lunes, 21 de mayo de 2012

NO ME MOLESTES MOSQUITO

Siempre he oído que si se abriera una ventanilla de un avión, todos los pasajeros saldrían despedidos por ese hueco. No sé si es verdad ni pretendo probarlo, pero puedo garantizaros que aunque abras las cuatro ventanas del coche, todas a la vez o combinadas de forma aleatoria, no hay forma de conseguir que una mosca salga del vehículo. No es la primera vez que viajo con una mosca alcarreña, tocapelotas, desde el pueblo hasta Madrid, provocándole esa inquietante e incómoda sensación de llegar a una ciudad desconocida, sin amigos y sin conocer mugrientos rincones en los que merodear.
No es agradable conducir persiguiendo moscas por dentro del habitáculo, es incluso peligroso pero soy un maniático con los insectos, al margen de otras muchas cosas. Lo único bueno que tiene la mosqueante presencia es que cada vez que suena el impacto de uno de sus colegas contra el parabrisas, en lugar de salirme la conciencia ecologista, me surge el más vil instinto asesino. Lucito siempre que ve el juguillo de uno que se estampa contra el cristal pregunta con voz dulce si se habrá matado, a lo que yo, por quitar hierro al asunto, contesto: “No, sólo se marean un poco”.
Yo también soy dulce, de sangre, porque cada vez que me acerco a la naturaleza vuelvo con el cuerpo lleno de granos. Los putos mosquitos, según me ven llegar, preparan la fiesta y se dan un homenaje. Por eso me recluyo en casa, me ducho con Autan y si salgo a la calle lo hago con el abrigo puesto. También es una buena excusa para ser un poco antisocial y reunirte contigo mismo un ratito, sin la presencia de pequeños moscones peleándose por el mando de la tele o el juego de la Play.
Cuando ya llegamos a Madrid, Martín abrió la ventana; pensé que era para liberar a la mosca, pero lo hacía porque había visto a un chico con la camiseta del Rayo y feliz por la salvación de su equipo, gritó: “Ese Rayito”, después cerró y me preguntó: “Papi, ¿por qué la camiseta del Rayo a veces lleva un moscardón?”
-“Hijo, no es un moscardón es la abeja de Rumasa, la empresa de los Ruiz Mateos”.
-“Y esos, ¿Quiénes son?”
-“Eso te lo explico otro día…”

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