ocurría ayer con la liberación de Shalit. No puede celebrarse la muerte de nadie, ni siquiera de un sátrapa dictador como Gadafi y menos aun la forma en que han acabado con él, pero no se puede negar que el suceso, por triste y cruel que sea, abre una ventana a la esperanza y a la paz. Tampoco sé si debemos celebrar ningún acontecimiento en torno a ETA, son muchos los muertos que quedan en el camino como para sonreír sin que se escape una lágrima o una mueca de dolor. Aunque yo me alegro y mucho y me gustaría que todo el mundo se alegrara ante una noticia así, aunque hay algunos que parece que les da rabia... No sé. Esperanza, eso sí, esperanza, toda.
No era mi intención convertirme en columnista de la actualidad, pero ya sabéis que la vena periodista se lleva dentro y noticias como estas no se pueden pasar por alto. Tampoco me apetecía hablar tanto de esperanza, aunque al menos esta es con minúscula. Y desde esa esperanza, que no Espe, hago mi última reflexión: Sin duda, hoy el mundo está algo mejor que hace tres días, no lo estropeemos.
Y como les he dicho a mis hijos, recordad siempre que vosotros también vivisteis el 20-O.
PD. El de la foto es un gran cantautor peruano, llamado Gadafi.
Que se jodan los mercados, la prima de riesgo, los Moody Blues y sus nefastas previsiones, que se están quedando sin protagonismo, que llevamos un par de días con buenas noticias y que hoy sí que se van a vender periódicos. Eso sí, imaginad el cabreo que tienen los dueños de los principales medios, que se les amontonan las noticias del año en el mismo día. Me sorprende la torpeza marketiniana de ETA, que siempre había manejado diabólicamente bien los tiempos de sus comunicaciones, pero que hoy se ha precipitado dejando que su comunicado compita en las portadas de todo el mundo con la foto de Gadafi ensangrentado, justo hoy que pretendían limpiar su rastro de sangre.
Hay una máxima en el periodismo que dice que las buenas noticias venden menos que las malas. No estoy de acuerdo, quizás es que no las saben contar, que no las tratan con el mismo morbo y empeño que a las malas. La gente está deseosa de buenas nuevas, de ver ganar a la Selección, de oír a la amiga Leire hablar del momento estelar de la humanidad, de ver casarse a la Duquesa, de creer que España va bien porque lo dice Aznar y que no hay crisis porque lo dice Zapatero. Ya veréis como hoy se agotan los diarios en busca de la foto de la hija de Carla Bruni y el bajito. El ser humano es de por sí optimista y en cuanto tenemos el más mínimo motivo, lo celebramos.
No es que hoy sea un día de celebraciones, tampoco es eso. Más bien es un día para la esperanza, como ocurría ayer con la liberación de Shalit. No puede celebrarse la muerte de nadie, ni siquiera de un sátrapa dictador como Gadafi y menos aun la forma en que han acabado con él, pero no se puede negar que el suceso, por triste y cruel que sea, abre una ventana a la esperanza y a la paz. Tampoco sé si debemos celebrar ningún acontecimiento en torno a ETA, son muchos los muertos que quedan en el camino como para sonreír sin que se escape una lágrima o una mueca de dolor. Aunque yo me alegro y mucho y me gustaría que todo el mundo se alegrara ante una noticia así, aunque hay algunos que parece que les da rabia... No sé. Esperanza, eso sí, esperanza, toda.
No era mi intención convertirme en columnista de la actualidad, pero ya sabéis que la vena periodista se lleva dentro y noticias como estas no se pueden pasar por alto. Tampoco me apetecía hablar tanto de esperanza, aunque al menos esta es con minúscula. Y desde esa esperanza, que no Espe, hago mi última reflexión: Sin duda, hoy el mundo está algo mejor que hace tres días, no lo estropeemos.
Y como les he dicho a mis hijos, recordad siempre que vosotros también vivisteis el 20-O.
PD. El de la foto es un gran cantautor peruano, llamado Gadafi.
miércoles, 19 de octubre de 2011
UNO POR MIL
Suena exagerado ¿no? Uno por mil. Cambiar uno por mil es un disparate que a nadie se le ocurriría, sino fuera porque está cambiando cosas distintas, como Ana Botella. Puedes cambiar un buen melón por mil pipas rancias o un Ferrari por mil bicicletas. Pero lo que nunca jamás cambiarías son mil peligrosos terroristas por un soldado. Sencillamente creo que el mensaje está distorsionado y que una vez más Israel con todo su aparato intoxicador está intentando vender una operación justa como si fuese un gesto de su magnanimidad frente a los malvados palestinos.
Empezaré diciendo que me alegro muchísimo de la liberación del pobre soldado Shalit, quien ha sufrido un calvario de cinco años de secuestro o retención, lejos de los suyos. Pero empezamos con los juegos de palabras y de números. ¿Por que Shalit era un pobre soldado secuestrado y los palestinos son peligrosos terroristas prisioneros?, ¿Por que en un conflicto entre dos pueblos, uno de ellos se otorga, con el visto bueno internacional, toda la autoridad moral y legal?, ¿Por que Palestina sólo libera a uno e Israel libera a mil?... Quizás sea que se nos está tergiversando la información.
Voy a jugar yo con los números y las palabras: Palestina libera al cien por cien de sus detenidos a cambio del 10 % de palestinos excarcelado por Israel. Shalit lleva cinco años en poder de Hamas, intolerable terrorismo. En una sóla de las operaciones lanzadas por Israel para tratar de liberar a Shalit murieron 1.219 palestinos, entre ellos numerosas mujeres y niños; intolerable genocidio. Si podéis, leeros algún testimonio de soldados israelíes críticos con esas acciones. En los últimos años 750.000 palestinos han sido arrestados por Israel, algunos eran peligrosos terroristas, la grandísima mayoría chavales que protestaban en las calles, participantes de la Intifada o ciudadanos que cruzaban a pie la frontera y protestaban por las humillaciones de los soldados israelíes. Todos, repito, todos los palestinos tienen al menos un familiar directo que ha sido arrestado por el ejercito Israelí, algunos llevan más de cuarenta años presos.
Creo que hay contundencia suficiente también en estos datos. No digo con esto que los palestinos sean santos y los israelíes demonios. No. Nunca podré pasar por alto los sanguinarios atentados suicidas cometidos por terroristas palestinos segando vidas inocentes judías, ni los cohetes lanzados contra viviendas familiares. No se puede justificar unas muertes a cambio de otras. Sólo digo que la balanza está desequilibrada, en número de muertos, en número de presos, en sufrimiento, en calidad de vida... Y todo esto sin entrar a fondo en las raíces del conflicto, en la ocupación, en otros hechos sangrientos históricos, en Shabra y Shatila, en Líbano, en los Altos del Golán, que también ayudarían a entender el conflicto, aunque me temo que todavía inclinarían más la balanza.
El gobierno democrático de Netanyahu ha llegado a un esperanzador acuerdo con los terroristas de Hamas. Otro maléfico juego semántico manipulador o es que el gobierno de Hamas no fue elegido democráticamente con el voto mayoritario del pueblo o es que Netanyahu, como Sharon, no tiene muchos más muertos a sus espaldas. Que me expliquen por qué unos son terroristas y los otros son un estado defendiendo su seguridad.
Mil por uno, un día para la esperanza, me quedo con eso, pero que nos nos engañen más con las palabras, con los números... con la sangre.
Empezaré diciendo que me alegro muchísimo de la liberación del pobre soldado Shalit, quien ha sufrido un calvario de cinco años de secuestro o retención, lejos de los suyos. Pero empezamos con los juegos de palabras y de números. ¿Por que Shalit era un pobre soldado secuestrado y los palestinos son peligrosos terroristas prisioneros?, ¿Por que en un conflicto entre dos pueblos, uno de ellos se otorga, con el visto bueno internacional, toda la autoridad moral y legal?, ¿Por que Palestina sólo libera a uno e Israel libera a mil?... Quizás sea que se nos está tergiversando la información.
