jueves, 17 de mayo de 2012

AMIGOS, HASTA EN EL CIELO

A uno siempre le gusta presumir de sus amigos. Todo el mundo va por ahí diciendo que es íntimo amigo de fulanito o de menganito. Cómo nos gusta alardear de conocer a alguien famosete, aunque sea uno que un día estuvo casado con una que salía en "tómbola" o al sobrino nieto del que fuese ministro de la UCD. Si a eso le añadimos que el susodicho tiene pasta, para qué queremos más, pasamos a desglosar todo su patrimonio para terminar excusándole con un "pero que tío más majete es".
A mí, que también presumo de conocer a Santiago Segura si me lo cruzo en la gasolinera, me gusta más presumir de ser amigo de Luis y Blanca, una pareja muy especial. Él es empresario y ella emprendedora. Viven en un amplio piso en el centro de Madrid. Sus hijos son ejemplares, bilingües y estudian en el extranjero. Pasan más tiempo metidos en la iglesia que el mismísimo Rouco y además mantienen buenas relaciones y reciben subvenciones de altas instituciones como la Comunidad de Madrid y de numerosos ayuntamientos. Son serios, responsables y discretos... Pero, ¿qué clase de amigos os creéis que tenemos?
Nada de lo que he dicho es falso, pero tampoco que son los tipos más peculiares e interesantes que te puedas echar a la cara. Si fuera periodista, de los de verdad, lo primero que haría es un buen reportaje sobre ellos. Luis es organero y lleva toda su vida restaurando órganos de iglesias, fabricando tubos, puliendo sonidos, rematando molduras y tocando teclas. Blanca, entre oposición y oposición, corriendo de aquí para allá, restaura la puerta de la sacristía o la caja de las hostias, que no sé cómo se llama. Desde su pequeño taller han conseguido poner en marcha buena parte de los órganos que se conservan en este país y conocen como nadie todos los entresijos de la iglesia y de las profundidades más profundas de nuestro país, pueblo a pueblo, párroco a párroco. Sentarse con ellos a tomar un vinito es un lujo; sabes muy bien que no vas a hablar de lo mismo que se habla en cualquier oficina o en cualquier bar y que te van a sorprender positivamente con alguna historia divertida sobre curas o alguna anécdota rocambolesca sobre el traslado de algún gigantesco órgano a alguna iglesia o la acertada y sensible crítica sobre cualquiera de las exposiciones en cartel.
Por eso, aunque lo pudiera parecer, no son un matrimonio convencional. Por eso sus hijos son los espejos en los que queremos ver a los nuestros y por eso cuando les conoces te sientes vulgar, aunque sea para hablar de política o de toros, su visión siempre es especial, distinta. Como decía Amaral, son nuestros amigos; ayer estuvimos en la inauguración de su órgano en la iglesia de San Pedro el Viejo y dentro de unas semanas iremos a su boda. Hasta en eso son originales, se van a casar tras más de treinta años de "noviazgo". ¡Vivan los novios!

PD: Hoy es la inauguración de Montse en Egam y pasaremos lista.

2 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Ayer, sentada en un banco de la iglesia de San Pedro y oyendo esos sonidos celestiales, me sentí orgullosa de tener entre mis mejores amigos a Blanca y Luis.

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  2. No me pongáis cero en la lista de la inauguración, jopetas, que no puedo ir... Besos de Miguel Lorente, para la Montse claro. Y por cierto la caja esa de la que hablas se llama Sagrario, anda que vaya periodista que estás hecho, ni investigación ni lechugas... Y por su puesto estamos de acuerdo, Blanca y Luis son un rato originales, todavía debéis recordar la cara que se nos ponía cuando venían a Santamera, en los tiempos prehistóricos en los que compartíamos chamizo, y se tiraba cuescos como soles en la mesa de los restaurantes, en su defensa argüía que eso era de lo más natural, y los raros eramos los demás. Me gustaría poder tener los santos ... de vivir como ellos, como les da la real gana y sin tanto convencionalismo. PURA ENVIDIA SE LLAMA CREO!!!

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