Después de la pasada semanita que os dí, había decidido relajar el ambiente, aparcar la política e intentar exprimir alguna sonrisa con alguna paja mental, ida de olla o ridícula anécdota de algún ridículo personaje...¿Os sueno?
Era una buena forma de disfrutar de esos días para la esperanza que nos brindaban las "Good news" del jueves. Pero no. La actualidad es cruel y despiadada. Un día te acuestas riendo y al día siguiente te levantas llorando. Así es. Madrugas, como cada Sepang, Suzuka, Philip Island o Motegi. Madrugas porque desde que tienes insano juicio estás enfermo por las motos y te llevas estos palos. Nunca olvidaré a los otros que antes me hicieron pasar este mal trago, Rouggerie, Palazzesse, Kato, Wakai o Tomisawa, recuerdo uno a uno sus fatídicos accidentes y el impacto que me produjeron. Es un deporte peligroso y eso lo hace grande, como a la Fórmula Uno o el alpinismo. Pobre Sic...
Pero las "Bad news" tienden a llegar en avalancha, todas juntas. Un terremoto en Turquía, para que nadie se olvide de la madre naturaleza. ¡La madre que la parió!. Y un secuestro de cooperantes en Rabuni. ¿En Rabuni?, no puede ser. En protocolo de Rabuni, en el edificio que tantas veces he visitado y en el que en algunas ocasiones me he hospedado. ¡No! Lo peor que podía ocurrir ha pasado, una nefasta noticia para el pueblo saharaui, que depende en gran medida de la ayuda internacional, de todos esos cooperantes que visitan los campamentos para desarrollar proyectos solidarios.
Siempre nos ha parecido un sitio muy tranquilo e incluso más seguro que el resto del Magreb. Así lo he argumentado a decenas de personas preocupadas porque esto pudiera ocurrir. Ahora ha ocurrido y por culpa de unos malditos delincuentes comunes, por mucho que se enmascaren en temibles siglas, a las familias saharauis les tocará una vez más ser los perjudicados de esta película.
Después de un día confuso, con informaciones contradictorias, hemos hablado con María, nuestra compañera que llegó ayer a los campamentos y nos ha dicho que está bien. Ahora todos seguimos con angustia y preocupación el desarrollo de los acontecimientos. Ojalá todo quede en un susto para los cooperantes; esta vez, más que nunca, me pongo en su piel, e imagino lo que están sufriendo. También me pongo en la piel de Gali, nuestro hijo saharaui, que acaba de volver a Smara; de Dumaha y toda nuestra familia y de los muchísimos amigos saharauis que ya tenían bastante sufrimiento con vivir en sus penosas condiciones, como para que ahora unos bandidos muerdan la mano de quien les da de comer. Dicen que los secuestradores sabían lo que hacían y puede que supieran bien el daño que hacen a la causa saharaui. Ojalá mañana haya good news, aunque me temo que el daño ya está hecho. Pero no nos rendiremos.
Solo puedo decir, rabia, rabia y mas rabia.
ResponderEliminarSin comentarios, animo
ResponderEliminar