Voy a jugar yo con los números y las palabras: Palestina libera al cien por cien de sus detenidos a cambio del 10 % de palestinos excarcelado por Israel. Shalit lleva cinco años en poder de Hamas, intolerable terrorismo. En una sóla de las operaciones lanzadas por Israel para tratar de liberar a Shalit murieron 1.219 palestinos, entre ellos numerosas mujeres y niños; intolerable genocidio. Si podéis, leeros algún testimonio de soldados israelíes críticos con esas acciones. En los últimos años 750.000 palestinos han sido arrestados por Israel, algunos eran peligrosos terroristas, la grandísima mayoría chavales que protestaban en las calles, participantes de la Intifada o ciudadanos que cruzaban a pie la frontera y protestaban por las humillaciones de los soldados israelíes. Todos, repito, todos los palestinos tienen al menos un familiar directo que ha sido arrestado por el ejercito Israelí, algunos llevan más de cuarenta años presos.
Creo que hay contundencia suficiente también en estos datos. No digo con esto que los palestinos sean santos y los israelíes demonios. No. Nunca podré pasar por alto los sanguinarios atentados suicidas cometidos por terroristas palestinos segando vidas inocentes judías, ni los cohetes lanzados contra viviendas familiares. No se puede justificar unas muertes a cambio de otras. Sólo digo que la balanza está desequilibrada, en número de muertos, en número de presos, en sufrimiento, en calidad de vida... Y todo esto sin entrar a fondo en las raíces del conflicto, en la ocupación, en otros hechos sangrientos históricos, en Shabra y Shatila, en Líbano, en los Altos del Golán, que también ayudarían a entender el conflicto, aunque me temo que todavía inclinarían más la balanza.
El gobierno democrático de Netanyahu ha llegado a un esperanzador acuerdo con los terroristas de Hamas. Otro maléfico juego semántico manipulador o es que el gobierno de Hamas no fue elegido democráticamente con el voto mayoritario del pueblo o es que Netanyahu, como Sharon, no tiene muchos más muertos a sus espaldas. Que me expliquen por qué unos son terroristas y los otros son un estado defendiendo su seguridad.
Mil por uno, un día para la esperanza, me quedo con eso, pero que nos nos engañen más con las palabras, con los números... con la sangre.
martes, 18 de octubre de 2011
LOS GIRASOLES CIEGOS
Me gustó más el libro. Claro está, si no he visto la película. Pero sí, el libro me gustó muchísimo, lo lloré al máximo. Pero a pesar de ello no os voy a hablar otra vez de la guerra, ni de literatura, ni de política... Bueno sí, de política sí, pero más actual. Hablo de la rabia que me provoca cada año recorrer las carreteras bordeadas de inmensos campos amarillos llenos de girasoles. Por supuesto que me gustan, son preciosos y siempre me han parecido uno de los inventos más desarrollados y complejos de la naturaleza, pero me da rabia verlos hoy en día porque simbolizan buena parte de los problemas actuales como la picaresca, la corrupción, el derroche o el egoísmo, en un sistema totalmente enfermo y adulterado que premia al que más se acerca o incluso traspasa la línea roja de la legalidad.
Amparados en el viejo dicho de "quien hace la ley hace la trampa", todos nos hemos acostumbrado a la peligrosa tendencia de aceptar acciones socialmente rechazables e incluso idolatrar a quién obtiene beneficios de una práctica que burle la legalidad. Los agricultores se aprovechan de una subvención plantando girasoles que ni siquiera recogen, con la misma naturalidad con la que muchos profesionales te preguntan al presupuestarte un trabajo "¿lo va a querer con factura? o con la que tu vecino presume de haberse ahorrado nosécuántosmileuros en la declaración de hacienda por no haber declarado tal o cual ingreso.
La obscena dinámica de aceptar la picaresca e incluso presumir de ella a diario nos ha llevado a un escenario en el que no es fácil distinguir cuál es el límite. "He encontrado un sistema para hackear la Play"..."No me digas que no tienes puenteado el limitador de potencia del contador de la luz...", "conozco un tío que te vende por veinte euros la tarjeta del Plus trucada"..., "no conocerás a alguien en el Ayuntamiento que me pueda agilizar la licencia...", "no te preocupes, si te estoy llamando con el móvil de la empresa"... "es un chollo porque además te pagan en negro"..., "si no tiene papeles es mejor porque así te ahorras la Seguridad Social...", "he puesto la multa a nombre de mi madre para que le quiten los puntos a ella"..., "si pagas al contado te ahorras el IVA"... Todas estas son frases habituales en nuestra sociedad, todos usamos el máximo de triquiñuelas para intentar proteger nuestro bolsillo.
Eso sí, con el mismo orgullo con el que presumimos de "avispaos", denunciamos a voz en grito a la clase política, a la banca, a los poderes públicos y se nos llena la boca de exabruptos para atacar al concejal corrupto, criticar los paraísos fiscales, quejarnos de la burocracia o poner en cuestión el sistema. Qué fácil resulta pedir explicaciones a los demás, responsabilizar a los de arriba de todo lo malo sin mirar nunca nuestro ombligo. Yo tengo derechos, los demás tienen deberes...
Hace poco leí un libro de un psicólogo que decía que el verdadero cambio en el mundo no puede llegar desde arriba, sino desde la base, desde cada individuo.
Lo siento, me he puesto demasiado trascendental y ñoño, pero tenía que contrarrestar lo del robo del banco. Quizás me he olvidado de que somos latinos y vivimos en España. Ya sé que en Finlandia no tienen este tipo de problemas, pero es que allí a los girasoles los llaman auringonkukkia.
Amparados en el viejo dicho de "quien hace la ley hace la trampa", todos nos hemos acostumbrado a la peligrosa tendencia de aceptar acciones socialmente rechazables e incluso idolatrar a quién obtiene beneficios de una práctica que burle la legalidad. Los agricultores se aprovechan de una subvención plantando girasoles que ni siquiera recogen, con la misma naturalidad con la que muchos profesionales te preguntan al presupuestarte un trabajo "¿lo va a querer con factura? o con la que tu vecino presume de haberse ahorrado nosécuántosmileuros en la declaración de hacienda por no haber declarado tal o cual ingreso.
La obscena dinámica de aceptar la picaresca e incluso presumir de ella a diario nos ha llevado a un escenario en el que no es fácil distinguir cuál es el límite. "He encontrado un sistema para hackear la Play"..."No me digas que no tienes puenteado el limitador de potencia del contador de la luz...", "conozco un tío que te vende por veinte euros la tarjeta del Plus trucada"..., "no conocerás a alguien en el Ayuntamiento que me pueda agilizar la licencia...", "no te preocupes, si te estoy llamando con el móvil de la empresa"... "es un chollo porque además te pagan en negro"..., "si no tiene papeles es mejor porque así te ahorras la Seguridad Social...", "he puesto la multa a nombre de mi madre para que le quiten los puntos a ella"..., "si pagas al contado te ahorras el IVA"... Todas estas son frases habituales en nuestra sociedad, todos usamos el máximo de triquiñuelas para intentar proteger nuestro bolsillo.
Eso sí, con el mismo orgullo con el que presumimos de "avispaos", denunciamos a voz en grito a la clase política, a la banca, a los poderes públicos y se nos llena la boca de exabruptos para atacar al concejal corrupto, criticar los paraísos fiscales, quejarnos de la burocracia o poner en cuestión el sistema. Qué fácil resulta pedir explicaciones a los demás, responsabilizar a los de arriba de todo lo malo sin mirar nunca nuestro ombligo. Yo tengo derechos, los demás tienen deberes...
Hace poco leí un libro de un psicólogo que decía que el verdadero cambio en el mundo no puede llegar desde arriba, sino desde la base, desde cada individuo.
Lo siento, me he puesto demasiado trascendental y ñoño, pero tenía que contrarrestar lo del robo del banco. Quizás me he olvidado de que somos latinos y vivimos en España. Ya sé que en Finlandia no tienen este tipo de problemas, pero es que allí a los girasoles los llaman auringonkukkia.
MANOS ARRIBA
Nunca robaré un banco, no por falta de ganas sino por falta de pericia. Como a muchos de vosotros, a veces me gustaría hacer de Robin Hood, más que nada por aquello de recuperar la comisión de mantenimiento, los intereses a nuestro favor y la retrocesión de adeudo indebido... La madre que te parió!
Ahora más que nunca queda muy bien lo de meterse con los bancos, así que no voy a ser menos. La verdad es que se lo ganan a pulso con su posición ventajista y prepotente; si van bien las cosas suben y suben sus beneficios, si van mal, el Estado les rescata. Es una especie de "lo tuyo es mío y lo mío...También", que no nos queda más remedio que aguantar porque si somos malos no nos dan hipotecas o nos asustan con aquello de "no querrás que quiebre el banco y te quedes sin tu dinero".
Quizás ese es el factor que más a menudo se les olvida, que es TU DINERO y no tienes porque dar explicaciones de si lo metes o lo sacas, la sacas o la metes... La pasta. En California tuve una monumental bronca con un banco, el West Fargo, porque no me dejaron cobrar un cheque que me habían pagado cuando vendí el coche; los sin vergüenzas me obligaban a abrir una cuenta y sufrieron bien la ira latina oyéndome gritar y reclamar MY MONEY; evidentemente salí con el rabo entre las piernas cuando vi que el "peazoarmario" que tenían por vigilante avanzaba hacia mí con cara de pocos friends. Pensé en decirle aquello de "usted no sabe con quién está hablando..." pero me lié con el who, el whom, el talking y el you know y salí escopetao con el cheque en mi bolsillo: sin pasta pero sin cuenta en aquel jodío banco.
Quizás fue entonces cuando empecé a trazar mi plan para robar un banco. Ya sabéis que los planes se trazan, no se tienen, ni se diseñan, ni mucho menos se planean. Planear un plan sería redundante. Por eso tracé mi plan al más puro estilo Dioni. Para los más jóvenes os diré que el Dioni era un supuesto choricillo, como Roldán, Jaume Matas u otros tantos, pero este era bizco y más rudimentario; cogió el furgón blindado lleno de pasta, lo aparcó en el aeropuerto y se fue a Brasil con las sacas. Unos meses después le pillaron y le metieron al trullo, pero como era el ídolo de los españoles salió, grabó un disco, escribió un libro (lo de tirarse a la mulata ya lo había hecho en brasil) y ahora sale en la tele en esos programas que la gente ve sólamente cuando hace zapping.
El caso es que esta mañana he ido al banco con la clara intención de robarlo, antes de que me robaran ellos, pero mi plan se ha desmoronado: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Voy y dejo el móvil, vuelvo y: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Me cabreo pensando que lo único metálico que llevo es la llave del armario en el que he guardado el móvil. Suena una voz enlatada que me invita a pasar, seguido de una cíberseñorita que dice "puerta abierta". Doy un paso al frente pero choco con el cristal, al otro lado veo un cajero que se ríe y me hace muecas, me giro y encuentro una puerta que se abre, avanzo y se cierra detrás mío; ya me tienen, me han capturado, ahora sí que me van a desplumar, miro al cajero, vuelve a hacer muecas, vuelvo a chocarme con otro cristal, vuelvo a girarme, sonrío a la cámara por si me cuelgan en YouTube y salgo sofocado de semejante laberinto. Uf, qué difícil! le digo al cajero y el me saluda sonriendo. Puedo leer su mente: "Buenos días, subnormal!"
-Hola, venía a hacer una transferencia (al ver la cárcel de cristal cambié el plan trazado).
-Dígame el número de cuenta.
-¿El número de cuenta?¿el número de cuenta?... Lo tengo en el móvil.
Ahora más que nunca queda muy bien lo de meterse con los bancos, así que no voy a ser menos. La verdad es que se lo ganan a pulso con su posición ventajista y prepotente; si van bien las cosas suben y suben sus beneficios, si van mal, el Estado les rescata. Es una especie de "lo tuyo es mío y lo mío...También", que no nos queda más remedio que aguantar porque si somos malos no nos dan hipotecas o nos asustan con aquello de "no querrás que quiebre el banco y te quedes sin tu dinero".
Quizás ese es el factor que más a menudo se les olvida, que es TU DINERO y no tienes porque dar explicaciones de si lo metes o lo sacas, la sacas o la metes... La pasta. En California tuve una monumental bronca con un banco, el West Fargo, porque no me dejaron cobrar un cheque que me habían pagado cuando vendí el coche; los sin vergüenzas me obligaban a abrir una cuenta y sufrieron bien la ira latina oyéndome gritar y reclamar MY MONEY; evidentemente salí con el rabo entre las piernas cuando vi que el "peazoarmario" que tenían por vigilante avanzaba hacia mí con cara de pocos friends. Pensé en decirle aquello de "usted no sabe con quién está hablando..." pero me lié con el who, el whom, el talking y el you know y salí escopetao con el cheque en mi bolsillo: sin pasta pero sin cuenta en aquel jodío banco.
Quizás fue entonces cuando empecé a trazar mi plan para robar un banco. Ya sabéis que los planes se trazan, no se tienen, ni se diseñan, ni mucho menos se planean. Planear un plan sería redundante. Por eso tracé mi plan al más puro estilo Dioni. Para los más jóvenes os diré que el Dioni era un supuesto choricillo, como Roldán, Jaume Matas u otros tantos, pero este era bizco y más rudimentario; cogió el furgón blindado lleno de pasta, lo aparcó en el aeropuerto y se fue a Brasil con las sacas. Unos meses después le pillaron y le metieron al trullo, pero como era el ídolo de los españoles salió, grabó un disco, escribió un libro (lo de tirarse a la mulata ya lo había hecho en brasil) y ahora sale en la tele en esos programas que la gente ve sólamente cuando hace zapping.
El caso es que esta mañana he ido al banco con la clara intención de robarlo, antes de que me robaran ellos, pero mi plan se ha desmoronado: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Voy y dejo el móvil, vuelvo y: "Deposite los objetos metálicos en el armario de la entrada". Me cabreo pensando que lo único metálico que llevo es la llave del armario en el que he guardado el móvil. Suena una voz enlatada que me invita a pasar, seguido de una cíberseñorita que dice "puerta abierta". Doy un paso al frente pero choco con el cristal, al otro lado veo un cajero que se ríe y me hace muecas, me giro y encuentro una puerta que se abre, avanzo y se cierra detrás mío; ya me tienen, me han capturado, ahora sí que me van a desplumar, miro al cajero, vuelve a hacer muecas, vuelvo a chocarme con otro cristal, vuelvo a girarme, sonrío a la cámara por si me cuelgan en YouTube y salgo sofocado de semejante laberinto. Uf, qué difícil! le digo al cajero y el me saluda sonriendo. Puedo leer su mente: "Buenos días, subnormal!"
-Hola, venía a hacer una transferencia (al ver la cárcel de cristal cambié el plan trazado).
-Dígame el número de cuenta.
-¿El número de cuenta?¿el número de cuenta?... Lo tengo en el móvil.
domingo, 16 de octubre de 2011
EL GRAN DICTADOR
Poner en cuestión la democracia es, hoy en día, algo muy mal visto. Hay que hacerlo en la intimidad, como quien habla catalán. Como este blog es realmente íntimo porque somos cuatro gatos, os voy a confesar que en algunas ocasiones comparto teorías totalitarias como las que defendía algún que otro filósofo griego, en concreto creo que se trataba de Platón. Sí Platón, el que siempre te recuerda a la tía buena del colegio en la que pensabas por el día, por la noche, en la cama o en el baño... Teorías poco demócratas, pero bastante defendibles sobre el papel como es el gobierno de los sabios. Imaginad que existiera un ser infalible, sabio, justo y capaz de gobernar a sus conciudadanos aplicando justicia, igualdad, sensatez y sabiduría, ante el consenso generalizado. Yo estaría dispuesto a someterme a su dictado de por vida. Lo que ocurre es que ese ser todavía no lo conocemos, por lo menos, no en este planeta; quizás por eso, algunos han intentado buscar un ser supranatural que reuna esas condiciones, pero tampoco lo han podido encontrar más allá de su imaginación.
Trato de pensar en posibles candidatos para ese puesto de "Gran dictador", pero no me cuadra ninguno, ni siquiera Esperanza Aguirre. No. Ni ella ni nadie de la clase política, pero tampoco de la cultura... Quizás Santiago Segura... No sé, igual sería mejor buscar en el extranjero, pero muy en el extranjero. O a lo mejor es que hay que seguir con el sistema democrático, depurándolo un poquito más. Por eso me hubiera gustado ir el sábado a la mani indignada, para darle un empujoncillo a esas sanas propuestas de Democracia Real que nadie debería cuestionar pues lo que persiguen es un estado mucho más democrático y por ende más justo.
Pero no pudimos ir por una causa de peso. Aprovechando de esa intimidad que decíamos, os lo voy a confesar: teníamos una fiesta de disfraces a la que habíamos confirmado asistencia hace un montón de semanas y en la que yo debía hacer de Dj. Así que nos fuimos fuera de Madrid, nos disfrazamos de Johny Rotten (Martín), Slash (Dieguillo), Power Ranger (Lucio), Amy Winehouse (Montse) y Janis Joplin (servidor) y lo pasamos bien. Lo único es que en mi habitual papel de pinchadiscos de fiestas de pueblo, volví a sufrir las iras del respetable, que me inspiraron para desarrollar esta teoría sobre la democracia. Decía mi padre que la cultura y la educación no pueden ser plenamente democráticas porque si preguntas al pueblo que tipo de cultura quiere, el resultado puede ser bastante pestoso; la prueba la tenemos en la televisión que se deja guiar por las audiencias para echarnos más y más basura a la cara.
Pues eso, el Dj tiene que ser un ser sabio y justo, como yo, que pone lo que le sale de los huevos, porque si tiras de talante, vas de demócrata y dejas opinar, te pasarás la noche cambiando de Radio 80 a Radio Olé, pasando por Radio 3, Onda Fuenlabrada, Cadena Dial o Radio poligonera. Pon algo disco para bailar...Por qué no pones una lenta... Los chicos quieren hip hop... Pon algo de merengue... No tendrás reggaeton... Y sólo te quedan dos opciones, mandarles a la mierda a todos o darte a la bebida; opté por la segunda, para poder darle al play en Raphael, el Chiqui-chiqui, Camilo Sexto, el chunda-chunda... Aprendizaje: ser Dj supone pinchar música que no te gusta. Dicho de otra forma, la música que te gusta a ti o a mí, no sirve para bailar, a no ser que tengas un deportivo con los cristales tintados y te guste compartir decibelios con el resto del atasco.
Por eso a las tantas de la madrugada había desarrollado esta sabia teoría inspirada en Beefeater y en Giorgie Dann... Ni democracia, ni ostias.
Trato de pensar en posibles candidatos para ese puesto de "Gran dictador", pero no me cuadra ninguno, ni siquiera Esperanza Aguirre. No. Ni ella ni nadie de la clase política, pero tampoco de la cultura... Quizás Santiago Segura... No sé, igual sería mejor buscar en el extranjero, pero muy en el extranjero. O a lo mejor es que hay que seguir con el sistema democrático, depurándolo un poquito más. Por eso me hubiera gustado ir el sábado a la mani indignada, para darle un empujoncillo a esas sanas propuestas de Democracia Real que nadie debería cuestionar pues lo que persiguen es un estado mucho más democrático y por ende más justo.
Pero no pudimos ir por una causa de peso. Aprovechando de esa intimidad que decíamos, os lo voy a confesar: teníamos una fiesta de disfraces a la que habíamos confirmado asistencia hace un montón de semanas y en la que yo debía hacer de Dj. Así que nos fuimos fuera de Madrid, nos disfrazamos de Johny Rotten (Martín), Slash (Dieguillo), Power Ranger (Lucio), Amy Winehouse (Montse) y Janis Joplin (servidor) y lo pasamos bien. Lo único es que en mi habitual papel de pinchadiscos de fiestas de pueblo, volví a sufrir las iras del respetable, que me inspiraron para desarrollar esta teoría sobre la democracia. Decía mi padre que la cultura y la educación no pueden ser plenamente democráticas porque si preguntas al pueblo que tipo de cultura quiere, el resultado puede ser bastante pestoso; la prueba la tenemos en la televisión que se deja guiar por las audiencias para echarnos más y más basura a la cara.
Pues eso, el Dj tiene que ser un ser sabio y justo, como yo, que pone lo que le sale de los huevos, porque si tiras de talante, vas de demócrata y dejas opinar, te pasarás la noche cambiando de Radio 80 a Radio Olé, pasando por Radio 3, Onda Fuenlabrada, Cadena Dial o Radio poligonera. Pon algo disco para bailar...Por qué no pones una lenta... Los chicos quieren hip hop... Pon algo de merengue... No tendrás reggaeton... Y sólo te quedan dos opciones, mandarles a la mierda a todos o darte a la bebida; opté por la segunda, para poder darle al play en Raphael, el Chiqui-chiqui, Camilo Sexto, el chunda-chunda... Aprendizaje: ser Dj supone pinchar música que no te gusta. Dicho de otra forma, la música que te gusta a ti o a mí, no sirve para bailar, a no ser que tengas un deportivo con los cristales tintados y te guste compartir decibelios con el resto del atasco.
Por eso a las tantas de la madrugada había desarrollado esta sabia teoría inspirada en Beefeater y en Giorgie Dann... Ni democracia, ni ostias.
miércoles, 12 de octubre de 2011
ME CRECEN LOS ENANOS
Que los niños vayan contentos al colegio es algo más que sorprendente y gratificante. Que vuelvan de clase y te pidan hacer deberes, te rompe los esquemas. De hecho, el amigo Lucito es el primero de nuestros tres hijos que lo ha pedido voluntariamente. De momento sólo de trata de la inocencia e ingenuidad infantil de un niño de cinco años que trata de imitar en todo a sus hermanos mayores, incluso en la siempre protestada rutina de los deberes. El pobre Lucio tiene un tanto rotos sus esquemas después del añito en San Francisco y a veces no sabe bien ni su idioma, ni los límites del bien y el mal, ni siquiera lo que dice. Entre sus últimas expresiones destacan: "Me sudan los sobacos de las piernas", "cruje tu rutina y resquebraja tu futuro", versión libre de un anuncio, y "chavalote, das to er repudio", herencia de su amigo Simón.
Además de reirnos con él y a veces de él, como buena mascota de la casa, ahora le llamamos "el empollón" porque según entra por la puerta de casa busca lápices y papel y pide que le pongamos ejercicios de matemáticas. Tiene cinco años y aunque es un tipo peculiar, no sabe nada de números y a lo que se refiere con las "mates" es a copiar frases para ir aprendiendo y distinguiendo las letras.
Al principio fuimos buenos profesores y tiramos de manual, poniéndole frases sencillas y vulgares como "me llamo Lucio y mi madre se llama Montse", pero pronto nos dimos cuenta de que el chavalillo no sabía leer y sacamos a relucir toda la crueldad de hermanos mayores y padre cabrón, con todo un repertorio de frases mucho más útiles para la vida moderna como: "Me duele el esternocleidomastoideo", "cómo me gustan los chiripitifláuticos", "mi vaca tiene muy mala leche", "el Real Madrid es una puta mierda", "odio hacer deberes" o la más dura de todas, que se la puso Dieguillo: "No sé leer lo que escribo".
En nuestro descargo, ante las posibles acusaciones del defensor del menor, hay que decir que él nunca se ha quejado y sólo protestó una vez que le pusimos una cosa en inglés y sospechó algo extraño ante la presencia de tanta "W" y tanta hache intercalada; gritó "esto no son matemáticas" y hubo que volver al castellano. Me encanta que no le gusten los números y prefiera las letras, al fin y al cabo lleva mi sangre... Qué tontería, cómo va a llevar mi sangre... Si acaso mi esperma.
Además de reirnos con él y a veces de él, como buena mascota de la casa, ahora le llamamos "el empollón" porque según entra por la puerta de casa busca lápices y papel y pide que le pongamos ejercicios de matemáticas. Tiene cinco años y aunque es un tipo peculiar, no sabe nada de números y a lo que se refiere con las "mates" es a copiar frases para ir aprendiendo y distinguiendo las letras.
Al principio fuimos buenos profesores y tiramos de manual, poniéndole frases sencillas y vulgares como "me llamo Lucio y mi madre se llama Montse", pero pronto nos dimos cuenta de que el chavalillo no sabía leer y sacamos a relucir toda la crueldad de hermanos mayores y padre cabrón, con todo un repertorio de frases mucho más útiles para la vida moderna como: "Me duele el esternocleidomastoideo", "cómo me gustan los chiripitifláuticos", "mi vaca tiene muy mala leche", "el Real Madrid es una puta mierda", "odio hacer deberes" o la más dura de todas, que se la puso Dieguillo: "No sé leer lo que escribo".
En nuestro descargo, ante las posibles acusaciones del defensor del menor, hay que decir que él nunca se ha quejado y sólo protestó una vez que le pusimos una cosa en inglés y sospechó algo extraño ante la presencia de tanta "W" y tanta hache intercalada; gritó "esto no son matemáticas" y hubo que volver al castellano. Me encanta que no le gusten los números y prefiera las letras, al fin y al cabo lleva mi sangre... Qué tontería, cómo va a llevar mi sangre... Si acaso mi esperma.
lunes, 10 de octubre de 2011
THE WORLD CAN'T WAIT
Aquí estoy otra vez intentando escribiros una palabras, cosa que no he hecho antes por dos razones, una, por los meses que me está costando aterrizar en mi vida no americana y otra, porque me siento inútil ante la facilidad de palabra que tiene el dueño de este humilde blog. Pero es verdad que lo echo de menos, así que ya me tenéis otra vez dando la lata.
De los acontecimientos del año pasado en España, mientras nosotros disfrutábamos de la vida americana, me quedo con uno: la aparición de los indignados. Me dio rabia no estar aquí para poner el grito en el cielo y una gran alegría ver a gente tan dispar poniéndose de acuerdo de forma espontánea. Ahora sigo a los indignados acampados en Wall street y mi alegría es aún mayor porque cada día son más en un país en el que, aunque presume de ser democrático, este tipo de manifestaciones es más difícil. Por como actúan sus políticos y por como se las gasta la policía. Los primeros días hubo muchas detenciones que, lejos de amedrentar a los indignados, los hizo más fuertes y populares. Recuerdo muchas noches conversando en San Francisco con nuestro amigo Duncan, un tipo entrañable, inteligente y de izquierdas, lo que allí en su país le convierte en un radical. Nos preguntaba con asombro por lo que estaba pasando en España y nos comentaba con envidia lo inimaginable que sería que algo así pasara en el gran imperio........¡y está pasando!. Ahora soy yo la que sonrío acordándome de mi amigo cada día, cuando veo las fotos de miles de personas que hay alborotando en el distrito financiero de Nueva York y me siento orgullosa de haber sido un poco americana. Además, hay movilizaciones en otras grandes ciudades de Estados Unidos que no nos llegan porque hay alguien haciendo todo lo posible para que no nos enteremos aunque gracias por ejemplo a facebook, sigo viendo casi todos los días fotografías y leyendo noticias de lo que pasa al otro lado del charco.
A todos los indignados, los de aquí y los de allí, los expertos y analistas nos achacan mucha ilusión y pocas ideas prácticas para cambiar las cosas. Lo que los expertos no dicen es que lo tenemos realmente difícil, no porque seamos tontos sino porque es difícil cambiar el sistema desde lo único que tenemos, ese sistema al que nos han hecho pertenecer sin preguntarnos y desde el que tenemos los pies y manos atados sintiéndonos incapaces de dar la vuelta a la situación. Me gustaría que alguno de estos expertos me explicara qué hay que hacer para que los bancos funcionen de otra forma, para que no controlen nuestra vida y nuestro futuro o dónde hay otros políticos sinceros y sin desgastar, de los que nos podamos fiar. Me acuerdo ahora de una iniciativa que vi el otro día. Era brillante pero muy arriesgada. Cerrar todos nuestras cuentas bancarias y exigir otra manera de gestionar lo que nos pertenece, por ejemplo. O como decía Saramago, que el 20N por arte de magia todos los españoles nos quedaramos en casa y no fuéramos a votar. ¿Que pasaría entonces? Tal vez lo que tenemos que organizar es un “suicidio colectivo", política y económicamente hablando para que alguien tuviera el valor de empezar de cero, tal vez así consiguiéramos alguien más humano que nos represente. Yo lo estoy deseando.
De los acontecimientos del año pasado en España, mientras nosotros disfrutábamos de la vida americana, me quedo con uno: la aparición de los indignados. Me dio rabia no estar aquí para poner el grito en el cielo y una gran alegría ver a gente tan dispar poniéndose de acuerdo de forma espontánea. Ahora sigo a los indignados acampados en Wall street y mi alegría es aún mayor porque cada día son más en un país en el que, aunque presume de ser democrático, este tipo de manifestaciones es más difícil. Por como actúan sus políticos y por como se las gasta la policía. Los primeros días hubo muchas detenciones que, lejos de amedrentar a los indignados, los hizo más fuertes y populares. Recuerdo muchas noches conversando en San Francisco con nuestro amigo Duncan, un tipo entrañable, inteligente y de izquierdas, lo que allí en su país le convierte en un radical. Nos preguntaba con asombro por lo que estaba pasando en España y nos comentaba con envidia lo inimaginable que sería que algo así pasara en el gran imperio........¡y está pasando!. Ahora soy yo la que sonrío acordándome de mi amigo cada día, cuando veo las fotos de miles de personas que hay alborotando en el distrito financiero de Nueva York y me siento orgullosa de haber sido un poco americana. Además, hay movilizaciones en otras grandes ciudades de Estados Unidos que no nos llegan porque hay alguien haciendo todo lo posible para que no nos enteremos aunque gracias por ejemplo a facebook, sigo viendo casi todos los días fotografías y leyendo noticias de lo que pasa al otro lado del charco.
A todos los indignados, los de aquí y los de allí, los expertos y analistas nos achacan mucha ilusión y pocas ideas prácticas para cambiar las cosas. Lo que los expertos no dicen es que lo tenemos realmente difícil, no porque seamos tontos sino porque es difícil cambiar el sistema desde lo único que tenemos, ese sistema al que nos han hecho pertenecer sin preguntarnos y desde el que tenemos los pies y manos atados sintiéndonos incapaces de dar la vuelta a la situación. Me gustaría que alguno de estos expertos me explicara qué hay que hacer para que los bancos funcionen de otra forma, para que no controlen nuestra vida y nuestro futuro o dónde hay otros políticos sinceros y sin desgastar, de los que nos podamos fiar. Me acuerdo ahora de una iniciativa que vi el otro día. Era brillante pero muy arriesgada. Cerrar todos nuestras cuentas bancarias y exigir otra manera de gestionar lo que nos pertenece, por ejemplo. O como decía Saramago, que el 20N por arte de magia todos los españoles nos quedaramos en casa y no fuéramos a votar. ¿Que pasaría entonces? Tal vez lo que tenemos que organizar es un “suicidio colectivo", política y económicamente hablando para que alguien tuviera el valor de empezar de cero, tal vez así consiguiéramos alguien más humano que nos represente. Yo lo estoy deseando.
domingo, 9 de octubre de 2011
DE BODA
Un blog que se precie no puede pasar por alto la boda del siglo. Claro, que tampoco tengo nada claro cuál de ellas merece ese apelativo, porque cada año hay una "boda del siglo". Es como el derby entre el Madrid y el Barcelona, que ahora llaman el clásico, y que cada vez que se disputa es el partido del siglo. A ver, señores periodistas, en un siglo hay cien años y en cien años se casan miles de reyes, duques, famosetes y mequetrefes. En cien años pueden llegar a jugar merengues y culés, como poco, doscientas veces. Así que ya es casualidad que cada uno sea el partido o la boda del siglo ¿no?
Para cada cual la boda del siglo suele ser la suya. No es mi caso. Más que nada porque no ha sido en este siglo, sino en el anterior. No me preguntéis cuándo, porque no me acuerdo. Lo bueno es que Montse tampoco se acuerda bien, con lo cual no tengo ningún tipo de reprimenda por olvidarme del aniversario. Creo que fue por esta época así que con un poco de suerte he encestado y resulta que quedo bien con mi santa, recordándole tan sonado evento. No me acuerdo si empezamos con un cóctel de gambas o si acabamos con soufle con helado, pero sé que lo pasamos bien, a pesar de aquella tía abuela que nos echó la bronca por no pasar por la vicaría. Mira que fue divertida, sin duda, la boda del siglo (pasado). Nos casamos en el registro, al que llegamos en mi Seat Panda y del que salimos con mi Seat Panda lleno de espuma y arrastrando decenas de latas. Yo llevaba un traje comprado el día anterior en El Corte Inglés con una camisa rosa. Lo sé porque el otro día, cuando ordené el armario al volver de SF, me la encontré y decidí tirarla al contenedor de ropa usada, con lo cual supongo que ahora la lucirá con algo más de garbo algún nigeriano alto y flacucho. Cuando te desprendes de alguna prenda tienes la sensación de estar tirando a la basura parte de tu memoria, de tu historia, por eso guardamos tantas cosas, porque no queremos borrar el pasado. Cuando saqué mi camisa rosa, además de pensar que era muy fea (lo siento amigo nigeriano), me llovieron de golpe todos los recuerdos, los amigos pintores que llegaron tarde y sin avisar (como es habitual), la amiga que se dejó unas bragas colgadas en el baño, el cuñado que se fue a dormir la mona al coche o el descontrol final bailando encima de las mesas a las tantas.
En aquella época íbamos a muchas bodas porque todos nuestros amigos estaban en edad de ello; luego tocaron los bautizos; más adelante, las comuniones; ahora estamos todo el día de divorcios y en cuanto nos despistemos estaremos todo el día de... Lo dejo.
Que no hombre, que el otro día estuvimos de boda (mi amigo Tafi) y pronto vamos a la de Blanca y Luis, que tras más de treinta años viviendo en pecado, han decidido casarse, no vaya a ser que les adelanten sus hijos.
Pero como sé que estáis leyendo esto sólo por el morbo de la Duquesa de Alba (¡morbo, morbo, eso sí que es morbo!) os diré que lo único que sé del tema es que ese día comí por sólo 7,5 euros oyendo una divertida conversación:
-Oye, ¿él recibe algún título honorífico por casarse con la Duquesa?
-¿Título?, claro que sí... ¡CAMPEÓN!
Para cada cual la boda del siglo suele ser la suya. No es mi caso. Más que nada porque no ha sido en este siglo, sino en el anterior. No me preguntéis cuándo, porque no me acuerdo. Lo bueno es que Montse tampoco se acuerda bien, con lo cual no tengo ningún tipo de reprimenda por olvidarme del aniversario. Creo que fue por esta época así que con un poco de suerte he encestado y resulta que quedo bien con mi santa, recordándole tan sonado evento. No me acuerdo si empezamos con un cóctel de gambas o si acabamos con soufle con helado, pero sé que lo pasamos bien, a pesar de aquella tía abuela que nos echó la bronca por no pasar por la vicaría. Mira que fue divertida, sin duda, la boda del siglo (pasado). Nos casamos en el registro, al que llegamos en mi Seat Panda y del que salimos con mi Seat Panda lleno de espuma y arrastrando decenas de latas. Yo llevaba un traje comprado el día anterior en El Corte Inglés con una camisa rosa. Lo sé porque el otro día, cuando ordené el armario al volver de SF, me la encontré y decidí tirarla al contenedor de ropa usada, con lo cual supongo que ahora la lucirá con algo más de garbo algún nigeriano alto y flacucho. Cuando te desprendes de alguna prenda tienes la sensación de estar tirando a la basura parte de tu memoria, de tu historia, por eso guardamos tantas cosas, porque no queremos borrar el pasado. Cuando saqué mi camisa rosa, además de pensar que era muy fea (lo siento amigo nigeriano), me llovieron de golpe todos los recuerdos, los amigos pintores que llegaron tarde y sin avisar (como es habitual), la amiga que se dejó unas bragas colgadas en el baño, el cuñado que se fue a dormir la mona al coche o el descontrol final bailando encima de las mesas a las tantas.
En aquella época íbamos a muchas bodas porque todos nuestros amigos estaban en edad de ello; luego tocaron los bautizos; más adelante, las comuniones; ahora estamos todo el día de divorcios y en cuanto nos despistemos estaremos todo el día de... Lo dejo.
Que no hombre, que el otro día estuvimos de boda (mi amigo Tafi) y pronto vamos a la de Blanca y Luis, que tras más de treinta años viviendo en pecado, han decidido casarse, no vaya a ser que les adelanten sus hijos.
Pero como sé que estáis leyendo esto sólo por el morbo de la Duquesa de Alba (¡morbo, morbo, eso sí que es morbo!) os diré que lo único que sé del tema es que ese día comí por sólo 7,5 euros oyendo una divertida conversación:
-Oye, ¿él recibe algún título honorífico por casarse con la Duquesa?
-¿Título?, claro que sí... ¡CAMPEÓN!
viernes, 7 de octubre de 2011
TODO PASA Y TODO QUEDA
Pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino, camino sobre la mar, nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria, de los hombres mi canción... Y allí en Colliure, sobre la tumba de Antonio Machado, conteniendo las lágrimas mientras leíamos los mensajes de solidaridad, apoyo y recuerdo al gran poeta, Dieguillo abre el turno de preguntas: "Papá, los republicanos ¿eran los buenos o los malos, eran de izquierdas o de derechas?".....
....Abro muchos puntos suspensivos porque el silencio se apoderó del cementerio durante unos largos segundos. El chaval, con esa sana ingenuidad que otorga la edad, había preguntado con ganas de saber, con sed de conocimiento... No era mal lugar para ello. Pero el silencio nos aplastó porque junto a nosotros había otras dos familias de españoles que también recibieron la pregunta con sorpresa, esbozando una sonrisa cómplice, pero sin atreverse a decantarse. El silencio era mucho más que silencio. Se oía mucho más alto que cualquier silencio e iba acompañado de miradas de reojo hacia los otros padres, en busca de algún matiz identitario en la vestimenta, alguna tos nerviosa o alguna herida abierta.
Intentando reducir la conversación al corrillo familiar, me lancé a contestar a mi hijo: "En este sitio sólo te podemos contestar de una manera..." Pero Montse, más decidida y valiente que yo en estas situaciones, me interrumpió y subiendo el volumen se marcó todo un mitín para el resto de visitantes: "Si la tumba de este escritor español está aquí en Francia es porque tuvo que marcharse de su país simplemente por defender sus ideas, simplemente por ser demócrata. Ahora todo el mundo se llena la boca hablando de democracia, pero antes de la guerra en España había una democracia, hasta que un militar dio un golpe de Estado al que siguió una guerra y cuarenta años de dictadura. Las guerras son malas de por sí pero siempre hay alguno que tiene un poco más de razón... Juzga tú mismo".
Diego se dio por enterado y sacó sus conclusiones mientras las demás familias se retiraban en silencio por miedo a hablar de un tema tabú, por temor a que les pasara como al juez Garzón, quien con todo su "prevaricador rencor" osó remover la memoria y la tierra para buscar a miles de Machados o Garcías Lorcas en las cunetas...
El sonido de una banda que tocaba en el pueblo nos atrajo y salimos del cementerio rumbo a la plaza. Al llegar a la verja giré mi cabeza para despedirme de Don Antonio que sonriente, nos guiñaba un ojo susurrando mis versos favoritos:
"Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios Hablaba;
y soñé que Dios me oía...
después soñé que soñaba."
....Abro muchos puntos suspensivos porque el silencio se apoderó del cementerio durante unos largos segundos. El chaval, con esa sana ingenuidad que otorga la edad, había preguntado con ganas de saber, con sed de conocimiento... No era mal lugar para ello. Pero el silencio nos aplastó porque junto a nosotros había otras dos familias de españoles que también recibieron la pregunta con sorpresa, esbozando una sonrisa cómplice, pero sin atreverse a decantarse. El silencio era mucho más que silencio. Se oía mucho más alto que cualquier silencio e iba acompañado de miradas de reojo hacia los otros padres, en busca de algún matiz identitario en la vestimenta, alguna tos nerviosa o alguna herida abierta.
Intentando reducir la conversación al corrillo familiar, me lancé a contestar a mi hijo: "En este sitio sólo te podemos contestar de una manera..." Pero Montse, más decidida y valiente que yo en estas situaciones, me interrumpió y subiendo el volumen se marcó todo un mitín para el resto de visitantes: "Si la tumba de este escritor español está aquí en Francia es porque tuvo que marcharse de su país simplemente por defender sus ideas, simplemente por ser demócrata. Ahora todo el mundo se llena la boca hablando de democracia, pero antes de la guerra en España había una democracia, hasta que un militar dio un golpe de Estado al que siguió una guerra y cuarenta años de dictadura. Las guerras son malas de por sí pero siempre hay alguno que tiene un poco más de razón... Juzga tú mismo".
Diego se dio por enterado y sacó sus conclusiones mientras las demás familias se retiraban en silencio por miedo a hablar de un tema tabú, por temor a que les pasara como al juez Garzón, quien con todo su "prevaricador rencor" osó remover la memoria y la tierra para buscar a miles de Machados o Garcías Lorcas en las cunetas...
El sonido de una banda que tocaba en el pueblo nos atrajo y salimos del cementerio rumbo a la plaza. Al llegar a la verja giré mi cabeza para despedirme de Don Antonio que sonriente, nos guiñaba un ojo susurrando mis versos favoritos:
"Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios Hablaba;
y soñé que Dios me oía...
después soñé que soñaba."
jueves, 6 de octubre de 2011
LUDWIG VAN HUSSEIN
Me puedo poner pedante y hablaros de similitudes entre Sadam Hussein y Beethoven, pero tendría que tirar mucho de Wikipedia y además sería eso, pedante. Por separado sí os puedo contar algo más de ellos. De Ludwig Van, a grandes rasgos, qué os voy a decir que no sepáis... Que era sordo. Ya sé que es como el colmo de los colmos, como el pintor ciego, el escritor manco o el torero capado, pero era sordo el chico y no le fue mal. También es famoso porque le escribió la música al Himno de la Alegría de Miguel Ríos (supongo que pagaría sus derechos de autor ¿no?) o porque hizo nueve sinfonías. A mí de pequeño me encantaba la quinta por su apabullante comienzo: "Tatatatá, tatatatá..." y le tenía manía al Para Elisa porque tenía una amiga estudiando piano que cada tarde repetía la pieza unas 20 veces y sólo era capaz de añadir una nota al día; supongo que ya se la sabrá entera.
Del bueno de Sadam, por decir algo, sabéis mucho más. Que era iraquí, dictador y mala gente. Un tirano sanguinario, como otros muchos en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, sólo que este además era chuleta y cometió el error de desafiar a uno más chulo que él. El resultado lo conocéis, jugó al escondite, primero escondiendo las armas de destrucción masiva debajo de los pozos de petróleo y después metiéndose en una cueva. Como en la mejor película del Oeste, le encontraron sin disparar un sólo tiro y le colgaron por malo.
Y ahora os explico esta mezcla de personalidades tan contrapuestas que os he traído. Es lo que me encontré el otro día encima de una mesa en casa de mi madre: una careta de Beethoven y el periódico del día que capturaron a Sadam. Según lo vi me entró la risa floja que precede a la inquietud que precede al acojone y pensé que era como una peli de terror en la que Sadam se escondía bajo la careta de Beethoven y me perseguía. Eso sí, no me preguntéis por qué estaban estos dos elementos encima de una mesa, junto a la cual hemos pasado un montón de gente, un montón de veces, durante un montón de años, porque me entra un montón de miedo.
martes, 4 de octubre de 2011
UNA DUCHA DE AGUA FRÍA
Pascual Maragall es un tipo que siempre me ha caído bien. Con su bigote y su flequillo ha sido uno de los políticos más valorados y respetados de esta época que vivimos. Incluso me parece encomiable su forma de afrontar la enfermedad que padece y el trabajo que él y su familia están desarrollando para dar a conocer las miserias del Alzheimer y así luchar contra él. El otro día me quedé enganchado a la tele viendo un excepcional documental que engrandecía y humanizaba más todavía al personaje, a la vez que mostraba el cruel y voraz avance de la demencia. Esa maldita enfermedad tan presente en nuestras vidas, que a casi todos nos ha separado de gente muy querida antes del adiós definitivo.
Nosotros lo vivimos en casa con mi madre y desde entonces sigo de cerca las informaciones que hablan de posibles avances en su tratamiento. Ahora ya no pienso en mi madre sino que lo hago de forma egoísta, con la esperanza de que los avances de la ciencia me priven a mí y a mi familia de ese doloroso y anodino final.
Todo esto os lo cuento porque ayer salí a montar en moto y, como siempre que hago enduro, volví a casa sudando y deseoso de tomar una ducha calentita. Y aquí empezó mi calvario, cuando tras dos o tres minutos de dejar correr el grifo, lo único que salía era agua gélida. Lo primero que hice fue probar a cerrar y abrir de nuevo el grifo, pero nada. Entonces reaccioné como cualquier humano en esta situaciones, echándole la culpa a los demás, y grité: "¿Quién coño ha abierto un grifo?", pero nada. Con el consiguiente cabreo, opté por vestirme de nuevo, salir del baño, bajar las escaleras y salir a la caldera refunfuñando: "Mierda, siempre me tiene que pasar a mí, no podía estropearse la calderita en otro momento..." Pero nada, el calentador funcionaba correctamente, lo "reseteé" (versión moderna de apagar y encender) y regresé a la ducha. Volví a probar pero nada. Me cansé de "pero nadas" y convoqué un referéndum en mi conciencia para decidir entre ducha fría u olor a sudor. Muy a mi pesar ganó la ducha fría y, en ella estaba yo, ya sin respiración, empezando a gritar tartamudamente, cuando al otro lado de la puerta oí a Montse, tan listilla como siempre, que me sugería: "¿Has probado a abrir el agua caliente?". Orgulloso y cabreado, la mandé a la mierda mientras giraba el grifo hacia el símbolo de la H roja, que debe querer decir "hierve" porque de inmediato empezó a salir agua muy, pero que muy, caliente.
No sé... Quizás debería preocuparme ¿no?
Nosotros lo vivimos en casa con mi madre y desde entonces sigo de cerca las informaciones que hablan de posibles avances en su tratamiento. Ahora ya no pienso en mi madre sino que lo hago de forma egoísta, con la esperanza de que los avances de la ciencia me priven a mí y a mi familia de ese doloroso y anodino final.
Todo esto os lo cuento porque ayer salí a montar en moto y, como siempre que hago enduro, volví a casa sudando y deseoso de tomar una ducha calentita. Y aquí empezó mi calvario, cuando tras dos o tres minutos de dejar correr el grifo, lo único que salía era agua gélida. Lo primero que hice fue probar a cerrar y abrir de nuevo el grifo, pero nada. Entonces reaccioné como cualquier humano en esta situaciones, echándole la culpa a los demás, y grité: "¿Quién coño ha abierto un grifo?", pero nada. Con el consiguiente cabreo, opté por vestirme de nuevo, salir del baño, bajar las escaleras y salir a la caldera refunfuñando: "Mierda, siempre me tiene que pasar a mí, no podía estropearse la calderita en otro momento..." Pero nada, el calentador funcionaba correctamente, lo "reseteé" (versión moderna de apagar y encender) y regresé a la ducha. Volví a probar pero nada. Me cansé de "pero nadas" y convoqué un referéndum en mi conciencia para decidir entre ducha fría u olor a sudor. Muy a mi pesar ganó la ducha fría y, en ella estaba yo, ya sin respiración, empezando a gritar tartamudamente, cuando al otro lado de la puerta oí a Montse, tan listilla como siempre, que me sugería: "¿Has probado a abrir el agua caliente?". Orgulloso y cabreado, la mandé a la mierda mientras giraba el grifo hacia el símbolo de la H roja, que debe querer decir "hierve" porque de inmediato empezó a salir agua muy, pero que muy, caliente.
No sé... Quizás debería preocuparme ¿no?
lunes, 3 de octubre de 2011
UNA PELI DE TERROR
Cuando leo el periódico cada día, me viene a la mente una imagen traumática de mi infancia. Los protagonistas eran siempre mi padre y su mejor amigo, Antonio López. Se veían muy a menudo, creo que más de una vez por semana. Siempre hablaban de pintura, de arte, de cultura, con esa apasionada obsesión que los dos tenían por su trabajo. Pero al final casi todos sus encuentros tomaban un deprimente sendero hacia el más oscuro escepticismo vital. Yo jugaba por el jardín y de vez en cuando me acercaba a la mesa donde ellos tomaban un café o simplemente charlaban, esperando encontrar alguna carantoña, como el perro que lleva la pelota para que se la tiren, pero siempre salía de allí con las orejas gachas, pero no por falta de cariño, sino por oír alguna terrible frase apocalíptica. Antonio agachaba la cabeza y la agitaba lentamente de lado a lado mientras moldeaba con su mano un trozo de cera o plastilina; en frente, mi padre hacia garabatos sobre una servilleta con bastante energía, mientras se intercambiaban animosas sentencias: "Este mundo no tiene arreglo", "estamos condenados a la extinción", "no hay ninguna esperanza, es imposible ser optimista", "no hay salida"... Ahora entenderéis mi trauma, que por entonces era miedo y sufrimiento. Sentía que mis padres lo estaban pasando muy mal y que algo grave iba a pasar en breve pero ellos nos lo ocultaban.
Ahora, con los papeles cambiados, he tenido más de una vez esa misma sensación cuando estamos en casa charlando de la situación política o de la actualidad internacional con amigos y aparecen los niños. Diego, que ya se lo sabe, se da la vuelta y se marcha refunfuñando: "Ya estáis hablando de política"; Martín, sin embargo, se agobia, cambia el semblante y preocupado pregunta: "¿Qué ha pasado?" En ese momento siempre recuerdo mi trauma e intento disimular hablando de cosas más mundanas como el tiempo, el coche del vecino o el dedo del memo de Mourinho.
Lo que pasa es que luego abro el periódico y me reencuentro con la realidad, con imágenes de terror que llegan de Damasco, Gaza, Mogadiscio, Saná, Tripoli, Veracruz, Birmingham, El Cairo o de una prisión de Georgia. Muerte y violencia por doquier en un mundo que cada vez se va pareciendo más al inquietante futuro de Blade runner o a la peor peli de terror.
Me temo que la premonición de mi amigo Paul Collier puede estar más cerca de lo que parece y no haremos nada por evitarlo. Resumiendo, dice que si no hacemos algo por ayudar al tercer mundo facilitándole el desarrollo, el tercer mundo vendrá aquí a reclamar su parte del pastel. Pero nosotros, bastante tenemos con la prima de riesgo. Tengo miedo.
Ahora, con los papeles cambiados, he tenido más de una vez esa misma sensación cuando estamos en casa charlando de la situación política o de la actualidad internacional con amigos y aparecen los niños. Diego, que ya se lo sabe, se da la vuelta y se marcha refunfuñando: "Ya estáis hablando de política"; Martín, sin embargo, se agobia, cambia el semblante y preocupado pregunta: "¿Qué ha pasado?" En ese momento siempre recuerdo mi trauma e intento disimular hablando de cosas más mundanas como el tiempo, el coche del vecino o el dedo del memo de Mourinho.
Lo que pasa es que luego abro el periódico y me reencuentro con la realidad, con imágenes de terror que llegan de Damasco, Gaza, Mogadiscio, Saná, Tripoli, Veracruz, Birmingham, El Cairo o de una prisión de Georgia. Muerte y violencia por doquier en un mundo que cada vez se va pareciendo más al inquietante futuro de Blade runner o a la peor peli de terror.
Me temo que la premonición de mi amigo Paul Collier puede estar más cerca de lo que parece y no haremos nada por evitarlo. Resumiendo, dice que si no hacemos algo por ayudar al tercer mundo facilitándole el desarrollo, el tercer mundo vendrá aquí a reclamar su parte del pastel. Pero nosotros, bastante tenemos con la prima de riesgo. Tengo miedo.
domingo, 2 de octubre de 2011
EL DÍA QUE NACÍ YO
Pensaréis que vengo a hablaros de Imperio Argentina a modo de homenaje a mi madre o quizás que os voy a dar el coñazo contándoos los más destacados acontecimientos que ocurrieron cuando yo nacía. Pues no, no os voy a hablar de que soy coetáneo de Emilio Butragueño, Eros Ramazzotti, la infanta Elena o Pepe Viyuela, a pesar de que estoy muy orgulloso de ello; tampoco os voy a hablar del asesinato de Kennedy, ni de Martin Luther King ay jab e drim. Hoy no voy de abuelo cebolleta que vive de recuerdos, sino de la mismísima actualidad, de lo que me pasó hace unos días en la Carretera de Canillas cuando esperaba a unos amigos para ir a cenar.
Ahí estaba yo en la esquina esperando, cuando una buena mujer que pilotaba su caniche a baja velocidad entró algo cruzada en la acera y se metió una peazoleche contra el suelo. Justo a mis pies. Así que no me quedó más remedio que hacer la buena obra del mes, agacharme, preguntarle si estaba bien, mirar al banquillo para pedir el cambio, silbar al caniche, insultar al árbitro y meter mis manos de forma arriesgada e inconsciente bajo sus sobacos para poner en pie a la pobre señora. No os lo cuento para que penséis que soy un tío cojonudo y solidario, que lo soy, porque la abuela me cayó encima de los pies y para no ayudarla hubiera tenido que darle un puntapié y eso ya me parece excesivo.
El caso es que la levanté por los sobaquillos y acto seguido le dije "de nada" en contestación a sus bendiciones y me olí los dedos por si se habían quedado impregnados de ese aroma "Eau du third age" que los humanos vamos desprendiendo con el paso de las primaveras y sobre todo de los veranos. Para mi sorpresa olía bien. Acto seguido busqué en el suelo el obstáculo causante de semejante ostiazo y lejos de encontrarlo fijé mi indignada vista en un azulejo blanco y azul, junto al alcorque del árbol.
Sí se trataba de una de las más brillantes ideas llevadas a cabo por un alcalde. Fue en 1989, cuando Rodríguez Sahagún decidió plantar un árbol por cada niño nacido en Madrid, bautizando al vegetal con el mismo nombre del humano. Una gran iniciativa que humanizaba la ciudad, aumentaba la conciencia ecológica y ofrecía al madrileño un bonito vínculo de por vida con la capital. El problema es que el proveedor de los azulejos de porcelana hizo mal el cálculo y dos décadas después la mayoría de los nombres se han borrado y los árboles han quedado huérfanos.
Desde este humilde blog le solicito al Alberto que repongan las placas y vuelva a poner en marcha esa original y emotiva iniciativa. A mi me encantaría que mis hijos tuvieran un árbol de Madrid con su nombre... Fíjate, incluso sería capaz de vender mi voto por ello.
Ahí estaba yo en la esquina esperando, cuando una buena mujer que pilotaba su caniche a baja velocidad entró algo cruzada en la acera y se metió una peazoleche contra el suelo. Justo a mis pies. Así que no me quedó más remedio que hacer la buena obra del mes, agacharme, preguntarle si estaba bien, mirar al banquillo para pedir el cambio, silbar al caniche, insultar al árbitro y meter mis manos de forma arriesgada e inconsciente bajo sus sobacos para poner en pie a la pobre señora. No os lo cuento para que penséis que soy un tío cojonudo y solidario, que lo soy, porque la abuela me cayó encima de los pies y para no ayudarla hubiera tenido que darle un puntapié y eso ya me parece excesivo.
El caso es que la levanté por los sobaquillos y acto seguido le dije "de nada" en contestación a sus bendiciones y me olí los dedos por si se habían quedado impregnados de ese aroma "Eau du third age" que los humanos vamos desprendiendo con el paso de las primaveras y sobre todo de los veranos. Para mi sorpresa olía bien. Acto seguido busqué en el suelo el obstáculo causante de semejante ostiazo y lejos de encontrarlo fijé mi indignada vista en un azulejo blanco y azul, junto al alcorque del árbol.
Sí se trataba de una de las más brillantes ideas llevadas a cabo por un alcalde. Fue en 1989, cuando Rodríguez Sahagún decidió plantar un árbol por cada niño nacido en Madrid, bautizando al vegetal con el mismo nombre del humano. Una gran iniciativa que humanizaba la ciudad, aumentaba la conciencia ecológica y ofrecía al madrileño un bonito vínculo de por vida con la capital. El problema es que el proveedor de los azulejos de porcelana hizo mal el cálculo y dos décadas después la mayoría de los nombres se han borrado y los árboles han quedado huérfanos.
Desde este humilde blog le solicito al Alberto que repongan las placas y vuelva a poner en marcha esa original y emotiva iniciativa. A mi me encantaría que mis hijos tuvieran un árbol de Madrid con su nombre... Fíjate, incluso sería capaz de vender mi voto por ello.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)